Capítulo 9

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-Es mamá —aseguró George, y sin más preámbulos se oyó un fuerte estampido, y Harry notó que el peso del cuerpo de George desaparecía de los pies de su cama.

Unos segundos más tarde, oyeron crujir la madera del suelo al otro lado de la puerta; la señora Weasley sólo estaba escuchando para saber si hablaban o no.

Hedwig y Pigwidgeon emitieron unos melancólicos ululatos. La madera del suelo volvió a crujir, y comprendieron que la señora Weasley subía al otro piso para ver qué hacían Fred y George.

—Es que no confía nada en nosotros —se lamentó Ron.

Venus, que despues de haber tenido una corta platica con su padrino, seguía con Remus y Sirius en la cocina. Los tres estaban pensando. Venus sabía que su madre había interrumpido en el momento adecuado, de no haber sido así, Potter y sus hermanos ya sabrían de la arma.

-¿Creen que hice mal?- pregunto Sirius.

-No lo creo, de todas formas se tenía que enterar.- contesto Venus viéndolo de reojo.

-No creo que haya sido una buena manera de recibirlo, es demasiada información.

-Tranquilo, Harry podrá con esa información. Ahora de quien tenemos que preocuparnos es de Venus.

-¿De mi? ¿Por qué?

-Porque eres muy chismosa, y te conocemos. Aparte de que ellos ya saben que tú sabes cuál es el arma. Van a tratar de sacarte información.

-Yo no sé los diré.

-¿Estas completamente segura?

-¿Por quién me tomas Remus?

-Tengo que admitir que me agradas.

Se quedaron en silencio por unos minutos, Molly regreso y los mando a dormir. Venus salió de la cocina seguida por Lupin y Sirius, subió las escaleras y se dirigió a la habitación que se le había asignado, para su suerte Dumbledore había pensado mejor las cosas y había mandado a Hermione con Ginevra, así que ella tenía el cuarto para ella sola.

A la mañana siguiente cuando Venus se despertó recordo la platica con su padrino, que no dudaria en contarle a Albus del guardapelo asi que tendría que esconderlo en un buen lugar, así que se levanto de la cama y fue hasta donde estaba su maleta, la abrió y busco hasta que dio con aquel guardapelo que desde un principio le había parecido hermoso.

Lo examino durante un largo tiempo pero, no había nada extraño en el,  o más bien Aluminé no encontró nada raro en el, seguía justamente igual a como lo había encontrado. Cuando el sol comenzó a asomarse por la venta del cuarto, la rubia guardo el guardapelo en un mejor lugar y salió de la recamara para darse un baño.

Media hora más tarde, Venus ya se había vestido y estaba de camino a la cocina para desayunar, paso por el salón: una estancia alargada de techo alto, que se hallaba en el primer piso, cuyas paredes eran de color verde oliva y estaban cubiertas de sucios tapices. De la alfombra se levantaban pequeñas nubes de polvo cada vez que alguien la pisaba, y las largas cortinas de terciopelo de color verde musgo zumbaban, como si en ellas se aglomeraran invisibles abejas. 

La señora Weasley, Hermione, Ginny, Fred y George estaban amontonados alrededor de ellas, y todos llevaban un pañuelo anudado en la parte de atrás de la cabeza, que les cubría la nariz y la boca y les daba un aire extraño. Cada uno llevaba en la mano una botella muy grande, que tenía un pitorro en el extremo, llena de un líquido negro.

Venus no se hizo notar y siguió de largo, ella al igual que Sirius ya había aprendido como evitar a su madre para que no los pusiera a hacer la limpieza. Ya en la cocina Venus se encontró con Sirius que al igual que ella acababa de llegar.

Desayunaron tranquilos lo que la madre de Venus les había dejado listo, ese día no tenían muchas cosas que hacer. Así que cuando terminaron su desayuno ambos se dirigieron a una recamara que estaba sola y en la que Molly Weasley nunca se atrevería a entrar.

Sirius se aventó a la cama y Aluminé se fue al sillón que había ahí. Para ellos ya era una costumbre que mientras los demás hacían la limpieza ellos se desaparecieran, para nadie era una noticia que ambos se escabulleran de Molly para no hacer nada.

Después de un rato Sirius se fue de la recamara dejando a Venus completamente sola, algo que le alegro a la chica; ya que tenia demasiadas cosas que pensar.

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—Tápense la cara y tomen un pulverizador —ordenó la señora Weasley a Harry y a Ron en cuanto los vio, señalando otras dos botellas de líquido negro que había sobre una mesa de patas muy finas—. Es doxycida. Nunca había visto una plaga como ésta. No sé qué ha estado haciendo ese elfo doméstico en los diez últimos años...

Aunque Hermione llevaba la cara tapada, Harry vio con claridad que le lanzaba una mirada llena de reproche a la señora Weasley.

—Kreacher es muy viejo, seguramente no podía...

—Te sorprendería ver de lo que es capaz Kreacher cuando le interesa, Hermione —afirmó Sirius, que acababa de entrar en el salón con una bolsa manchada de sangre llena de algo que parecían ratas muertas—. Vengo de dar de comer a Buckbeak —añadió al distinguir la mirada inquisitiva de Harry—. Lo tengo arriba, en la habitación de mi madre. Bueno, a ver... este escritorio... —Dejó la bolsa de las ratas encima de una butaca y se agachó para examinar el mueble; entonces Harry notó que el escritorio temblaba ligeramente—. Mira, Molly, estoy convencido de que es un boggart —comentó Sirius mirando por la cerradura—, pero quizá convendría que Ojoloco le echara un vistazo antes de soltarlo. Conociendo a mi madre, podría ser algo mucho peor.

—Tienes razón, Sirius —coincidió la señora Weasley.

Ambos hablaban en un tono muy educado y desenfadado que le dio a entender a Harry que ninguno de los dos había olvidado su discusión de la noche anterior. En el piso de abajo sonó un fuerte campanazo, seguido de inmediato por el mismo estruendo de gritos y lamentos que Tonks había provocado la noche pasada al tropezar con el paragüero.

— ¡Estoy harto de decirles que no toquen el timbre! —exclamó Sirius, exasperado, y salió a toda prisa del salón. Lo oyeron bajar precipitadamente la escalera, mientras los chillidos de la señora Black volvían a resonar por toda la casa.

— ¡Manchas de deshonra, sucios mestizos, traidores a la sangre, hijos de la inmundicia!...

—Harry, cierra la puerta, por favor —le pidió la señora Weasley.


La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora