✦ DÍA 3 - Capítulo 1✦

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Cuando llegó al octavo subsuelo, las puertas se abrieron y lo dejaron a merced de un mar de oscuridad que ya le resultaba familiar. Caminó en línea recta a gran velocidad. Allí nadie podía ver el oscilante movimiento de su cuerpo, que se mecía con fragilidad, siempre a punto de caer ante el más mínimo tropiezo.

Se dirigió a la calesita y de ahí a la cocina, donde, supuso, podría encontrar a Delfina.

Recordaba a la perfección su primer encuentro con la menor de las hermanas Valini. La había encontrado llorando una mañana en el parque. Al parecer, su hermana había robado algo de comida y los sunigortes la atraparon y la mataron al instante. Recién habían llegado al purgatorio, así que no sabían demasiado sobre el funcionamiento del lugar. Él llevó a la pequeña a su casa para que no sufriera la misma suerte que su hermana —y para evitar más crímenes—. En esa semana, Delfina se encargó de cocinar, lavar, planchar y hacer todas las tareas que le correspondían a su empleada doméstica. Una vez que encontraron a Irina, él les ofreció darles trabajo como mucamas en su hogar, pero la mayor lo rechazó diciendo que no quería perder su libertad y que, además, no sabía hacer nada útil. De inmediato, él las envió a El Refugio y les pidió que se encargaran de cuidar a los niños; les dio ilusión de poder y liderazgo, sin quitarles toda su libertad. Allí tendrían comida y un techo. Las había contratado indirectamente. Además, confiaba más en dos jóvenes mujeres que en los brutos empleados que vigilaban el edificio. Sabía que ellas ayudarían a que aquel lugar se convirtiera en un hogar, en una familia. Así los niños ni siquiera pensarían en salir.

Lucio entró a la cocina sin golpear la puerta. Delfina se volteó al oír pisadas y lo observó, confundida.

—Don Lucio, buenos días. —Hizo una leve reverencia con su cabeza—. No esperaba su visita. ¿Qué lo trae de nuevo a El Refugio? —preguntó con amabilidad. Su voz temblaba un poco por el miedo al recordar la escena del día anterior.

—Vengo por la nueva. La quiero lista para salir en diez minutos. Dale uno de tus vestidos para que no se vea tan ridícula. Esperaré en mi auto, tengo que hacer una llamada. Adiós. —Le dio la espalda sin siquiera dejarle contestar y comenzó a caminar en dirección a la salida. No le agradaba pasar demasiado tiempo bajo tierra. No era claustrofóbico, pero el encierro lo ponía nervioso.

Una vez más, Anahí despertó con las mejillas secas y los labios pintados de terror; las pesadillas se habían apoderado de su noche

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Una vez más, Anahí despertó con las mejillas secas y los labios pintados de terror; las pesadillas se habían apoderado de su noche. Pensó que quizá debería agregar un atrapasueños a su lista mental.

Oyó golpes.

Eso era lo que la había despertado. Alguien reclamaba su atención al otro lado de la puerta.

—¡Anahí! —llamó Delfina—. Anahí, despertate. Es urgente.

—¡Ya voy!

Sabiendo que se trataba de la hermana menor, no se preocupó por ponerse más que la polera, que apenas si le tapaba la mitad de la bombacha. Caminó descalza hacia la puerta y abrió una rendija para poder hablar desde la oscuridad de su habitación.

Purgatorio (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora