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Había pasado casi un año. Un año donde muchas cosas habían ocurrido, el cumpleaños de Harry se acercaba y aun no podían encontrar a su tío Regulus.  Por otro lado, Remus prácticamente ya vivía con el niño y Severus en la mansión. 








Los primeros tres meses,  Narcissa se había dedicado a desmantelar cada uno de los hechizos que la casa de infancia de Dumbledore tenía, buscó por cada rincón,  algún pasadizo,  cualquier cosa que sea sospechosa y pueda albergar a un mago, pero nada, pero si había encontrado algunas cartas. Al parecer, el viejo chocho ése era amante del primer señor Oscuro,  Grindelwald. Había varios documentos esparcidos por un escritorio en lo que supuso era la habitación de un joven Dumbledore, suponían que pensó que nadie pasaría sus hechizos y que por eso no se tomó la molestia de guardarlos.















Los siguientes cinco meses fueron muy duros para Lucius,  la actual casa de la vieja cabra tenía el doble de hechizos y conjuros, en su mayoría oscuros, lo que le daba una gran ventaja,  pero aun así, eran demasiado poderosos,  por eso no debía cometer ningún error.







La sorpresa con la que se habían encontrado al entrar fue tremenda,  es que no todos los días podías entrar a la casa del mago más poderoso del siglo para ver como éste estaba obsesionado con Voldemort,  con Harry Potter y con las reliquias de la muerte. Lucius observó con detenimiento como en algunos pergaminos había escritos, acerca de la familia Potter y una reliquia familiar que estos poseían.  Una de las tres reliquias... la capa de invisibilidad que la muerte le otorgó al menor de los hermanos del cuento. Así como otros en los que explicaba acerca de la varita de Saúco y cómo la obtuvo.









El desgraciado ya tenía dos de las reliquias,  solo le faltaba la piedra, pero al parecer, no tenia ni la más mínima idea de donde se encontraba ésta.






Había examinado con detenimiento el lugar, sin encontrar nada. La frustración era palpable en los adultos,  pero aun más en Severus,  quien no paraba de buscar dentro del castillo, pero nada, por otro lado, Remus, con el pasar de los meses,  yendo por flu de la casa del pocionista -en donde vivía temporalmente cuidando de Harry con los Malfoy- hasta el despacho de éste, donde entraba al armario evanescente que lo dejaba en medio del bosque prohibido, se encargaba de hacer un rastreo dentro del gran bosque.






Ya había podido controlar y manejar su transformación de Alpha,  por ende, sus sentidos eran mucho más agudos, habiendo descartado la zona este, oeste y norte del bosque. Solo le quedaba ir al sur, en donde se encontraban la mayoría de las hadas y centauros. Ese era considerado el territorio más peligroso dentro del bosque.









-Tío Remus...- la vocecilla de Harry se escuchó en el silencio de la sala, Severus se encontraba leyendo en el sofá frente a la chimenea,  tenia puesto unos lentes que reflejaban el fuego danzante frente a él. Levantó la mirada y observó tanto a su hijo como al hombre lobo.





-Dime Harry- respondió el castaño, quien se acercó al chico hasta cargarlo sobre sus piernas, sentándose en el sillón continuo a Severus. 






-¿Tú encontrarás al tío Regulus,  verdad?- preguntó el niño,  su semblante triste frustrada aún más a Severus,  quien era el que más se preocupaba por Regulus y que éste fuera encontrado.




-Claro que sí,  estoy completamente seguro que lo haré - el niño sonrió brevemente, hasta que se acurrucó un poco más sobre su pecho, era tarde,  la hora de dormir del niño ya había pasado, pero aun así dejaron que se quedara con ellos en la sala de la mansión Prince.







The Dark Side  (Tomarry) |PAUSADA|Where stories live. Discover now