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Lena.

Desperté de nueva cuenta con sábanas enredadas por todo lo largo de mi cuerpo, sólo con la diferencia, de que debajo de mí, yacía el cuerpo semi desnudo de mi chico.

Pasé mi mano izquierda por mis ojos, la poca luz que entraba por la ventana me deslumbraba.

Al tallar uno de mis ojos, la fría sensación de metal me hizo alejar bruscamente mi mano de mi rostro.

Me desconcerté por un segundo, sin saber qué lo había causado.
Miré mi dedo anular, extrañada, y al hacerlo, sonreí como una estúpida.

Era mi anillo, que Grayson me había obsequiado la noche anterior.

Me invadió una felicidad enorme al recordar todo lo que había sucedido. Tanto la sorpresa de Grayson, como en el final de la noche.

Solamente traía mi ropa interior puesta, y no dormimos sino hasta las tres de la mañana después de otras tres rondas.

Pensar que creía firmemente que el sexo estaba sobrevalorado.

—Hola, ángel -Me esbozó de repente, tomándome por sorpresa.

Le sonreí.

Estiré ligeramente mi cuerpo para poder depositar un beso sobre su mandíbula. Tenía una fascinación enorme por ella y cada que podía me ponía a admirarla.

Sabía que no era la única.

—¿Cómo te sientes? -Me preguntó mientras jugaba con mi cabello.

—No me preguntes eso -Le dije murmurando -No acabaría nunca.

—¿De verdad? -Me dijo con picardía.

Asentí.

¿Cómo era posible que hasta recién levantado se viera tan perfecto?

Y ¿Cómo era posible que alguien así pudiera llegar a fijarse en mí?

—Voy a ducharme -Le dije mientras me soltaba de su agarre.

Al girar todo mi cuerpo, pude alcanzar a ver el reloj digital que estaba sobre su mesita de noche.
Eran las once y cuarenta.

—Quedas cordialmente invitado.

Me puse de pie como un resorte.
Aunque sutilmente, examiné detenidamente con mi mirada las sábanas que hace un segundo estaban envueltas en mí, buscando algún rastro de sangre.
Gracias al cielo, no había sucedido.
Había escuchado que muchas mujeres sangraban después de ser desvirgadas.

—No me tientes, preciosa, que no lo pienso dos veces.

Era extrañísimo como después de tener relaciones, se creaba un vínculo de confianza que antes no existía.
Ir de allá para acá en ropa interior frente a Grayson no era incómodo; muy por el contrario, se sentía completamente normal.

Sabía que mientras caminaba de un lado al otro recogiendo mi ropa, no me quitaba la mirada de encima.

—Eres tan endemoniadamente perfecta, Lena.

Espetó de repente, casi gritando.

Llevé mi dedo índice sobre mis labios, indicando que guardara silencio.

Sentía mis mejillas arder.

—Vas a despertar a tu hermano.

Comencé a acercarme a él, quien estaba sentando sobre la cama, aún con los ojos hinchados y el cabello hecho un desastre.

—Perfecto, nada le hará más feliz que saber que eres mi novia.

Sonreí al escuchar sus palabras, y sin poder evitarlo, me lancé sobre él para quedar a horcajadas sobre su regazo.

In love with the fuckboy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora