Capítulo cuarenta

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[Un año después]

Suspiré por quinta vez desde que estaba parada frente a las puertas blancas. Estaba demasiado nerviosa para pensar en los arreglos y si todo saldría bien. Aunque sabía que lo que estábamos haciendo no estaba mal no dejaba de cuestionarme que pensaría la gente. Lo amaba y era todo lo que yo sabía. Sentí una manito en el escote de mi vestido y vi a David jugando con las lentejuelas que brillaban. Suspiré otra vez y me aferré a él.

- ¿No te estarás arrepintiendo, no? -Christa se acercó a mi y pasó una mano por mi vestido- Es decir si tu lo deseas nos vamos por esa puerta y lo que quieras, pero...

- No... no me iré. Es que estoy nerviosa ¿Sabes? Nunca me imagine en esta situación, pero lo amo. - Abracé a David quién llevaba un traje muy formal hasta para un adulto. No sabía de como no se había puesto insoportable aún-

- Y el los ama a ambos. -ella me sonrió dulcemente- Así que... -la música nupcial empezó suave en la habitación continua- ¿Estas lista?

Respiré profundamente y asentí. Las damas de honor se pusieron en posición y las organizadoras acomodaron mi vestido detrás de mi. Se me encogió el pecho del nerviosismo.

-Casi lo olvido -Christa se dió la vuelta con una horquilla con detalles en azul- Algo azul y viejo.

Lo reconoci al instante aún cuando habían pasado años. Era de mamá. Lancé un sollozo antes de mirar para arriba y lanzarme aire con las manos para evitar llorar y que el maquillaje se corra.

- Mamá estaría orgullosa de ti, Mia. -ella lo colocó en mi cabello, procurando no desarmar mi peinado. - Ya es hora.

Las puertas blancas se abrieron ante nosotras y en mi lugar escondido de los invitados vi al hombre más guapo que había conocido jamás. Sonreí a David, quién se parecía demasiado al padre y di los primeros pasos hacia el pasillo con la alfombra roja en el suelo, resaltando en el blanco y madera de la habitación. Procuré agarrar el vestido en la parte de adelante para evitar un papelón.

Mientras avanzaba veía los pétalos de rosa regados por las damas de honor y a los invitados, la mayoría parte de James. Todos sonreían encantados al vernos entrar a David y a mi juntos. Reconoci a las amigas de mi hermana y a Antonio quien por cierto había confeccionado este vestido para mi, justo el que me había probado la vez que lo conocí. Negué con la cabeza, recordando el vestidor... y una sonrisa se dibujo en mi rostro.

Entonces miré hacia adelante y la respiración se me corto. Tenía ganas de llorar, pero en cambio tragué saliva y luego le sonreí tímidamente. Su mirada penetrante me atraía hacia él como un imán, me hacía sentir segura, de tal forma que sentía que éramos nosotros dos solos en el mundo. Lo miraba y sabía que con él estaba destinada a pasar el resto de mi vida, era la pieza que me complementaba, era mi reflejo.

Esto estaba fuera de todas las reglas... ¿A quién le importaban las reglas? Nos amábamos y amábamos a David, las reglas no existían aquí.

Las damas de honor se pusieron en su respectivo lugar mientras yo daba los últimos pasos al altar y me ponía en mi lugar, con David en brazos, sucumbido por la tentación del mundo de los sueños.
El velo tapaba los ojos brillosos que tenía por la emoción.

Le pasé con cuidado a David a mi hermana y luego el ramo. Unos segundos después James tomó mis manos, con ansias y ternura.

[...]

-Yo James Maslow prometo amarte, cuidarte y respetarte, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza... hasta que la muerte nos separe. -James deslizó lentamente el anillo por mi dedo angular-

- Yo Mia Dawrer prometo amarte, cuidarte y respetarte, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza. .. hasta que la muerte nos separe. - deslicé el anillo sobre su dedo con nerviosismo y luego apreté su mano-

- Los declaro marido y mujer.

James se acercó a mi lentamente y subió el velo que cubría mi rostro. Mordí mi labio intentando contener las lágrimas y James sonrió.
Sentí su mano en mi cintura apretandome fuerte y luego sus labios estaban junto con los míos, formando un beso dulce y lleno de amor.

-¡Besala bien! - algún simplón grito desde el público y todos rieron. Pero James lo tomó en serio. Me inclinó hacia atrás y me dio un beso apasionado, con algo más que amor y dulzura. - ¡Así es!

La sala se llenó de gritos de alegría y James me volvió a mi lugar. Pero antes de que tenga oportunidad lo bese otra vez y sonreí mientras lo hacía.

Era la mujer mas feliz en este momento.

[...]

Apoyé mi cabeza sobre el hombro de James, escondiendo mi rostro en su cuello, mientras empezábamos a movernos al sonido de la música del vals. Rodée su espalda con mi brazo y aspiré su aroma tan adictivo.

Mis zapatos habían desaparecido, al igual que los de James. La arena estaba exquisita debajo nuestro y las olas del mar se escuchaban a lo lejos, todo era perfecto.

- ¿En que piensa señora Maslow? - James apreto su agarre y yo sonreí por como sonaba eso-

- En lo feliz que estoy, Señor Maslow. Y lo deseosa que estoy por que llegue la luna de miel. - bajé el tono de voz y lo escuché sonreír-

- Podemos adelantarnos -sentí la mano de James bajar por la curvatura de mi espalda y más abajo... pero antes de llegar se detuvo y lo maldije mentalmente- pero iría en contra de las reglas.

-Las reglas estan para romperse - susurre cerca de su oído y luego deje un beso húmedo en su cuello.-

James me miró, primero con intensidad y luego con ternura, reflejando en sus ojos todo el amor que me daba. El corazón me latió rápido, mientras se acercaba lentamente a mi. Sus labios encontraron los míos, que lo recibieron con el mismo amor e intensidad que él me mostraba, haciendo un beso dulce.

Todo el mundo desapareció y la música dejó de sonar. Las luces se centraron en nosotros y lo demás quedó oscuro.

- Te amo... -James apoyó du frente contra la mía mientras susurraba esas palabras. -

- Te amo, James.

...

Fin...?

El nuevo Jefe - James MaslowWhere stories live. Discover now