—¡Corre mi amor, ya vienen!— llegamos al fin a la casa de los castores. Atoré la puerta hecha de palos de árboles, con un pedazo de metal. Al menos eso nos daría unos momentos para correr por nuestras vidas.

—No tardo— dijo la sra. Castor buscando y haciendo ruidos por toda su alacena.

—¡Qué está haciendo!— pregunté alterada.

—Ya me lo agradecerán, es un viaje muy largo. El sr. Castor se pone muy furioso cuando tiene hambre.

—¡Y también ahora!— le responde su esposo.

Todos comenzamos a tomar las cosas que la Castora traía en manos.

—¿Llevo la jalea también?— pregunta Susan inocentemente.

—Solo si la bruja nos ofrece galletas— reí pero nerviosamente, los lobos estaban muy cerca y con ellos la bruja.

Pero ya era demasiado tarde, los malditos animales trataban de entrar mordiendo toda la madera de la presa. Los castores nos dirigieron hacia un túnel, sin perder más tiempo nos pusimos a andar.

—¡Lo cavamos el tejón y yo, la salida está cerca de su casa!— nos dijo el castor mientras todos corríamos en el túnel. Mi corazón estaba al cien, no podía respirar bien pero eso no me detenía.

Lucy tropezó con una rama, la tomé del brazo y la ayudé a levantarse.

—¿Estás bien, Lu?— la observé de pies a cabeza comprobando que no tuviera ni un rasguño. Los aullidos se escuchaban como eco, pero eco cerca. Estaban en el maldito túnel.

Seguimos corriendo sin perder un segundo más.

—¡Debiste traer un mapa!— le dijo la sra. Castora a su esposo cuando el camino se dividió en dos.

—¡No cupo con tanta mermelada!

Dio un salto a la siguiente abertura del túnel y al fin logramos salir de la presa, Peter me ayudó a subir ya que yo era la última en la marcha.

Lo ayudé a tapar la entrada con el barril. Lucy calló al suelo nuevamente y me giré para ver si estaba bien. Pero lo que vi me espantó.

Eran muchos animales congelados, como estatuas. Pero lo preocupante, eran las caras de horror de cada uno de ellos.

El castor se acercó melancólico a una estatua —Era mi mejor amigo.

—¿Qué es lo que pasó aquí?— pregunté.

—Es lo que pasa con los que hacen enojar a la reina— me asusté cuando me respondieron, pues mi pregunta iba dirigida al aire. Peter extendió sus brazos, en señal de protección hacia mí y sus hermanas.

—¡Si das un paso más, traidor, te haré trisas con mis dientes!— el Castor estaba molesto ¿Era ese zorro el que hizo esto? No, acaba de decir que fue la bruja.

—Tranquilo— el animal bajó del tejado —Soy uno de los buenos.

—Pues estás tan feo que enserio pareces uno de los malos— sonreí ante ese chiste. Alejé el brazo de Peter y me acerqué al animal.

—Un desafortunado parecido de familia, después hablamos de especies. Ahora tienen que escapar.

—Qué tienes en mente- le pregunté, los aullidos estaban muy cerca.

Quien diría que estaba arriba, en lo más alto de un árbol para que unos mugrosos lobos no nos encontraran y nos hicieran sabe que cosas.

—Saludos, señores— le dice nuestro nuevo héroe a los lobos que ya estaban rodeándolo. —¿Se les perdió algo?

—No juegues conmigo— le dice enfadado Maugrim —Sé dónde está tu lealtad. Buscamos humanos.

El zorro se burló —¿Humanos? ¿Aquí en Narnia? Vaya, esa es información es muy valiosa ¿no lo creen?

El lobo atacó a nuestro nuevo aliado, este último chilló de dolor, inmediatamente me llevé a la boca mi brazo mientras mordía ligeramente mi abrigo para no soltar un gritillo.

—¡Tu recompensa es tu vida! Aunque no es mucho, pero es algo ¡donde están los fugitivos!

El zorro fingió haberse dado por vencido —Al norte, se fueron al norte.

—Empiecen a olfatear— ordena el policía. El lobo que lo tenía cautivo lo arrojó unos metros.

Bajamos después de que se fueran los lobos. Minutos más tarde, todos nos encontrábamos más tranquilos junto a una fogata.

—Estaban ayudando a Tumnus. La bruja llegó a ellos antes que yo. ¡Au! ¡Ah!— se quejó el zorro, la sra. Castora estaba ayudando con sus heridas.

—¿Te hicieron daño?— le pregunta dulcemente Lucy.

—Bueno, desearía decir que ladran más de lo que muerden ¡Au!— se quejó por milésima vez el pobre animalito.

—¡Basta, no te muevas!— le ordena la sra. Castora —Eres peor que mi esposo cuando se baña.

—El peor día del año— sonreí divertida.

—Gracias por su amabilidad. Pero no hay tiempo para recuperar mis heridas.

—¿Ya te vas?— preguntamos Lucy y yo al mismo tiempo, compartimos miradas divertidas.

—Ha sido un placer y un honor, mis reinas— hizo una reverencia —Aslan en persona me envió a reunir más tropas.

Los castores se vieron emocionados —¿Has visto a Aslan?

—¿Cómo es?

—Como todo lo bueno que hemos escuchado— dijo orgulloso el zorro —Estarán felices de poder luchar a su lado contra la bruja.

—No vamos a pelear contra la bruja— habla hostil Susan.

—Pero si el rey Peter... ¡La profecía!

—Son necesarios en esta guerra- trató de convencernos el sr. Castor.

Compartí miradas con los hermanos Pevensie. En realidad, siempre me ha gustado ayudar a los demás, pero debe haber un error, nosotros no somos reyes.

—Solo quiero que esté de vuelta mi hermano— sentenció el rubio.

(...)

Caminar en la nieve por su puesto que es difícil, el abrigo había resuelto el problema del frío pero era demasiado pesado. De verdad que mis piernas ya pesaban.

Agradecí cuando el castor se detuvo en una alta roca. El alba se extendía a lo lejos y el paisaje se veía hermoso. Aún estamos lejos de Aslan.

—El campamento de Aslan está cerca de la mesa de pierda. Cruzando el río congelado.

—¿Río?— preguntó Peter asombrado.

—Sí, hace cien años que está totalmente congelado— suspiré, yo creí que esto no sería tan difícil.

—Eso está muy lejos— admití.

—Así es el mundo querida, ¿Esperabas que fuera pequeño?

—Más pequeño— Susan vio mal a Peter y siguió con su camino. Era obvio que aún seguía enfadada con Peter, pero él tiene razón. Nadie podía saber que pasaría.

Kilómetros de caminata sobre la blanca nieve, eso era lo que habíamos estado haciendo desde que salió el sol. Mis piernas pesaban, al igual que la de mis amigos.

Cuanto deseaba llegar de una vez por todas con el tarado de Edmund y decirle, que es tan injusta la forma en la que me preocupo por él... y lo mucho que me importa.

NARNIA «Edmund Pevensie»Where stories live. Discover now