Capítulo veinte.

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- No sabe lo feliz que me hace tener una limusina.

Me dejo pasar y antes de si quiera acomodarme, sentí el movimiento de el coche al moverse, y los labios de mi jefe sobre los mios.

Me empujo hacia abajo, haciendo que me acueste sobre el asiento de cuero de la limusina. Sus labios se movían sincronizados con los mios. Se movió entre mis piernas hasta apoyar toda su erección contra mi. Me separé un segundo de sus labios, para lanzar un gemido, y sus labios volvieron a atacarme.

Era como si no pudiéramos tener suficiente del otro.

Mis bragas ya estaban empapadas y sabía que el podía sentirlo. Una de sus manos empezó a divagar por el interior de mi muslo izquierdo hacia arriba... y antes de que llegara al lugar mas deseado por mi, se detuvo. Maldije por dentro y nos separamos.

Habíamos llegado.

Cuando me atreví a mirarlo, él sonreía coquetamente.

- Sera mejor que se arreglé un poco, señorita Dawrer.

Yo instintivamente me acomodé el vestido y agarré mi bolso de mano a mi costado, que estaba casi cayéndose del asiento.

Saqué un espejo y me acomodé el pelo y arreglé el maquillaje de mis labios.

- Intentaré solucionar las cosas de la empresa. Inventaré una excusa y nos iremos rápido -él me miró como si fuera él único vaso de agua en el desierto- No podría aguantar demasiado.

-Créame que yo tampoco.

Ya lo había apostado todo. No iba a dar marcha atras ahora. Así que si esto tenía que pasar, iba a pasar. A la mierda todo.

El me sonrió antes de darme un casto beso y bajarse.

...

La fiesta estaba interesante. James se había ido a hablar con el señor Lambertville y parecía demasiado ansioso. No lo juzgaba, yo estaba igual.

Me habían servido brandy y ofrecido algunos canapés mientras caminaba apreciando las obras que exponían para que alguien compre y done.

Y entonces la vi, vestida de blanco y sonriendo a todo el mundo allí, con un peinado espectacular. Peta.

No podía ser que ella este en todos los lugares y arruine todo. Lo peor es que era obvio su objetivo. James.

Lo vi al final del corredor, saliendo del despacho del señor Lambertville. Y como era de esperarse ella también lo vio.

No sabía mucho de esta mujer, quien era realmente, de que vivia, nada. Pero parecía ser que a donde James iba, ella iba detrás.

James también la había visto, y lo que fue peor es que iba en dirección a ella. Me di la vuelta agarrando, ahora, otra bebida. Que sea lo que sea era muy fuerte. Y mientras hacia que estaba viendo el cuadro, pude ver de reojo que él se estaba yendo con ella a otro lugar.

La excitación que había estado reteniendo se hundió en un agujero negro siendo reemplazado por ira.

Seguí a uno de los camareros con la mirada hasta ver de donde entraban y salían. Bingo. Si esa era la cocina, ahí estaría la bebida.

...

Mi teléfono estaba sonando por milésima vez con el tono de James. Bueno lo admito, no tendría que haberme ido de la fiesta sin avisarle.

Y también admito que me había perdido, fue muy mala idea irme si no sabía la mayoría de las calles de donde sea que estábamos.

Al final me rendí y decidí que, primero: estaba cansada, y segundo: había tomado demasiado.

El nuevo Jefe - James MaslowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora