Capítulo 166

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Para ese momento Venus volteo, y dejo ver las silenciosas lagrimas que caían por sus ojos grises, su cabello se mantuvo en su color natural, su rubio natural. Esa era la primera vez que Harry la veía tan vulnerable, tan fragil. Ella siempre se encontraba a la defensiva, siempre arrogante y en ese momento Potter sintió vergüenza, porque ella tenia razón, no se había puesto a pensar en sus amigos, no había pensando en nadie más que no fuera él.

—¡Él también era mi amigo! La única persona que en verdad me quiso alguna vez, pero solo te importo ir a hacerte el héroe, solo te importaron tus intereses, no escuchaste de razones. Y por tu culpa él murió. 

—¡HE TENIDO SUFICIENTE, HE VISTO SUFICIENTE,ME QUIERO IR, QUIERO QUE TERMINE, YA NO ME IMPORTA!— grito Potter a la rubia.

— ¡QUE BIEN QUE NO TE IMPORTE! ¡LAS PERSONAS QUE ESTÁN A TU ALREDEDOR YA SE ACOSTUMBRARON A QUE LA VIDA TE IMPORTE UN COMINO! Pero yo no haré esto, con la única persona con la que realmente estas enojada es contigo mismo, aprende a aceptar tus errores y no culpes a los demás de tus equivocaciones, acepta tu estupidez. 

El alcanzo la mesa donde el instrumento de plata había estado parado y la tiro hacia la chica, que lo desvio sin mover un solo dedo. Se rompió en pedazos en el suelo y las patas rodaron en diferentes direcciones. 

—Si te importa—dijo Dumbledore. El no se había inmutado o había hecho un solo movimiento para impedir que Harry demoliera su oficina. Su expresión era calmada, casi indiferente.—Te importa tanto que sientes como si sangraras hasta la muerte con del dolor

—Yo... ¡NO!—Harry grito, tan fuerte que sintió que su garganta se desgarraría, y por un segundo el quería lanzarse sobre Dumbledore romperlo también. Hacer pedazos esa calmada vieja cara, sacudirlo, herirlo, hacerlo sentir alguna pequeña parte del horror dentro de Harry. 

—Oh si, tu si—dijo Dumbledore, aun mas calmado.—Tu ahora has perdido a tu madre, tu padre, y la cosa mas cercana a una padre que has conocido. Claro que te importa.

— ¡USTED NO SABE COMO ME SIENTO! ¡NADIE SABE COMO ME SIENTO!— Harry rugió. —USTED  PARADO AHÍ USTED...— Pero las palabras ya no eran suficientes, romper cosas no ayudaba mas. 

—Déjame salir—dijo Harry en una voz fría y casi tan calmada como la de Dumbledore. 

—No hasta que haya dicho lo que tengo que decir,—dijo Dumbledore. 

—Usted... usted piensa que quiero... usted piensa que me importa. ¡NO ME IMPORTA LO QUE TENGA QUE DECIR! No quiero oír nada de lo que tenga que decir

—Lo harás—dijo Dumbledore tranquilamente.— Porque no estás ni siquiera cerca de lo enfadado que deberías estar conmigo. Si me vas a atacar, como sé que estás cerca de hacerlo, me gustaría tenerlo ganado a conciencia. 

— ¿De qué estás hablando? 

—Es mi culpa que Sirius muriese –dijo Dumbledore claramente.— O debería decir, casi toda la culpa. No seré tan arrogante como para reclamar responsabilidades de todos. Sirius era un hombre valiente, listo y energético, y tales hombres no suelen contentarse sentados en casa escondiéndose mientras piensan que otros están en peligro. No obstante, tú no deberías haber creído por un instante que había alguna necesidad de que fueras al Departamento de Misterios esta noche. Si hubiera sido sincero contigo, Harry, como debería haberlo sido, tú habrías sabido hace mucho tiempo que Voldemort podría intentar y atraerte al Departamento de Misterios, y tú nunca habrías sido persuadido de ir allí esta noche. Y Sirius no habría tenido que ir tras de ti. Esa culpa recae en mí, sólo en mí. —Harry estaba mirando a Dumbledore, respirando dificultosamente, escuchando todavía apenas entendiendo lo que estaba oyendo. —Por favor, siéntate. –dijo Dumbledore. 

No era una orden, era una petición. Harry titubeó, entonces caminó lentamente atravesando la habitación ahorallena de basura, con cristales y trozos plateados por el suelo, y cogió el sitio de delante del escritorio de Dumbledore, justo al lado de Venus. 

—A ver si lo entiendo — dijo Phineas Nigellus despacio desde la izquierda de Harry— ¿Mi tátara-tátara-nieto, el último de los Black, está muerto? 

— Sí, Phineas — dijo Dumbledore. 

— No me lo creo — dijo Phineas bruscamente. 

Harry giró su cara a tiempo de ver a Phineas yéndose de su retrato y supo que había ido a visitar su otro cuadro en Grimmauld Place. El caminaría, quizás, de retrato en retrato, llamando a Sirius por toda la casa... 

—Harry, te debo una explicación — dijo Dumbledore— Una explicación de un error de un hombre viejo. Ahora que veo lo que he hecho y lo que no con respecto a ti, tiene todas las características de los defectos de la edad. Los jóvenes no podéis saber cómo la edad piensa y siente. Pero los hombres viejos son culpables si olvidan lo que era ser joven... y yo parezco haberlo olvidado recientemente...



La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora