Capítulo 23

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No obtuvo respuesta, pero los sollozos continuaron. Subió de dos en dos los escalones que faltaban, cruzó el rellano y abrió la puerta del salón.

Dentro había alguien encogido de miedo contra la oscura pared, con la varita mágica en la mano, mientras los sollozos sacudían con violencia su cuerpo. Tirado sobre la polvorienta alfombra, en medio de un rayo de luz de luna, y sin duda alguna muerto, estaba Ron.

Harry tuvo la sensación de que sus pulmones se quedaban sin aire; notó que se hundía en el suelo y el cerebro se le paralizó. Ron muerto, no, no podía ser...

«Espera un momento», pensó; no podía ser, Ron estaba abajo...

—¡Señora Weasley! —gritó Harry con voz ronca.

¡Ri-ri-riddíkulo! —sollozaba la señora Weasley, apuntando con su temblorosa varita al cuerpo de Ron.

¡Crac!

El cuerpo de Ron se transformó en el de Bill, que estaba tumbado boca arriba con los brazos y las piernas extendidas y los ojos muy abiertos e inexpresivos. La señora Weasley sollozó aún más fuerte.

¡Ri-riddíkulo! —volvió a exclamar.

¡Crac!

El cuerpo del señor Weasley sustituyó al de Bill; llevaba las gafas torcidas y un hilillo de sangre resbalaba por su cara.

— ¡No! —Gimió la señora Weasley—. No... ¡Riddíkulo! ¡Riddíkulo! ¡RIDDÍKULO!

¡Crac! Los gemelos muertos. ¡Crac! Percy muerto. ¡Crac! Venus muerta ¡Crac! Harry muerto...

— ¡Salga de aquí, señora Weasley! —Gritó Harry contemplando su propio cuerpo sin vida, que yacía sobre la alfombra—. ¡Deje que alguien...!

— ¿Qué está pasando aquí?

Lupin había entrado corriendo en la habitación, seguido de Sirius y luego de Moody, que estaba furioso. Lupin miró a la señora Weasley y después el cadáver de Harry echado en el suelo, y al parecer lo entendió todo en un instante. Sacó su varita mágica y dijo con voz firme y clara:

¡Riddíkulo!

El cadáver de Harry desapareció y una esfera plateada quedó suspendida en el aire sobre la alfombra. Lupin sacudió una vez más su varita y la esfera desapareció tras convertirse en una bocanada de humo.

—¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! —exclamó la señora Weasley, y rompió a llorar con desconsuelo tapándose la cara con las manos.

—Molly —dijo Lupin con tono sombrío acercándose a ella—. Molly, no... —La mujer se abrazó a Lupin y lloró a lágrima viva sobre su hombro—. Sólo era un boggart, Molly —susurró Lupin para tranquilizarla mientras le acariciaba la cabeza— Sólo era un estúpido boggart...

— ¡Los veo m-m-muertos continuamente! —Gimió la señora Weasley sin separarse de Lupin—. ¡C-ccontinuamen-te! S-s-sueño con ellos...

Sirius se quedó mirando el trozo de alfombra en el que había estado tumbado el boggart adoptando la forma del cuerpo de Harry. Moody, por su parte, observaba al muchacho, que esquivó su mirada. Harry tenía la extraña sensación de que el ojo mágico de Moody lo había seguido desde que había salido de la cocina.

—N-n-no se lo cuentes a Arthur —gimoteaba la señora Weasley, restregándose desesperadamente los ojos con los puños de la túnica—. N-n-no quiero que sepa... lo t-t-tonta que soy... —Lupin le dio un pañuelo y la señora Weasley se sonó—. Lo siento mucho, Harry. ¿Qué vas a pensar de mí? —dijo con voz temblorosa—. Ni siquiera soy capaz de librarme de un boggart...

—No diga tonterías —contestó Harry intentando sonreír.

—Es que estoy t-t-tan preocupada... —añadió ella, y las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos—. La mitad de la f-f-familia está en la Orden; si salimos todos con vida de ésta, será un m-m-milagro... Y PP- Percy no nos dirige la palabra... ¿Y si le p-p-pasa algo espantoso antes de que hayamos hecho las pp-paces con él? ¿Y qué s-s-sucederá si morimos Arthur y yo, quién c-c-cuidará de Venus, Ron y Ginny?

—¡Basta, Molly! —exclamó Lupin con firmeza—. Esto no es como la última vez. La Orden está más preparada, ahora le llevamos ventaja y sabemos qué pretende Voldemort... —La señora Weasley soltó un grito ahogado al oír ese nombre—. Vamos, Molly, ya va siendo hora de que te acostumbres a oír su nombre. Mira, no puedo prometer que nadie vaya a resultar herido, eso no puede prometerlo nadie, pero estamos mucho más preparados que la última vez. Entonces tú no pertenecías a la Orden y por eso no lo entiendes. En el último enfrentamiento, los mortífagos eran veinte veces más numerosos que nosotros y nos perseguían uno por uno.

Harry volvió a pensar en la fotografía, en los rostros sonrientes de sus padres, consciente de que Moody seguía mirándolo.

—Y no te preocupes por Percy —dijo de pronto Sirius—. Ya rectificará. Sólo es cuestión de tiempo que Voldemort dé la cara; en cuanto lo haga, el Ministerio en masa nos suplicará que lo perdonemos. Aunque yo no estoy seguro de que vaya a aceptar sus disculpas —añadió con amargura.

—Y respecto a eso de quién cuidaría de Venus, Ron y Ginny si faltarais Arthur y tú —terció Lupin, esbozando una sonrisa—, ¿qué crees que haríamos, dejarlos morir de hambre?

La señora Weasley también sonrió tímidamente.

—Qué tonta soy —volvió a murmurar secándose las lágrimas.

Sin embargo, unos diez minutos más tarde, cuando entró en su dormitorio y cerró la puerta, Harry seguía sin pensar que la señora Weasley fuera tonta. Aún veía asus padres sonriéndole desde la vieja fotografía sin saber que sus vidas, comolas de muchos de los que los rodeaban, estaban llegando a su fin. La imagen del boggart que se hacía pasar por el cadáver de cada uno de los miembros de la familia Weasley seguía apareciendo ante sus ojos.

La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora