—Cuatro... cinco... seis... siete... ocho...

Corrí fuera de la habitación, sé que solo era un juego, pero soy de las personas competitivas que debe asegurarse de ganar, así que, a pesar de conocer la casa de pies a cabeza, el bosquejo de ella se me había olvidado completamente.

Miré a Susan e hizo una seña de que la siguiera, eso hice. Esto enserio era muy divertido. Corrimos por todas partes desesperadas por encontrar un lugar para las dos.

—25... 26... 27— se escuchaba al mayor de los Pevensie a lo lejos.

—Ahí— señalé un baúl lo suficiente grande para que las dos pudiéramos entrar. Susan abrió el baúl y después de que ella entrara yo lo hice. Aguanté la risa, pues era inevitable.

—99 y 100 listos o no allá voy.

Me tapé la boca con mi mano para que una traicionera carcajada no saliera, de verdad que soy patética para momentos como estos en los que debes estar serio. Y sin quedarse atrás, Susan también tapaba su boca, pues parece que mi risa logra contagiarla y no queremos ser descubiertas.

—¡Regresé! ¡Estoy bien! ¡No pasó nada!— miré a Susan sin entender nada ¿Era Lu la que estaba gritando a todo pulmón, eso? Creo que al igual que yo no servimos para estos juegos.

Salimos del baúl para ver que ocurría, llegamos corriendo con los chicos para ver la ligera discusión que tenían.

—¿No se preguntaron dónde estaba?— preguntó Lucy inocentemente.

—De eso se trata este juego— Le responde Edmund.

—¿Significa que ganamos?— Susan me miró y compartimos sonrisas de victoria.

—Lucy no quiere que juguemos más.

—Estuve lejos por horas.

Todos nos miramos sin entender a qué se refería con eso. Lucy nos dijo que había entrado a un ropero y que conoció un hermoso mundo allá dentro, además de que su historia parecía nada cuerda, no había probabilidades asertivas que pudieran probar su punto. Tal vez solo había sido un sueño.

Moví los abrigos abriéndome paso entre ellos y solo pude ver la parte de enfrente del ropero, miré a Susan y negué con la cabeza.

—Lucy aquí no hay nada más que el fondo del ropero.

—Un juego a la vez Lu, no tenemos tu imaginación —Después de las duras palabras de Peter, todos salimos nos dispusimos a salir de ahí.

—¡Pero no lo imaginé!

—Lucy ya basta— hice una mueca, Lucy parecía muy convencida de esto, según sus hermanos es una buena niña que jamás miente. Repito, tal vez solo fue un sueño.

—¡Pero no estoy diciendo mentiras!

—Yo te apoyo— todos miramos a Edmund confundidos, eso es mentira.

—¿Enserio?— le pregunta inocente la pequeña.

—Sí, te creo. Yo vi un campo de fútbol en el gabinete del baño.

Masajeé mi sien porque en realidad Edmund sabe sacar lo peor de sí para hacer sentir mal a las personas. Su comentario enserio que logró ponerme de malas, este chico es muy hiriente si es lo que quiere y sin mucho esfuerzo.

—Ay Edmund ya déjala en paz ¿Por qué siempre tienes que empeorarlo todo?

La cara de Edmund cambió a una de indignación, está más claro que el agua que le dolió el comentario de Peter.

—Solo era un chiste— se defendió.

—Creo que tú nunca crecerás.

—¡Déjame, tú te crees nuestro padre y no lo eres!— le grita Edmund en la cara. Suspiré, el chico estaba enojado y cuando estas en ese punto dices cosas de las que luego te puedes arrepentir. La cosa con Edmund, es que no se sabe si de verdad se arrepiente.

—Tú sí que arreglas las cosas— Salió Susan de la habitación, decepcionada por la pelea.

—Pero— miré a Lucy —Todo lo que dije es verdad.

—Susan tiene razón Lucy, ya basta— Peter me miró triste antes de ir a donde se fueron sus hermanos.

—Thalia, ¿Tú me crees no?— miré a la niña que acumulaba lágrimas en sus grandes ojos y me acerqué a ella como instinto.

—Creo que a mí también me hace falta un poco de imaginación— la niña me miró aún triste, obviamente mi cabeza estaba enfocada en una cosa: es imposible. Sin embargo, la vida está llena de cosas imposibles, le di un tierno beso a la niña y me retiré de ahí.

Susan estaba en mi habitación viendo mis vestidos, aunque era obvio que le quedaban un poco cortos. Nos reíamos de cosas sin sentidos y me di cuenta de muchos gustos que compartía con la hermana mayor.

Me habló sobre sus planes del futuro y yo le conté sobre los míos. Ella quería ir a una universidad en New York, al igual que yo. Me gustaría estudiar a las especies de todo el mundo. Descubrir cosas que nadie ha descubierto.

Después de eso entró Peter y Susan aún molesta salió de la habitación, ya tenía alrededor de treinta minutos en los que Peter leía uno de mis libros recostado a mi lado en mi vieja cama.

—¿Crees que lo arruiné?— lo miré confundida dejando el libro.

—¿A qué te refieres?

—Con mis hermanos— hice una pausa pensando que decir —Fui muy duro.

—Creo que... eso es lo que tus padres esperan de ti, tal vez no eres su padre, pero eres lo más cercano. Y cualquiera puede darse cuenta de que lo haces para protegerlos.

Peter me miró agradecido y le devolví el gesto.

Comprendí entonces, que después de tanto tiempo al fin estaba logrando tener una familia y de que no importaba si me encontraba sola en mi habitación toda la noche. No me había vuelto a sentir así, sola, desde el momento en el que los Pevensie cruzaron la puerta.  

NARNIA «Edmund Pevensie»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora