T1 | Capítulo 19

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Las cosas no podrían empeorar... ¿Cierto?


Podría jurar en ese instante que el techo de mi habitación era lo más atractivo que hubiera visto en mi vida. Había despertado hacía más de una hora y no era capaz de levantarme y salir de entre sábanas, y no precisamente por sueño sino porque quería que me tragara la tierra y me escupiera lo más lejos posible de Min Yoon Gi.

"Me gustas... Me vuelves completamente loca. De no ser así... ¿Crees que te hubiera besado? ¿Crees que al menos hubiera dejado que me tocaras o estuvieras tan cerca de mí? Me gustas tanto que haces que te odie. ¿Eso era lo que querías escuchar de mí?"

Escondí mi rostro bajo la almohada y grité hasta que me doliera la garganta. Tenía que haber estado demente como para haber confesado algo como eso y en una situación así. ¿Cómo podría mirarlo a la cara ahora? De lo único que estaba completamente segura, era de que ya las cosas no serían de la misma manera... Y que tampoco podría escaparme o esconderme.

Estaba acabada...

Al final decidí salir de la cama y afrontar la realidad. Hice mi rutina diaria. Tomé un baño en el que lavé mi largo cabello castaño, usé los jeans rasgados en las rodillas que tanto me gustaban junto a una blusa de tirantes, desayuné cereal y salí rápidamente con mil oraciones en la boca hacia la estación para tomar el bus que me dejaría a unas cuadras del edificio de los chicos, porque si contaba con un poco de suerte, lograría sobrevivir a tan incómodo día que sería. Y en menos de media hora ya estaba caminando en dirección al complejo de apartamentos hasta que el tono de notificaciones de mi teléfono hizo que me detuviera en medio de la calle.

Chantajeador:
Tenemos una crisis.

Un hombre de pequeños ojos negros que barría el frente de su negocio soltó una maldición para luego mirarme con la perplejidad plasmada en su rostro luego de que yo soltara una carcajada de la nada. De hecho, no me importó, seguro pensaría que algo malo sucedía con mi cabeza por estar riendo como una tonta a mitad de la calle, y es que nadie más sabía el secreto detrás de aquellas palabras que Jungkook me había enviado.

Instantáneamente mi humor mejoró, así que giré mi cuerpo y cambié el rumbo en el que me dirigía. Una cuadra en la dirección contraria había una cafetería de dónde provenía un exquisito aroma a pan recién horneado. Y mientras compraba medialunas para todos y cualquier otro tipo de pan que se viera agradable, recordaba aquella vez en que Jungkook y yo tuvimos nuestra larga caminata luego de que el menor visitará a la chica que le gustaba. Aquella noche mencionó que si alguna vez me escribía diciéndome "Tenemos una crisis" que no me espantara ya que se trataba solamente sobre escasez de comida. Recuerdo que también lo había golpeado en el hombre por semejante disparate, jamás pensé que realmente lo hiciera, hasta ahora.

Al menos, esa pequeña crisis había logrado que mi mente se distrajera.

En menos de diez minutos ya me encontraba digitando la clave de acceso para ingresar al apartamento de los chicos, y en el mismísimo instante en que me puse las pantuflas color rosa que habían comprado para mí, un extraño olor me invadió obligándome a hacer una mueca de desagrado... ¿Acaso me había equivocado y si se trataba de una crisis?

Seguí al extraño hasta la cocina donde me encontré a Nam Joon comiendo cereal en silencio apoyado contra la mesada, a un Jungkook y un Hoseok con el ceño fruncido sentados frente a la isla y a Taehyung improvisando frente a la estufa. Instantáneamente los ojos del menor se iluminaron al verme, quién diría que luego de un chantaje y algunos secretos compartidos, el chico se volvería cercano a mí, o tal vez la razón de esos ojos brillantes era porque ya había detectado el olor a pan recién horneado junto a mi llegada.

Somos una mentira | Min Yoon GiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora