-¿Estás bien?-pregunté con los labios contra su suéter.

Él negó con la cabeza y siguió apretándome, así que yo comencé a pasar mi mano por su espalda, haciéndome consciente del relieve de su columna y sus omoplatos contra mis dedos.

-Okey.-susurré simplemente.

Nos quedamos un minuto así, él con sus manos en mi espalda y su pecho contra el mío generando calor. Pensé que me hubiera sentido muy cómodo de no haber escuchado los sollozos de mi amigo y saber que estaba sufriendo.

Él se alejó lentamente y se limpió las lágrimas con el dorso de la mano, intentando calmar su respiración.

Sus ojos y nariz se habían puesto rojos, y sus mejillas seguían húmedas, pero al menos ya no lloraba.

-Perdón, yo no...

-No te disculpes.-lo interrumpí.-Aquí estoy para ti, como siempre.

Él asintió con la cabeza y bajó la mirada.

-¿Qué pasó?-le pregunté.-¿Alguien te hizo algo o...?

-Es por Julio.-me respondió, pasando los dedos entre su cabello castaño.-Es que... sigue igual. No quiere estar cerca de mí, tocar lo que yo toco, no...

La voz de Temo se quebró y un par de lágrimas salieron de sus ojos, pero él las dejó estar ahí. Negó con la cabeza y se encogió de hombros.

-¿Siempre va a ser así?-me preguntó.-¿Voy a perder a mi hermano por esto?

Yo me quedé en silencio sin saber cómo contestar, pero en su mirada había tanto dolor que no pude quedarme sin hacer nada.

Levanté mi mano antes de pensármelo bien y limpié las lágrimas de su mejilla con mi pulgar, ignorando su expresión de sorpresa y el nudo de nervios que se formó en la punta de mi estómago.

-No sé, Temo.-contesté, tomándolo del hombro.-Quiero prometerte que no, que Julio se va a dar cuenta de que está equivocado y todo va a volver a ser como antes, pero la verdad es que no sé.

-No pues qué bueno eres con las pláticas motivacionales.-se burló él esbozando media sonrisa triste y yo solté una carcajada suave.

-Para eso estamos haciendo esto, ¿no?-le dije, sacudiéndolo del hombro.-Para que los demás cambien su forma de pensar.

Temo subió su mirada y la conectó con la mía. Sentí como si detrás de sus ojos marrones hubiera cientos de cosas escondidas que quería decirme pero dejaba dentro de sí. No había olvidado que le rompí el corazón, ¿cómo hacerlo?, pero a veces me costaba trabajo recordar lo que había pasado entre nosotros, recordar que yo también lo había lastimado y que no era solo el mundo que nos rodeaba.

-Tienes razón, para eso estamos haciendo esto.

~~~

Unas horas después de ese encuentro, después de que acompañé a Temo a lavarse el rostro en el baño y después de que volvió a clase con el rostro rojo e hinchado por el que nadie preguntó nada pues Zac y Ben no estaban ahí, nos encontrábamos en el patio de la escuela esperando a que llegaran por nosotros.

Mi amigo parecía sentirse mucho mejor que en la primera hora del día, bromeaba y conversaba conmigo, pero cuando se distraía y creía que yo no lo observaba, podía ver cómo dejaba caer su máscara tranquila para revelar una expresión contrariada y herida. No soportaba verlo así.

De pronto, en medio de una plática sobre la nueva plaza que estaban construyendo en el centro de Oaxaca, sonó el celular de mi amigo y él lo levantó con el ceño fruncido.

Alcancé a ver la foto del chico de cabello castaño y sonrisa irritante sobre la palabra "Diego" en la pantalla de su móvil, pero él volteó el aparato de inmediato, dejándolo sonar.

Las palabras de Lupita, la hermana de Temo, volvieron a mi mente sin necesidad de que yo las buscara: "Su mejor amigo". Siempre había supuesto que yo era su mejor amigo, y pensar que pudiera ser de otra forma hacía que una sensación de molestia se arraigara en mi pecho, pero por otro lado no podía hacerlo evidente, eso no es lo que hubiera hecho alguien emocionalmente inteligente, así que simplemente le dije:

-Sabes que puedes hablar conmigo de lo que quieras, ¿no?

Temo enarcó la ceja y ladeó la cabeza ligeramente.

-Sí...-contestó con un suspiro.-Ya lo sé.

Lo miré con una expresión confundida, ¿por qué no quería contarme sobre Diego? ¿Había algo ahí que no quería que descubriera? ¿Estaba siendo paranoico o mi intuición intentaba decirme algo?

-¿Seguro que estás mejor?-le pregunté, poniendo mi brazo sobre sus hombros y acariciando su brazo mientras hablaba.-Te veo un poco...

Pero no tuve oportunidad de terminar la oración porque de pronto escuchamos una voz que decía:

-Ta' madre, pensé que ya se los habíamos dejado claro.-era Zac, que caminaba hacia nosotros con una expresión de desprecio.

-No queremos raritos en esta escuela.-siguió Ben, avanzando un par de pasos detrás del otro.

Yo me levanté de inmediato, avanzando unos centímetros delante de Temo, que también se irguió.

-Pues nos vale madres lo que quieran o no.-contesté.-Así que mejor váyanse antes de salgan con otro ojo morado.

-¿Qué?-espetó Zac, mirando a mi amigo con una mueca burlona.-¿Necesitas al joto de tu novio para defenderte, Cuauhtémoc?

En menos de un segundo vi a Temo pasar a lado de mí y abalanzarse contra Zac con el puño por delante, atestándole en el costado de la cara. El otro no tardó en devolverle el favor, golpeando su boca y haciendo que ésta sangrara de inmediato.

Mi instinto fue ponerme entre ambos, pero antes de que alguien más pudiera soltar otro puñetazo, se escuchó un grito ensordecedor de la maestra Diana que hizo que todos nos separáramos.

Y así fue como todos terminamos en la dirección por segunda vez en un par de semanas.

El Plan de la Azotea | AristemoWhere stories live. Discover now