Parte 27 Maratón 3/3

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- Esto es una locura...

- Sube al coche anda - me ayuda a impulsarme a su todoterreno. Una vez estoy instalada dentro del vehículo se asegura que me ponga el cinturón y rodea el coche por la parte frontal  - ¿preparada? - dice mientras arranca el coche.

- ¿A dónde vamos? - pregunto mientras salimos del estacionamiento. Conduce dirección a la circunvalación que conduce fuera del pueblo. 

- Es una sorpresa, y espero que te guste. 

- ¿Qué tal ha ido el trabajo? - me mira de reojo - ¿Tan mal?

- No realmente. Ha ido bien, supongo. Tu hermano tiene mucha labia en las presentaciones y se desenvuelve muy bien, por eso me gusta ponerme con él.

- Vamos que tú eres el cerebro y él sólo la cara bonita... - se ríe ante mi comentario - es una simbiosis perfecta.

- A veces creo que me aprovecho demasiado de su carisma - me sigue la broma - quizás se sienta un poco explotado - dice mientra enciende la radio - ¿Te gusta Rock FM?

- ¿Si? - dije un poco dudosa - pero prefiero Kiss FM, me gusta la música antigua. 

 Hizo un gesto como para que me sirviera yo misma, y estuve enredando tanto tiempo con la radio que pensé que llegaríamos antes de que yo encontrase la cadena que quería. Sin embargo, cuando menos me lo esperaba, estaba sonando "Unwritten" de Natasha Bedingfield. Caleb estuvo toda la canción callado, sólo movía levemente el cuello al son de la música. Por otra parte, yo le gritaba al cristal de la ventana del copiloto cada palabra de la letra, o lo que yo pensaba que decía la letra más bien. 

  Llegamos a un monte que parecía estar más alejado de lo que realmente estaba, sobretodo por el tiempo que nos había llevado llegar. Extrañada me asomé por el cristal todo lo que pude, y vi un vestigio de muralla tras unos árboles.

- ¿En serio? - me giré sonriendo - ¿La antigua muralla?

- Efectivamente, hemos llegado a la muralla - se bajó corriendo y escuché cómo abría el maletero, y con la misma urgencia se asomó a mi ventana - ¿No piensas bajarte?

 Animada me bajé corriendo y me apresuré a su lado. Agarró mi mano y me condujo por un sendero hasta llegar a un saliente desde donde se veía todo el pueblo. Estaba fascinada, y no pude evitar pensar lo precioso que se vería de noche. Sentí un tirón hacia abajo, y caí sentada en una especie de manta, fina de estampados africanos.

- Y esta es nuestra primera cita - me dio un pequeño beso en los labios - comida - dijo sacando una bolsa de plástico de lo más cutre de detrás de su espalda, haciéndome reír, pues lo importante es la intención - un sitio cómodo, y sobre todo, las mejores vistas.

- Quién lo iba a decir, el magnífico Caleb, es un romántico en el fondo.

- No te creas, todo fue idea de Chad. Mi idea hubiera sido ir a por unas hamburguesas y comer en un parque con vistas probablemente a algún contenedor. 

- Mmm... deja que las próximas citas las organice yo, ¿quieres?

- Eso es grosero, pero vale.  Así mediremos lo romántica que eres. Aunque pensándolo bien... - puso ea cara de arrogante que tanto coraje me da - ¿Quién ha dicho que tendría más citas contigo?

- Eres un idiota - le quité la bolsa de las manos y vacié su contenido en la manta - sándwich de jamón york y queso, yogur bebible, y chocolate. Esta vez te has superado. 

- Ahora quiero mi recompensa - me tumbó dejando las cosas y empezó a darme pequeños besitos en toda la cara - ¿No crees?

- ¿Llevan mayonesa? - tras su asentimiento lo atraje hacia mí - entonces mereces esa recompensa.

 Uní nuestros labios, de forma lenta, sin prisa. Nadie podía vernos aquí, estábamos sólo él y yo. Disfruté cada roce, cada contacto de su lengua con la mía. Sus manos exploraron mi cuerpo meticulosamente y las mías se centraban en su pelo y torso. La situación subió un poco de tono cuando sus manos pasaron a tocar mi piel. En un momento se separó uniendo nuestras frentes.

- Si no paramos, algo me dice que no vamos a comer. 

- Tienes razón, pero para eso te tienes que quitar de encima - sonreí indicándole que no me podía incorporar con todo su peso aplastándome.

 Me ayudó a sentarme y me pasó parte de la comida. Estuvimos comiendo tranquilos y hablando de distintas cosas, sobre todo del equipo y los nacionales. Yo quería sacar un poco el tema de nosotros, quiero decir no quería presionar las cosas, pero sí saber qué estaba pasando con nosotros.

- ¿Ya estás acostumbrado a tenerme en el equipo? - solté de golpe recordando las primeras semanas.

- ¿Acostumbrarme? Sí, pero sigue sin gustarme - soltó quitándole importancia.

- ¿Por qué? - intenté no sonar todo lo ofendida que me sentía.

- El ejemplo está en el último partido, si no te hubieran hecho daño, tu hermano hubiera acabado la jugada en vez de lanzarse a por un jugador. 

- Creo recordar que de no ser por mí, mi hermano probablemente hubiera sido sancionado y expulsado del juego. 

- Hubiéramos jugado con un jugador menos y hubiéramos perdido igual. Jugases tú o no.

 Lo miré detenidamente unos segundos, ¿era siempre igual de capullo? No podía ocultar el hecho de que me sentía mal por sus palabras. Él intentó retomar otros temas a los que yo respondía con breves monosílabos. Pasó un tiempo hasta que se acercó a hacerme mimos, pero eso no disuadió el peso que tenía en la boca del estómago.

- No me digas que estás enfadada - escondió su nariz en mi cuello - Alex... simplemente me gustaba más cuando tu estabas con tus chicas y yo con mis chicos. Estaba hecho a eso, sólo tengo que acostumbrarme a esta nueva situación. Me gusta verte en el uniforme, en cualquiera de los dos. 

 Lo miré con una pequeña sonrisa de lado, al ver cómo corrigió lo que había dicho. Sin poder resistirme más me lancé esta vez yo encima y lo besé como nunca lo había hecho. Cuando mordí su labio soltó un pequeño gemido que me incitó a profundizar más el beso, llevándonos a dar vueltas por el pasto. Nos reimos cuando mi pelo se quedó enredado en unas ramas. 

- ¿Por qué no hemos hecho esto antes? - me dijo confundido.

- Porque... no lo sé. ¿Recuperamos el tiempo que hemos desperdiciado?

  Y así estuvimos pasando el tiempo, entre caricias y besos; chistes y risas. Cuando se acercó la hora del entrenamiento recogimos todo para irnos. Ya en el coche, escuchando de fondo a Alicia Keys, dije la pregunta que me rondaba en la cabeza desde hacia tiempo.

- ¿A dónde va todo esto? - él tenía su mano en mi muslo, pero al preguntarle la puso en e volante para mirarme brevemente - quiero decir lo nuestro.

- ¿Nuestro? - se hizo el confundido - no sé a qué te refieres.

- A lo nuestro, tú y yo. Estás en último año, pronto vas a irte. Lo mantenemos en secreto. No sé... no sé ni lo que somos.

- Estás pensando demasiado - cálmate Alex, cálmate y no le grites... - somos amigos que pasan el tiempo juntos - me miró un segundo y sonrió - es broma boba. No sé, me gustas. No sabía que me gustabas de esta forma hasta hace poco, quiero decir, me atraías, porque sabrás que eres una persona atractiva, tanto físicamente como tu personalidad. No quiero pensar, mientras más planeas peor te sale.

- ¿Estás asumiendo que te gustaba desde hace tiempo? - no pude evitar picarle.

- No te flipes Tarner, estoy empezando a tolerarte como algo más que amigos, no forcemos las cosas.

- Eres un idiota, pero tienes razón en lo de no presionar las cosas. Estoy de acuerdo. Sólo quiero saber, ¿Somos novios? - una estrepitosa carcajada desde el fondo de él me quedó callada - ¿qué he dicho?

- Que eres una romántica. No te he pedido salir todavía - puso su mano en mi muslo de nuevo y dio un breve apretón - no pongamos etiquetas. 

 Sus constantes evasivas, me gustaban y me desesperaban a la vez, eran sentimientos muy contradictorios. Dando el tema por perdido subí el volumen de la música, miré el cristal y cogí su mano para darle pequeñas caricias. 


Guerra De Capitanes                            #wattys 2019Where stories live. Discover now