Mire a mi amigo en la luz tenue del atardecer, su expresión consternada, su lenguaje corporal nervioso. Tenía que hacerle saber que iba a hacer todo por él, que iba a defenderlo como pudiera, y ésta era la única forma de hacerlo.

Tomé una gran bocanada de aire y me mordí el labio inferior con nerviosismo antes de decir:

-Y si... ¿fingimos que somos novios?

Temo volteó a verme con el ceño fruncido, y después de unos segundos, en lugar de empezar a preguntarme si estaba loco como yo creí que haría, se echó a reír a carcajadas.

No supe cómo reaccionar así que sólo me quedé quieto con los ojos bien abiertos, ¿Se estaba burlando de mí?

-¿Qué?-pregunté confundido, empujándolo con el hombro.

Él se tapó la boca con la mano para intentar esconder su sonrisa, pero siguió riendo estruendosamente.

-No mames Ari, qué buen chiste.-dijo, dándome un par de palmadas en el muslo.-Me pusiste de buen humor.

-No estoy bromeando.-contesté, encogiéndose de hombros.-¿Por qué no hacerlo?

-No es en serio ¿Verdad?-dijo Temo cambiando de actitud repentinamente y enarcando las cejas, pero yo sólo lo miré a los ojos.-¡Claro que no podemos fingir que somos novios!

-¿Por?-pregunté.-Ni que estuviera tan feo, te podría ir peor.

-Cállate, sabes que no es por eso, como si nunca te hubieras visto en un espejo.-respondió él poniendo los ojos en blanco con media sonrisa y las mejillas comenzando a sonrojarse.

-¿Entonces?-contesté, sin poder evitar sonreír al ver su reacción.

-Pues para empezar no eres gay, Ari.-explicó mi amigo con un tono como si estuviera diciendo lo obvio.-Y cuando sales con alguien normalmente te tomas de la mano, te abrazas, te... besas.

Él y yo nos quedamos viendo unos segundos con una tensión en el aire que nunca había experimentado con nadie. No era el tipo de tensión incómoda que estaba acostumbrado a sentir, sino algo muy diferente que no me sentaba para nada mal.

Me puse a pensar en sus palabras y cuando me di cuenta mi mirada estaba bien puesta en sus labios. Pensé que eran bonitos, parecían suaves y más rosas de lo normal y...

-¿Aristóteles?

-¿Qué?-dije, saliendo de mi ensimismamiento, mirándolo a los ojos.

-¿Me estabas poniendo atención?-preguntó, sacudiendo su mano frente a mi cara.

-Sí, pero no veo el problema.

-Pues no eres gay, no puedes hacer todo eso.

-¿Por qué no?-dije, encogiéndome de hombros. Clavé mi mirada en la suya y entrelacé sus dedos con los míos antes de pensármelo bien.-¿Ves? Lo estoy haciendo ahorita mismo.

Sentí cómo la sangre se iba a mis mejillas de la nada y comencé a escuchar los latidos de mi corazón, pero yo lo ignoré todo, no era el momento para intentar descifrar qué significaba todo eso.

Los ojos de Temo se abrieron como platos, y el rojo de sus mejillas se intensificó. Su piel estaba tibia, su temperatura contrastaba bien con la mía y sus dedos encajaban en los míos perfectamente. Mi amigo analizó nuestras manos unos segundos y luego me soltó repentinamente para rascarse la nuca.

-Pero...

-Pero nada. Tenemos que hacer que mi familia entré en razón.-contesté.-Eres mi mejor amigo, no voy a dejar que nadie te rechace.

El Plan de la Azotea | AristemoWhere stories live. Discover now