14. Ardor de estómago

En başından başla
                                    

-Este...-dije, carraspeando y mirando al recién llegado.-Entonces tú eres Diego.

-Ajá.-me contestó él mirándome con los ojos entornados.-Y tú eres Aristóteles. Temo me ha contado mucho de ti.

Sus palabras eran amables y estaban acompañadas de una sonrisa pero tenía un tono despectivo que me hacía pensar que él sabía algo que yo no.

-Pues... yo sólo sé que eras su mejor amigo en Toluca.-dije, haciendo énfasis en el tiempo copretérito del verbo.

-¿Ah sí?-preguntó Diego enarcando las cejas con una mirada poco impresionada.-¿Eso te dijo?

De inmediato volteó a ver a mi amigo que tenía una expresión mortificada mientras se mordía el labio inferior, el mismo labio que había estado entre los míos la noche anterior y que...

-¿O tú solito llegaste a esa conclusión?-interrumpió mis pensamientos.

-Pues... ¿no crees que está raro que mi novio nunca me haya contado de su mejor amigo?

-¿Novio?-dijo Diego con una risa sarcástica.-Ay, mijo, yo sé todo.

-¿Qué?

-Diego sabe que tú y yo no somos novios de verdad, Ari.-intervino Temo por primera vez en la conversación con un tono nervioso.

-Ah.

Bueno, hasta ahí había llegado mi única estrategia.

-Y entonces, ¿si él es tu mejor amigo qué soy yo?-pregunté cruzando los brazos.

Mi amigo miró el suelo, luego a Diego y finalmente a mí, pero cuando abrió la boca para contestar, Pancho entró al departamento con sus hijos mientras reían de algo.

En cuanto vieron al toluqueño los dos sonrieron ampliamente y Lupita exclamó:

-¡Diego!-antes de correr hacia él y abrazarlo.

Intenté recordar si alguna vez había reaccionado de forma parecida al verme, pero no pude hacerlo.

-¡Calcomanías!-contestó el castaño mientras el hermano de mi amigo también se acercaba a abrazarlo.-Hace mucho que no los veía, ya están enormes.

-Ve, hasta ya estoy más alto que Lupita.-anunció Julio parándose en la punta de sus pies para superar la estatura de su melliza.

-Ash, claro que no.-respondió ella también intentando verse más alta, y todos echaron a reír.

De pronto los niños repararon en mi presencia y la hermana menor de mi amigo hizo una expresión de sorpresa.

-Ay, hola Ari.-dijo sonriendo mientras se separaba del toluqueño para luego voltear a verlo.-Él es el novio de Temo, Diego.

-Sí, ya nos presentamos.-contestó él con media sonrisa falsa.-Pero gracias.

Entonces Pancho comenzó a carraspear, como intentando disipar la evidente tensión en el ambiente.

-Pues vayan alistando sus chivas, chamacos, porque se está haciendo de noche y el Diegochas todavía no tiene dónde dormir, ni modo que se acueste en el suelo, ¿verda'?.-dijo, seguido de una de sus características carcajadas.

-¿Dónde va a dormir, Papancho?-preguntó Julio enarcando una ceja.

-Obvio microbio que en el cuarto del Temístocles.-respondió él.-Si lo dejamos en la sala se va a poner como paleta helada.

Mi estómago comenzó a arder de nuevo. Mi intuición me decía que ellos dos habían tenido algo que ver en el pasado y dejarlos dormir en la misma habitación me parecía irresponsable además de que consideré que quizás podía incomodar a mi amigo, así que usé la carta del novio:

-Este... Papancho como que no me encanta la idea de que mi novio duerma con otro niño en su cuarto.-dije, evitando las miradas de Temo y Diego.

-Ay, no te preocupes, Ari.-contestó él restándole importancia al sacudir su mano frente a él.-Temochas está bien menso por ti y Diego nomás es su mejor amigo, ¿verdad?

-Eh... sí.-dijo Temo con un tono nervioso.-Solo es mi amigo.

-Bueno, pues entonces ¿me acompañas a guardar mis cosas de una vez?-dijo Diego, tomando a mi amigo del brazo.

-Yo les ayudo.-me ofrecí, comenzando a caminar en su dirección.

-Espérate Ari, Julieta me dijo que te avisara que ya casi se van para que te fueras despidiendo.-interrumpió Lupita, haciendo que me detuviera a mitad de camino.

-Ah, bueno.-contesté mientras sentía que el maldito ardor de estómago aumentaba.

Me despedí de Pancho y Lupita con un abrazo a cada uno ya que Julio se había ido al baño cuando hablábamos de cómo iban a dormir sin que nadie se diera cuenta, y luego volteé para encarar al toluqueño y a mi amigo.

Los dos me miraban con expresiones muy diferentes, una de confusión y nerviosismo y la otra de desprecio que intentaba ser cubierto con una sonrisa.

Sin pensármelo muy bien, como la mayoría de las cosas en la vida, me acerqué a Temo sin romper el contacto visual con él, le puse una mano en la cintura, la otra en el rostro y le planté un beso en la mejilla lentamente, disfrutando su cercanía por alguna razón pero manteniéndome consciente de la mirada de Diego en mi nuca. Escuché que la respiración de mi amigo se entrecortaba mientras cambiaba mis brazos de lugar para abrazarlo y el ardor en mi estómago se combinó con la extraña calidez que comenzaba a acostumbrarme a sentir con él.

-Nos vemos mañana.-le dije mientras me alejaba y él simplemente asintió con la cabeza con los ojos muy abiertos.

Me di media vuelta en dirección a Diego, cuya expresión había cambiado a una muy tensa, con la mandíbula apretada y los brazos cruzados. No pude evitar sentir una oleada de satisfacción al verlo.

-Hasta luego, Diego.-dije extendiendo mi mano hacia él con una sonrisa.-Fue un gusto conocerte.

-Nombre', el gusto fue mío.-respondió, apretando mis dedos un poco más de lo necesario pero no demasiado.-Que descanses.

-Igual.

-No te preocupes, seguro que voy a dormir muy bien.-dijo con un tono irritante.

Y antes de que pudiera observar el cambio en mi rostro, me di media vuelta y salí por la puerta con un solo pensamiento en la mente: "¿Qué carajos acaba de pasar?"

El Plan de la Azotea | AristemoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin