Capítulo 89

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Espero que les guste, creo que a partir del lunes haré un maratón, para recompensar los capítulos que no he subido, aun no se de cuantos capítulos o días va constar el maratón pero ya les estaré avisando. No se olviden de votar y comentar.  

Tres chicos que no confiaban completamente en la pelinegra, veían como Astrid se dejaba humillar por Venus Weasley, Ron no podía creer que su hermana se hubiese dejado llevar por la oscuridad que habia en su interior. Hermione estaba que ardía en rabia, por no poder hacer nada por la chica.

—No debiste haber hecho nada, simplemente te hubieras ido. No nos hacías falta en esos momentos difíciles y desgraciadamente para ti, ahora menos te extrañamos, Alec ya hizo nuevos amigos, que no nos va a traicionar, ellos son más leales que tú. Eres una desgracia para la casa en la que estas, al igual que tus nuevos amiguitos, ese Potter, la muggle Granger y mi estúpido hermano.

<<Todos igual de idiotas creyendo que son unos héroes pero solo son tres niños jugando a los superhéroes, y la pequeña Astrid se unió a ellos. Jeannette la débil y cobarde Jeannette. Que risa creer que puedes ser como ellos.

Un hechizo no pronunciado dio de lleno en el pecho de Astrid, tirándola al suelo, sin varita. Dejándola a merced de Venus.

— ¿Qué es lo que te pasa? Tú no eres la Venus que yo conocí en Beauxbatons.

—No, claro que no. Esa Venus paso a la historia, era torpe y estúpida. Y al igual que esa estúpida Venus tú, mi querida Jeannette, pasaras a la historia esta noche.

—Te encerraran en Azkaban.

— ¿No te has dado cuenta en donde es que estamos? Para tu información estamos en los límites del Bosque Prohibido. Veras habia tres chicos curiosos escuchando lo que te estaba diciendo. Y tengo una buena noticia, una de las habilidades de los Metamorfamagos como yo, es que tienen poderes increíbles, uno de ellos es la tele transportación, justo como la de los mortifagos. Al estar en este lugar nadie va a sospechar que fuiste asesinada. —La chica largo una carcajada al ver la cara de Astrid— claro si es que alguien te fuera a asesinar.

Riendo a carcajadas con sus guardianas se fue de ahí, dejando a Astrid amarrada con unas cuerdas para que le costara soltarse sola. Esperaba que sus nuevos amigos llegaran pronto, ya que la temperatura de la noche estaba bajando como para que se quedara tirada ahí mucho tiempo.

-*-

Las semanas estaban pasando y los TIMO'S cada vez estaban más cercanos, Venus ya habia hablado con sus hermanos mayores y habían cuadrado el plan perfecto para que los tres pudieran escapar de ese infierno por lo menos por un tiempo.

Astrid no le habia hablado a nadie de aquella noche en la que su mejor amiga la habia atacado, ella sabía muy en el fondo que todo lo que habia dicho esa noche Venus era cierto, sin embargo ella aun confiaba en que Aluminé muy en el fondo seguía siendo la misma chica de antes.

Dumbledore seguía pendiente de Venus, y ahora a esa tarea se habia sumado su padrino que ya se encontraba demasiado preocupado por ella.

Todo estaba demasiado tranquilo, unos días después Umbridge se tomó la libertad de correr a Trelawney, por lo que Dumbledore como abogado del pueblo, habia vuelto a meter a la profesora al castillo. Poniendo en su lugar al sapo rosa.

El día que todo detono Dumbledore la habia mandado a llamar para poder saber a la perfección el plan de la chica. Para que pudiera robar esos replicadores. Para la suerte de Dumbledore, Venus ya podía cambiar su apariencia física a pesar de la maldad que vivía en ella.

Por lo que sería más fácil que se volviera a ganar la confianza de su hermano y sus amigos para el día en el que pasara todo, le fastidiaba tener que hablar con ellos pero era por el bien de quien fuera que tenía que salvar.

En ese momento volvía a ser la pelinegra del demonio, como la habia apodado su mejor amigo. El plan iba a la perfección cuando una interrupción se produjo en su plática, McGonagall y el ministro entraron por la puerta y se les veía muy molestos a los dos.

Venus sabía que algo malo se avecinaba, por lo que cambio su apariencia a la rubia con cara de ángel, otro apodo que le habia puesto Alec, procurando que nadie se diera cuenta de su cambio.

Poco tiempo después entro el enorme sapo rosado con Potter. Cabía mencionar que la oficina estaba llena de personas. Dumbledore estaba sentado detrás de su escritorio, con las puntas de sus largos dedos juntas. Venus se encontraba a su lado, junto a las tres guardianas que habían aparecido de la nada, y Harry se dio cuenta de que ya no parecían aquellas tres guardianas que habían permitido que Venus atacara a Astrid, las cuatro parecían las guardaespaldas de Dumbledore. 

La Promesa De Una WeasleyWhere stories live. Discover now