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-¿Hasta qué punto puede llegar la perversión de un hombre, tío?- la voz de Harry rompió el silencio de la habitación, su mirada vagaba por la figura pequeña de su amiga, habían pasado ya unos días y las palidas muñecas de Hermione comenzaron a pintarse de azul, al igual que varios cardenales aparecieron en su cuello.


-Llega hasta donde uno lo deje- el menor apretó los labios.



Desde que llegaron al hospital no se habían marchado más que para ir a la mansión a darse un baño y luego volvían.


Sorpresivamente Lucius dejó que Severus y Sirius se encargaran de todo el aspecto legal del caso; quizás fue por que vio a la niña tan indefensa, o tal vez por que cuando había apartado a esos infelices lejos de ella en esa fatídica noche lo miró con tanto agradecimiento y no dudo en saltar hacia él, sin siquiera pensar en que podría hacerle daño también.  Lucius cerró los ojos, no quería pensar en eso, su corazón dolía de solo imaginar lo que hubiera pasado si Harry no le hubiera dado el collar.


-Papá... Harry- la voz de Draco se escuchó, había llegado con Lady Malfoy a observar a la niña. Era la primera vez que el rubio menor veía a la chica en el hospital; cuando se enteró que la sabelotodo de Gryffindor era la supuesta espía de Harry sintió curiosidad más que nada, cuando Cástor les contó lo que le había sucedido esa noche se sintió entre asustado y nervioso. Hoy fue el día que su madre por fin decidió que debían ir. Iban a hacerse cargo de la chica ''temporalmente'', pero como veía a su padre... Draco sonrió apenas, casi resignado.

Ahora entendía un poco la conversación de Harry en el tren.

Ésta niña sería su nueva hermana y no podría luchar contra ello, realmente no podía y no quería; solo lo aceptaría, así como aceptó a Cástor y Póllux, como aceptó a Neville y a ese raro pero buen chico de Pucey.

Su madre invocó una silla para ellos y se sentó al lado contrario de su padre, con algo de vacilación tomo delicadamente la mano de la chica, mirando con pena los morados que marcaban su piel; una dama no debería ser tratada de esa manera.





Harry volvió a suspirar, su expresión ilegible; sin embargo sus ojos prometían sangre.





























La noche del incidente, Albus Dumbledore sintió su magia vibrar, convaleciente como se encontraba desde antes del término del año escolar no pudo hacer nada cuando las barreras en la casa de su mocosa favorita cayeron durante unos segundos antes de volver como si nada. Quería enviar una carta a los padres de la chica, saber qué había pasado; ¿Había nuevamente desafiado a sus padres esa hermosa leona? ¿O era algo de lo que debía preocuparse?, sin embargo no lo hacía, las cartas eran fácil de interceptar, fáciles de usar en su contra, debía salir  rápido de ése hospital, aunque no veía eso muy cerca. Seguía sin poder hablar, el adormecimiento de su cuerpo cada vez era menor, pero no podía comer, no podía beber; lo alimentaban con hechizos pero no era lo mismo, tenía horribles fiebres y dolores que lo dejaban en cama por horas y horas nadando en la inconsciencia. ¿Quién se había atrevido a envenarlo? ¿Y con qué?

De lo que pudo oír de las enfermeras era un veneno nunca antes visto, una mezcla de muchas, hasta ahora solo veían los efectos del veneno de acromántula y éso de por sí ya era de peligroso. Maldito aquél que se atrevió a ponerse en su contra, lo mataría, mataría a sus padres si éstos aún vivían, violaría a sus hijos si es que los tenía. Quien sea que lo haya envenenado lo pagaría y con creces.

La fiebre comenzaba a volver y la inconsciencia lo reclamaba, vagamente vinieron a su mente los recuerdos de Hermione; sus pechos apenas abultados, su piel tersa aún con suavidad infantil, su rostro dormido sin saber lo que le haría, aquello era lo más excitante antes de comenzar.



The Dark Side  (Tomarry) |PAUSADA|Where stories live. Discover now