T1 | Capítulo 7

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El armario de Nam Joon estaba completamente iluminado por una lámpara de techo. Había tantas prendas colgadas que no sabía exactamente hacia dónde mirar, pero la gran mayoría eran de los mismos tonos: Café, beige, azul y blanco.

Un par de minutos antes había llegado de sorpresa a su habitación, era extraño encontrarlo ahí en vez de en su estudio, aun así, me recibió con una radiante sonrisa, de esas que hacían que los hoyuelos en sus mejillas se dibujaran, dándole un aspecto infantil y tierno.

Mi tarea era sencilla: Conseguir un abrigo. No lograba concentrarme en absoluto, aún percibía el aroma de las galletas con chispas de chocolate que Yoon Gi había preparado para mí y aunque no las había probado aún, podía apostar que eran deliciosas. Y a pesar de todo, seguía sintiéndome molesta y frustrada. Lo que había sucedido ayer... No tenía palabras. Me había ofendido de todas las maneras posibles, aun así... Tenía que seguir viéndolo todos los días para mantener mi trabajo. Mi corazón dolía y aunque él tuviera la iniciativa de arreglar las cosas, sabía que no sería suficiente. Tal vez debería dejarlo pasar por el momento... Pero no era específicamente de las personas que olvidaban, no después de la manera en que me había tratado.

— ¿Encontraste uno que te gustara? —La voz de Nam Joon me trajo de vuelta a la realidad. El chico estaba de pie junto a la puerta del armario con una bonita sonrisa en los labios, una que se amplió cuando me vio encogerme de hombros y sonreír apenada.

— Tienes tantos... —Murmuré volviendo la mirada hacia las prendas.

— Déjame ayudarte... —Se ofreció entrando por completo al armario. Sus largos y delgados dedos se deslizaron rápidamente por las prendas hasta que se detuvo en una, de pronto, sacó un enorme abrigo color azul— Levanta los brazos. —Me pidió y yo obedecí.

Con cuidado me ayudó a colocarlo, asegurándose de sacar mi largo cabello castaño que había quedado por debajo del abrigo. Me miré en el espejo por unos segundos, y si... No cabía duda de que era enorme. Las mangas eran tan largas que mis manos no quedaban a la vista, incluso me cubría unos 20 centímetros por encima de las rodillas, parecía un gnomo de jardín.

— Lo siento, es el más pequeño que tengo... —Soltó entre risas, avergonzado. — Deberías usar uno de Jimin o Yoon Gi Hyung.

— Este está bien. Yoon Gi me mataría donde me atreviera a usar una de sus cosas... —Dije rápidamente haciendo una mueca con los labios.

— Aun así, Yoon Gi es más delgado que yo, podrías... —Entonces yo fruncí los labios— ¿Estás bien? He escuchado que has discutido con él, los chicos solo han hablado de eso en toda la noche. No te enojes tanto, sé que se portó como un tonto pero... No es muy amigable cuando tiene personas desconocidas a su alrededor, cambiará cuando se acostumbre y te tenga confianza...

— Eso no le da derecho a tratarme de la manera en que lo hizo. —Susurré levantando mi rostro para poder ver el suyo. — Sé que trabajó para él pero también soy una persona. No puedo soportarlo todo, sé que soy una molestia pero...

— Lo sé, pero no puedo solucionarlo por ti, esto es algo entre Yoon Gi y tú. Solo tienes que saber que nosotros siempre vamos a estar aquí para apoyarte, puedes venir cuando lo necesites ¿De acuerdo? Intenta hablar las cosas con él, puede que sea terco y que sea difícil que te escuche, pero en algún momento lo hará... Solo sé un poco paciente con él.

Y yo no supe qué más decir, Nam Joon tenía razón. A pesar de que seguía sintiéndome molesta, escucharle decir eso hacía que mi corazón se sintiera aliviado.

En ese momento, Yoon Gi apareció en la entrada del armario, tenía esa mala costumbre de aparecer en silencio. Lo vi contener una sonrisa en cuanto me vio, por su semblante podía saber que me veía ridícula con un abrigo tan grande, pero él no podía decir mucho ya que llevaba encima un abrigo negro igual de grande que el de Nam Joon.

Somos una mentira | Min Yoon GiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora