Capítulo 93

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Día Cuatro de Diez, 45 votos y 45 comentarios 

—Dolores —llamó Fudge, tratando de definir algo de una vez por todas— la reunión de esta noche......alguien sabe si realmente ocurrió.

—Sí — contestó Umbridge, acercándose — sí....bueno, la Señorita Edgecombe me dio la información y procedí de inmediato a ir al séptimo piso, acompañada de ciertos estudiantes confiables, con el fin de coger a los de la reunión con las manos en la masa. Sin embargo, parece ser que fueron prevenidos de mi llegada, porque cuando alcanzamos el séptimo piso, todos corrían a los cuatro vientos. De cualquier manera, eso no tiene importancia. Aquí tengo los nombres de todos ellos. La Señorita entró a la Habitación para ver si habían dejado algo detrás. Necesitábamos evidencia y ese sitio nos la proporcionó. — Y ante el horror de Harry, sacó de su bolsillo la lista de nombres que estaba prendida con un alfiler en la Habitación de Requisitos y se la pasó a Fudge. — Al momento que vi el nombre de Potter en la lista, supe de lo que se trataba— dijo suavemente.

—Excelente — felicitó Fudge, con una sonrisa cruzando rápidamente su cara — excelente, Dolores. Y......por el trueno....

Miró a Dumbledore, quien seguía parado al lado de Marietta, sujetando su varita holgadamente en su mano.

—¿Ves cómo se han auto-denominado? — comentó Fudge suavemente. —El Ejército de Dumbledore.

Dumbledore estiró la mano y tomó el pedazo de pergamino que mostraba Fudge. Miró el encabezado garabateado por Hermione meses atrás y por un momento pareció incapaz de hablar. Luego alzó la vista, sonriendo y como para disimular se lo enseño a Venus, que también sonrió cómplice.

—Bien, se acabó la jugada — dijo simplemente — ¿Quieres mi confesión escrita, Cornelius, o es suficiente mi declaración ante estos testigos?

Harry observó como McGonagall y Kingsley se miraban entre sí. Había miedo en ambos rostros. Él no entendía lo que pasaba ni, aparentemente, tampoco Fudge. La única que parecía al corriente de todo era la rubia que no se habia despegado del director desde que habia comenzado todo.

— ¿Declaración? — preguntó Fudge, lentamente. —¿Qué...yo no...?

—El Ejército de Dumbledore, Cornelius— los aclaró, aun sonriendo mientras ondeaba la lista de nombres frente al rostro de Fudge — No El Ejército de Potter. El Ejército de Dumbledore.

—Pero...pero...

La comprensión resplandeció repentinamente en el rostro de Fudge. Dio un paso hacia atrás horrorizado, gritó y saltó sobre el fuego nuevamente.

— ¿Tú? —susurró, pisando su capa que ardía nuevamente

—Así es —afirmó Dumbledore, amablemente

— ¿Tú organizaste esto?

—Sí —confirmó Dumbledore

— ¿Tú reclutaste a estos estudiantes para...para tu ejército?

—Se suponía que esta noche sería la primera reunión—aclaró Venus, asintiendo – Apenas para ver si ellos estaban interesados en unirse a Dumbledore. Ahora veo que fue un error invitar a la Marieta, por supuesto.

Marieta asintió. Fudge corrió la mirada de ella a Dumbledore mientras hinchaba el pecho.

— ¡Entonces tú estás haciendo planes contra mí! — le gritó.

—Eso es correcto— aceptó Dumbledore, risueño.

— ¡No! — gritó Harry.

Kingsley le lanzó una mirada de advertencia, McGonagall abrió los ojos amenazadoramente, pero repentinamente se había hecho evidente para Harry lo que Dumbledore estaba a punto de hacer, y él no podía permitirlo.

— ¡No.....Profesor Dumbledore!

—Tranquilo, Harry, o me temo que tendrás que abandonar mi oficina— advirtió Dumbledore calmadamente.

— ¡Sí, cállate, Potter! — ladró Fudge, quien todavía observaba fijamente a Dumbledore, con una especie de deleite horrorizado

—Bien, bien, bien... vine aquí esta noche esperando expulsar a Potter y en vez de eso...

—En vez de eso me vas a arrestar a mí — terminó Dumbledore, sonriendo — Es como perder un Knut y encontrar un Galeón, ¿verdad?

— ¡Weasley! — gritó Fudge, ahora positivamente temblando con deleite.

— ¿Qué? —Contesto Venus tratando de jugarle una inocente broma al ministro

—Tu no...

—Bueno, pues para la próxima cuando haya más de un Weasley cerca, aclare que quiere al más idiota de los Weasley.

— Weasley, ¿Has escrito todo, todo lo que dijo, su confesión, la tienes?

— ¡Sí, señor, creo que sí! — contestó Percy ansiosamente, con su nariz salpicada de tinta debido a la velocidad con que estaba tomando notas.

— ¡Si, señor, creo que sí! — Arremedo la chica a su hermano.

— ¿Algo sobre cómo ha estado tratando de construir un ejército contra el Ministerio, de cómo ha estado intentando conspirar para desestabilizarme?

—Sí, señor, ¡ya lo tengo, sí! — confirmo Percy, revisando sus notas alegremente.

—Muy bien, entonces —declaró Fudge en ese momento radiante de regocijo— Sácale un duplicado, Weasley, y envía una copia al Profeta. ¡Si enviamos una lechuza de inmediato, saldrá en la edición de la mañana! — Percy salió de la habitación, dando un portazo detrás de él y Fudge se volvió hacia Dumbledore — Ahora serás escoltado de regreso al Ministerio donde serás acusado formalmente, luego se te enviará a Azkaban para esperar el juicio.

—Ah —dijo Dumbledore gentilmente — Sí, claro. Yo pensé que podríamos arreglar este pequeño inconveniente.

— ¡¿Inconveniente?! — Exclamó Fudge, con la voz todavía vibrante de placer — ¡No me parece un inconveniente, Dumbledore!

—Bueno —replicó Dumbledore, en tono de disculpa— temo tener que hacerlo.

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La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora