Capítulo 39 Especial Colegio Ilvermorny

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La serpiente cornuda

William empezó a enseñarle a Isolt las criaturas mágicas que él conocía. Viajaron juntos para ver cazar a los hodags cabeza de rana, se enfrentaron a un snallygaster dragoniano y observaron cómo jugaban las crías de wampus al amanecer.

Lo que más fascinó a Isolt fue la gran serpiente de río cornuda que tenía una joya en la frente y que vivía en un arroyo cercano. Hasta su guía pukwudgie se sentía aterrado ante esta bestia pero, para su asombro, Isolt parecía gustarle a la serpiente. Lo más alarmante para William era que Isolt asegurase entender lo que la serpiente cornuda le decía.

Ella aprendió que no debía hablarle a William de su extraña afinidad con la serpiente ni informarle de que la serpiente parecía contarle cosas. Empezó a visitar el arroyo sola y jamás le contaba al pukwudgie dónde había estado. El mensaje de la serpiente era siempre el mismo: "Hasta que no pertenezca a tu familia, tu familia está maldita".

Isolt no tenía familia, excepto Gormlaith, allá en Irlanda, y no lograba entender el críptico mensaje de la serpiente cornuda, pero tampoco sabía si la voz que parecía hablarle era imaginación suya o no.

Webster y Chadwick Boot

Isolt pudo reunirse finalmente con gente como ella, aunque fue en circunstancias trágicas. William y ella estaban buscando comida en el bosque un día cuando oyeron un ruido espeluznante no muy lejano. William gritó a Isolt que no se moviera y salió corriendo, flecha en mano.

Por supuesto, Isolt no siguió sus indicaciones y se encontró con una escena horrible al llegar a un pequeño claro poco después. El mismo escondetrás que había intentado matar a William había tenido más éxito con un par de ingenuos humanos que ahora yacían muertos en el suelo. Peor aún, muy cerca había dos niños gravemente heridos que esperaban su turno mientras el escondetrás se preparaba para destripar a sus padres.

El pukwudgie e Isolt vencieron sin dificultad al escondetrás y esta vez lograron destruirlo. El pukwudgie estaba encantado con su labor de aquella tarde y siguió recogiendo moras ignorando los leves quejidos de agonía de los niños que yacían en el suelo. Isolt le indicó muy enfadada que ayudase a llevar a los niños al refugio y William se cogió una buena rabieta. Los niños, según dijo, ya estaban muertos. Ayudar a la humanidad iba en contra de las creencias de su especie: Isolt solo era una afortunada excepción porque le había salvado la vida.

La insensibilidad del pukwudgie enervó a Isolt y le propuso salvar la vida de uno de los niños para compensarla por ese episodio. Los dos niños estaban tan enfermos que temía aparecerse con ellos, pero insistió en llevarlos al refugio. A regañadientes, el pukwudgie aceptó llevar al niño más mayor, que se llamaba Chadwick, mientras que Isolt cargó con el pequeño Webster.

Una vez allí, Isolt le dijo furiosa a William que ya no lo necesitaba. El pukwudgie le echó una mirada furibunda y se desvaneció.

Los chicos Boot y James Steward

Isolt había sacrificado a su único amigo por dos niños pequeños que quizás no sobrevivirían. Afortunadamente lo lograron y se llevó una grata sorpresa al descubrir que eran mágicos.

Los padres de Chadwick y Webster eran magos y los habían llevado a América en busca de aventuras fascinantes. El viaje terminó en tragedia cuando la familia se adentró en los bosques y se encontró con el escondetrás. Al no estar familiarizado con este tipo de espíritus, el señor Boot pensó que se trataba de un boggart común o de jardín e intentó ridiculizarlo. El desenlace, como Isolt y William presenciaron, fue horrible.

Los niños estuvieron tan graves las dos primeras semanas que Isolt no se atrevió a dejarlos. La preocupaba que, con las prisas de salvar a los niños, no había podido enterrar dignamente a sus padres. Cuando Chadwick y Webster por fin se recuperaron lo suficiente como para poder dejarlos solos unas horas, Isolt volvió al bosque con la intención de cavar unas tumbas que los chicos pudieran visitar algún día.

Para su sorpresa, al llegar al claro se encontró con un joven llamado James Steward. Él también pertenecía al asentamiento de Plymouth. Tras perder a la familia que había conocido en su viaje a América, entró en el bosque para buscarlos.

Isolt observó cómo James terminaba de marcar las tumbas que había cavado a mano. Después, recogió las varitas rotas que había encontrado junto a los señores Boot. Con el entrecejo fruncido, examinó el centro brillante de fibra de corazón de dragón que sobresalía de la varita del señor Boot y la agitó a la ligera. Como siempre sucede cuando un nomaj agita una varita, esta se rebeló. James salió despedido del claro y cayó noqueado al golpearse con un árbol.

Se despertó en un pequeño refugio de ramas y pieles y se encontró con que Isolt lo estaba cuidando. Ella no podía ocultarle su magia en un lugar tan pequeño, sobre todo cuando preparaba pociones para ayudar a recuperarse a los niños Boot o cuando usaba su varita para cazar. La idea de Isolt era desmemoriar a James cuando se recuperase del golpe y enviarlo de nuevo a la colonia de Plymouth.

Pero mientras tanto, disfrutaba de tener un adulto con el que hablar, sobre todo alguien que se llevaba bien con los Boot y los entretenía mientras se recuperaban de sus heridas mágicas. Como James había sido cantero en Inglaterra, ayudó a Isolt a construir una casa de piedra en lo alto del monte Greylock elaborando un diseño factible que ella puso en pie en apenas una tarde. Isolt decidió llamar a su nuevo hogar Ilvermorny, en recuerdo de la cabaña en la que había nacido y que Gormlaith había destruido.

Día tras día, Isolt se prometía desmemoriarlo, pero el miedo de James a la magia se iba desvaneciendo poco a poco hasta que finalmente pareció más fácil admitir que estaban enamorados. Se casaron y no hubo más que hablar.

La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora