CAPITULO 44: De mi gran pecado

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Los personajes empleados en este escrito pertenecen a J. K. Rowling


-Mierda. Se dirigió a la chica que lo miraba completamente asustada, le apuntó con su varita y la oblivió pasando como si nada junto a ella.

-Vete a tu casa y tráeme al niño, no me importa si no quiere venir. A grandes pasos cruzó el recibidor de la casa y subió las escaleras para encerrarse en su dormitorio empezando a tirar contra las paredes todo lo que encontró.

Harry apareció en la mitad de la sala de su casa, una nerviosa Ginny lo esperaba con una taza de té en las manos que tiró al piso sin preocuparse del estropicio que dejó en el piso al ver la expresión de profunda decepción y tristeza en el rostro de él. - ¿Harry? – el hombre alzó sus ojos verdes hacia ella mostrando el inicio de unas traicioneras lágrimas.

-Lo he echado a perder. Él es un maldito cabrón y jamás debí permitir que se acerque a ella. – dijo revolviéndose los cabellos con furia contenida.

-¿Qué paso?

-Él, eso pasó, él que no tiene ni dos dedos de frente para darse cuenta de lo imbécil que es, y yo que dejé que mi amiga, mi hermana, se acercara tanto a ese capullo. Pero te juro que si se atreve a regresar aquí con su "familia" yo mismo lanzaré a todo el cuerpo de Aurores sobre él.

-Harry por Merlín explícate, ¿Qué pasó? ¿Qué demonios hizo Snape para ponerte así?

-¿Qué hizo? Nada. Solo ser él. Es todo, ni siquiera necesita esforzarse para hacer esas canalladas el muy hijo de...

-¡Harry! Ya estuvo de insultos te vas a sentar y me vas a contar en detalle que rayos pasó allá. – Ginny lo tomó de la mano y lo acercó para abrazarlo y conseguir que se calme un poco.

-Lo siento amor, de verdad lo siento, todo esto es culpa mía, cuando ella me dijo que lo había encontrado yo debí informar al Ministerio y que ellos se hicieran cargo, debí alejarla de él y nada de esto hubiera sucedido. Es mi culpa.

-No te culpes Harry, Herms no es una niña a la que tú puedas decirle que hacer y si la traicionabas yendo al Ministerio ella jamás te lo hubiera perdonado. – dijo apartándole mechones de cabello de la frente.

-Pues eso hubiera sido mejor que el dolor que la vi pasar al escuchar al cabrón ese decir tantas idioteces.

-¿Qué dijo? ¿Y cómo es que ella lo escuchó?

-No sé cómo apareció ahí, Snape estaba hablando conmigo y mostrando que tiene un hueco vacío y negro donde debería ir su corazón y entonces me voltee y ella estaba ahí escuchando todo.

-Oh no.

-Sí y lo peor es que él estaba ahí frente a mí diciendo que si le había borrado sus recuerdos pero que no quería que los recuperara, ni saber nada de ella, que él sí recordaba todo, que no necesitaba la poción y que la mantengamos alejada de su familia y estaba abrazado y besando a una chiquilla. La besó y Herms lo vio. Dijo que lo último que quería era tener a la sabelotodo merodeando a su alrededor. Ella lo escuchó, escuchó todas sus canalladas y luego desapareció, todo fue horrible, el niño corría queriendo alcanzar a Herms, ella con todo el dolor grabado en los ojos desapareciendo. No tienes idea de la imagen espantosa que fue, sentí su dolor como si fuera mío, su corazón no puede aguantar tanto.

El sonido de una aparición los distrajo a ambos de su conversación, una llorosa Hermione estaba parada a unos cuantos pasos de ellos.

-Harry necesito tu ayuda.

-Mione. – Ginny intentó acercarse a ella pero alzó su mano y la detuvo. – No, este no es buen momento.

-Dime que puedo hacer por ti Herms. Haré lo que sea. – dijo Harry algo suplicante.

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