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Lena.

Fue magnífico.
No había palabras para describir lo que había sentido.
Era diferente a todo lo que me habían descrito en los libros.
Era mejor.

Sabía que no debía hacerlo, pero no podía detenerme.
En el fondo quería creer que era real, quería borrar todo pensamiento vago de lo que me habían estado advirtiendo.
Quería creer que de verdad le gustaba.

—Grayson..., -Le dije casi en un murmuro, intentando recobrar el aire que había perdido por la duración e intensidad del beso.

—No lo digas..., Deja que dure un poco más -Volvió a presionar sus labios con los míos, esta vez por pocos segundos -Mañana me dirás todo lo que quieras. Pero ahora déjame disfrutarlo.

Intentó besarme otra vez sin éxito, me separé ligeramente de él.

—¿A qué te refieres? -Le pregunté con el entrecejo fruncido.

—¿De verdad quieres que lo diga?

Asentí con seguridad.
Exhaló una buena bocanada de aire antes de comenzar a hablar.

—Sé que todo mundo te ha dicho que sólo intento meterme en tus pantalones, y de alguna manera sigues creyéndoles -Intenté decir algo, pero me interrumpió -Y no me digas que no, porque sabes que es verdad.

Lo miré sin saber exactamente qué responder, a fin de cuentas tenía razón.

—Sé que me he forjado una reputación bastante..., -Hizo una pequeña pausa antes de continuar -Controversial. Pero esa no es mi intención contigo, Lena.

—¿Eso qué significa exactamente?

Miró hacia el cielo, liberando una risa sutil, un tanto impaciente.

—Significa que quiero repetir esto cuantas veces me lo permitas..., Significa que quiero venir aquí 24/7 para escucharte hablar de lo mucho que amas a Jane Austen mientras se te ilumina la mirada..., Significa que me gustas como no tienes una maldita idea, Magdalena.

Lo miré fijamente mientras procesaba cada una de las palabras que había enunciado.

Había provocado tantas sensaciones en mi interior, que las palabras sobraban.

Me levanté desde donde estaba sentada para poder colocarme a horcajadas sobre su regazo.
Pasé ambos brazos por su cuello posando mis manos sobre su nuca, haciendo que se acercara a mí y juntáramos nuestros labios una vez más.

En ese momento no importaba lo que fuera a pasar al día siguiente, o las semanas siguientes, o los meses siguientes.
La noche era nuestra, e iba a disfrutarla lo más que pudiera.

—Vuélveme a llamar Magdalena, y te enteras.

Me dedicó una sonrisa de oreja a oreja, antes de dejar salir una risa fuerte y firme.

—Estás helada.

Recorrió con delicadeza todo mi brazo con la yema de sus dedos hasta llegar a mi mano y entrelazarla con la suya.

—No tengo frío -Le respondí con voz queda, admirando la cercanía de sus ojos.

Todo se sentía tan etéreo que podría llorar.

—Te vas a enfermar...,

—Grayson, suenas como mi abuela.

—Tu abuela tiene razón -Comenzó a quitarse la cazadora azul que traía puesta.

—No planeo coleccionar tus chaquetas..., -Me la puse en cuanto me la entregó -El lunes te la regreso.

In love with the fuckboy Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin