Capítulo 146

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Hey que onda? Espero que esten bien y que no me hayan extrañado tanto, les traje este nuevo capitulo porque de hecho ya paso mucho tiempo desde que actualice por ultima vez. Apoyenme en esto para que enserio pueda seguir subiendo capitulos mas seguido. 40 votos y 40 comentarios, los amo.

— ¡La navaja de Sirius! —dijo Harry. La saco de entre su túnica y la deslizo en la hendidura entre la puerta y el muro. Los otros observaban ansiosamente mientras la pasaba de arriba hacia abajo, la retiraba con impaciencia y empujaba la puerta con el hombro. Seguía cerrada tan firmemente como antes. Aún más, cuando Harry miró de nuevo la navaja, vio que la hoja se había derretido.

—Correcto, dejaremos esa habitación, — dijo decisivamente Hermione.

—¿Pero qué tal si esa es la indicada? —dijo Ron, mirando la puerta fijamente con una mezcla de aprehensión y anhelo.

—No puede ser, Harry pudo atravesar todas las puertas en su sueño, —dijo Hermione, marcando la puerta con otra cruz ardiente mientras que Harry regresaba la empuñadura de la ahora inservible navaja de Sirius a su bolsillo.

— ¿Estas escuchando lo que dices? Estas hablando incoherencias, era un sueño. Estamos haciendo esta bendita excursión porque el niño tuvo un sueño. Lo siento pero nos estamos basando en algo incoherente.

— ¿Ustedes saben lo que podría haber ahí dentro? —Dijo Luna con impaciencia, mientras que la pared comenzaba a girar de nuevo.

—Algo extraño, sin duda, —suspiró Hermione y Neville soltó una risita nerviosa.

La pared disminuyo la velocidad hasta detenerse y Harry, con un sentimiento de creciente desesperación, empujó la siguiente puerta para abrirla.

—¡Es esta!

Él lo supo inmediatamente por la hermosa y danzarina luz semejante al brillo de un diamante. Mientras que los ojos de Harry se acostumbraban a los brillantes destellos, pudo ver, relojes brillando desde cada superficie, grandes y pequeños, gruesos y delgados, colgando en los espacios entre los libreros o sobre los escritorios que se extienden a lo largo del cuarto, tantos que llenaban el lugar con un implacable y continuo tictac como si fueran millares de minúsculos pies marchando. La fuente de la danzarina y brillante luz como diamante era un elevado frasco como campana de cristal colocado al extremo final de la habitación.

—¡Por aquí!

El corazón de Harry latía frenéticamente ahora que sabía que iba por el camino correcto; se encamino por la estrecho espacio entre los escritorios, guiado, como lo había hecho en su sueño, por la fuente de la luz, el frasco como campana de cristal, tan alto como lo sería él, parado sobre un escritorio y que parecía estar lleno de un ondulante y brillante viento.

Venus los seguía con pesar, ella ya sabía lo que les esperaba. Él no estaría ahí, Sirius no se aparecería por ahí. Ella habia cometido un gran error al ir con ellos. No sabía lo grave que era.

— ¡Oh mira! — dijo Ginny, al acercarse, señalando el corazón mismo de la campana de cristal.

Vacilando dentro del brillante interior estaba un minúsculo huevo, brillante como joya. Mientras se levantaba dentro de la campana se agrieto y se abrió dejando salir un colibrí, que empezó a elevarse hacia la punta del frasco, pero al tocar el aire sus plumas se ensuciaron y cayo de nuevo y para cuando toco otra vez el fondo del frasco, estaba de nuevo encerrado dentro de su huevo

— ¡Sigan caminando! —dijo Harry bruscamente, pues Ginny mostraba signos de querer detenerse a ver el huevo convertirse de nuevo en ave.

—¡Tu perdiste bastante tiempo por ese viejo arco¡ —dijo ella malhumorada pero lo siguió más allá de la campana de cristal hacia la única puerta que había.

—Esta es, —dijo nuevamente Harry, y su corazón latía tan rápido y tan fuerte que sentía que no lo dejaba hablar, —es por aquí

Él echó un vistazo a todos ellos; tenían sus varitas fuera y se veían repentinamente serios y ansiosos. Él miró de nuevo la puerta y la empujó. Esta se abrió suavemente, para su buena o mala suerte Venus estaba cerca de él y por instinto tomo su mano y ella no la retiro.

Ahí estaban, habían encontrado el lugar, alto como una iglesia y lleno de nada a excepción de unos altos estantes cubiertos de pequeñas y polvorientas esferas. Brillaban débilmente a la luz de más ramilletes de velas puestos a intervalos entre los estantes, que al igual que los del cuarto circular detrás de ellos sus llamas ardían de color azul. La habitación era muy fría.

Harry se adelantó y observo fijamente por uno de los pasillos entre dos filas de estantes. El no pudo escuchar nada o ver alguna señal de movimiento.

—Tú dijiste que era la fila noventa y siete—susurró Hermione.

—Sí, —suspiró Harry, mirando al final de la fila más cercana. Debajo de la luz que proyectaba el ramillete de brillo azulado de las velas centelleo una figura plateada con la inscripción cincuenta y tres.

—Pienso que debemos ir hacia la derecha— susurro Venus, escudriñando la siguiente fila. —Sí... esta es la cincuenta y cuatro...

—Mantengan sus varitas listas, —dijo Harry en voz baja. Avanzaron lentamente, echando un vistazo detrás de ellos mientras iban por los largos corredores de estantes, los extremos de los cuales estaban casi en la oscuridad total.

La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora