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Lena.

No podía dormir.
Giraba de un lado a otro sobre la cama de la habitación de huéspedes que Grayson me había ofrecido.
No era fan de pasar la noche fuera de mi casa.

Me puse de pie y salí de la habitación, con una manta envuelta por todo el cuerpo.

Como lo había imaginado debido a las nubes que surcaban el cielo en la tarde, había comenzado a llover.

Pero no era una lluvia normal, ni una pequeña llovizna.
Parecía como si estuviéramos en el ojo de un huracán, y eso no ayudaba para nada a mi insomnio.

La ventana de la sala era verdaderamente enorme; iba desde el piso hasta el techo y medía al menos dos metros y medio de ancho.
Podía ver toda la ciudad, aunque significativamente distorsionada debido a la velocidad con la que caían las gotas de lluvia.
Grandes cantidades de relámpagos iban y venían cada diez segundos, aunque debido a su lejanía, no provocaban un ruido ensordecedor.

Por alguna extraña razón, el sentir que lo único que me separaba del caos y la catástrofe era una delgada capa de vidrio potencialmente rompible era emocionante.
Me provocaba querer pasar mi mano para percatarme de que estaba segura y no tendría que preocuparme..., Pero no quería ensuciar el vidrio.

—¿Lena?

Espetaron por detrás mío haciendo que me sobresaltara y pegara un brinco.
Sólo era Grayson.

Venía hacia mí mientras se tallaba los ojos con ambas manos.

—Hey -Le contesté con desdén.

—¿Qué haces aquí? -Se sentó a mi lado.

—No podía dormir -Le confesé -Odio la lluvia.

Buscó con dificultad mi mano debido a que estábamos a oscuras, pero al encontrarla, la tomó y la estrechó con delicadeza.

—Ven a dormir conmigo. Así no tendrás miedo -Dijo con picardía, como broma.

Reí por lo bajo, y sin ver su rostro, supuse que él también estaba sonriendo.

—No es eso, es que..., La última vez que llovió así fue el día en que todo se vino abajo.

Sentí escalofríos al recordar tan desagradable situación.
Grayson se acercó más a mí.

—¿Qué pasó? -Preguntó casi en un susurro.

—No me gusta hablar del tema -Me disculpé. Realmente no me gustaba. Me ponía muy mal.

Pasó un brazo alrededor de mi cintura para pegarme a él y depositar un beso en mi cuello, provocando que me estremeciera.

—Mi padre dice que guardarse las cosas jamás es bueno -Comenzó a hablar -No te voy a forzar a hablar si no quieres. Pero si necesitas desahogarte, aquí estoy.

Le sonreí agradecida, aunque sabía que él no podría ver que lo hacía.

Asentí.

—Sucedió hace varios años, cuando mi mamá comenzó a salir con Robert -No podía verlo, pero sabía que me estaba prestando atención -Él nos trataba muy bien a las dos, por más increíble que parezca. Era una buena persona..., O eso creía yo.

Suspiré pesadamente intentando recordar bien cada detalle.
Había bloqueado ese momento de mi mente y era rara la vez que pensaba en ello.

Proseguí.

—Él acostumbraba a quedarse en casa por las noches. Yo no tenía problema porque, me caía bien y era algo normal de parejas -Me encogí de hombros y tragué saliva -En una de esas noches, algo sucedió y mi madre tuvo que quedase a doblar turno en su trabajo, así que nos quedamos solos -Ya había empezado a incomodarme, y casi inconscientemente, comencé a alejarme de Grayson -Había comenzado a llover, tan fuerte, que todas las ventanas de la casa retumbaban, sobretodo la mía. Yo juraba que se rompería en cualquier momento -Suspiré una vez más, ya venía la peor parte -Al escuchar tanto ruido, Robert subió a mi habitación a percatarse de que todo estuviera bien..., Pero actuaba demasiado raro, era atento y amable, y mientras hablaba, poco a poco fue entrando a mi habitación hasta sentarse a mi lado. Empezó a decirme que era hermosa, mucho más que mi madre, y de repente puso su mano..., -Me detuve, estaba por quebrarme, como siempre sucedía al recordar ese maldito día -Puso su mano sobre mi pierna y comenzó a subirla y se inclinó para besarme.

In love with the fuckboy Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt