Cuatro.

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El sonido de la lluvia incesante inundó sus oídos

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El sonido de la lluvia incesante inundó sus oídos. Abrió los ojos, pestañeando varias veces y concentrándose en el techo blanco. Confundida, giró la cabeza para encontrarse con una mesa de luz. Fue entonces cuando se dio cuenta que estaba... Cómoda... Recostada en una cama.

Sin embargo, la calma no duró demasiado. Los recuerdos la inundaron por completo. Se sentó en la cama; la cabeza le dio vueltas y un dolor intenso recorrió su brazo derecho y muslo. Cerró los ojos, aguantando un gruñido, mordiéndose el labio inferior.

¿Dónde estaba? ¿Qué pasó con la persona que la había salvado? No recordaba absolutamente nada luego del disparo que la salvó.

Abrió los ojos otra vez, encontrándose con que vestía ropa... Seca. No era la misma que había llevado puesta durante su caminata bajo la lluvia. Se trataba de una remera de mangas largas negra y unos pantalones holgados. Le quedaban grande... ¿Pertenecerían a la misma persona?

Levantó la cabeza hacia la puerta de madera cuando oyó un sonido a lo lejos. La habitación era pequeña, poco amueblada pero prolija. Fue sencillo saber que se trataba de pasos acercándose. Miró a su alrededor, en busca de un objeto que utilizar como arma. No sabía quién se presentaría allí. Luego de lo que había sucedido en la farmacia, prefería estar alerta. Vio un velador que descansaba en la mesita de luz del otro lado, se movió para tomarla pero se detuvo. El dolor era demasiado.

La puerta se abrió y Pax hizo un último intento en tomar la lámpara. Lo logró, pero al tirar de ella, cayó de su mano debido a la conexión del cable.

—Es mejor que no te muevas —comentó una voz joven que encendió los recuerdos en Pax, concentrada por no soltar un chillido de dolor. Era la misma persona de la farmacia—. Tuviste suerte —añadió, acercándose hacia la mesita de luz para acomodar el velador en su lugar como si fuera normal que estuviera en aquella posición y lo encendió; Pax observó la fuente de energía sin poder creerlo. Luego, el joven dio vuelta la cama para apoyar la bandeja en la mesita más cercana a Pax. Contenía una taza humeante y un paquete de galletas.

Frunció el ceño. ¿Dónde estaba?

Por primera vez, miró al muchacho, que estaba de pie en la cama junto a ella. Se trataba de un chico más o menos de su edad, tal vez dos o tres años más grande. El cabello oscuro, corto y enrulado. Estaba seco. Su rostro moreno cubierto de pecas y vestía una remera de mangas largas azul que marcaba sus brazos y unos pantalones oscuros holgados que le sentaban bien. ¿Dónde había conseguido este chico aquel lugar?

—Te sentirás mejor en unos días —dijo con sus manos apoyadas en la cintura y señalándole con la cabeza la pierna herida—. Victor me ha dicho...

—¿Victor? —preguntó en una voz que le sonó lejana—. ¿Está vivo? —preguntó incrédula.

El chico asintió, rascándose la nuca.

—No sabía que había alguien aquí arriba —explicó—. No sabía qué hacer para salvarte. Te habías desmayado y estabas perdiendo mucha sangre. Fue un milagro que Victor estuviera aquí y nos haya dejado entrar.

Vagary I || Bellamy BlakeWhere stories live. Discover now