ᴄᴀᴘ 15: sɪɴ sᴇɴᴛɪᴅᴏ

Comenzar desde el principio
                                    

Según lo que pude ver, mis padres fueron torturados mientras estaban atados a la cama, y fuera del piso de arriba no había más rastros de sangre en el resto de la casa, pero...

—¿Cómo logró As vencer a mi padre bajo esas condiciones? —muerdo mis uñas, camino hasta la ventana y me asomo. Pienso y pienso y cada vez le encuentro menos sentido al asunto.

Mi padre era un hombre alto y fornido, y tenía un cuerpo fuerte, además de que sabía unas cuantas técnicas de defensa personal. ¿Cómo fue que murió tan fácil sin dar señales de haberse defendido? La casa no estaba desordenada y no parecía que alguien hubiera mantenido una lucha. Y estoy segura de que mi padre no pudo haberse quedado de brazos cruzados; tuvo que haber peleado, y con As en ese estado es imposible que haya podido contra mi padre. Además, ¿cómo hizo para llevar los dos grandes cuerpos de mis padres hasta la habitación? Su herida pudo haberse abierto con tanto esfuerzo.

—Algo no cuadra y voy a averiguar qué es.

As

Son más de las tres de la madrugada y camino por las calles de la ciudad. Es increíble el hecho de que aún haya gente en la calle a estas horas, pero las hay, aunque la mayoría son rameras, pandilleros y borrachos.

Camino hasta entrar en un bar y pido un vodka, sin intención alguna de beberlo. Paso mis manos por mi cabello con desesperación. ¿Qué fue lo que pasó conmigo?

«¡Cobarde!», se burla esa maldita voz dentro de mi cabeza.

Aún no sé bien la razón por la que salí prácticamente huyendo de la habitación de aquella idiota. Pero pude sentir cómo sus manos, sus besos, su mirada... toda ella me devoraba como un ardiente fuego, y yo temí quemarme en ese fuego. ¡No debí dejar que me besara! ¡Debí apartarle! ¡No debí besarle yo! Jamás había sentido eso que ella me hizo sentir con sus besos, por eso odio besar. ¡Por eso nunca lo hago!

—¡Maldición! Debí controlarme...

«No necesitas controlarte... ¿Por qué hacerlo? Solo no dejes que vuelva a suceder y así no volverás a confundirte».

¿Pero qué demonios hago con el deseo de poseerla, que aún me quema por dentro?

«Sácalo... sácalo con un nuevo asesinato».

Sí, sí, eso haré...

Llevo tanto tiempo sin poder encajar mi cuchillo como quiero, que hoy saciaré ese deseo. Salgo del lugar y camino por las calles. Me acerco a lugares donde hay gente y los estudio buscando una víctima.

—Hola... —escucho una voz de mujer detrás de mí. Sonrío para mis adentros; la presa cayó sola en la trampa. Me giro y me encuentro con una ramera que sonríe provocadoramente—. ¿Te apetece compañía?

—Me encantaría.

Sigo caminando y ella me sigue de cerca. Una vez que nos encontramos un poco retirados de la demás gente, la tomo del brazo y la llevo hacia un callejón oscuro. Quiero desaparecer el rastro que esa pequeña idiota dejó en mí e impregnarme de uno nuevo, así que sin esperar nada voy directo a mi objetivo. La acorralo contra la pared y desgarro su ropa, a lo cual la chica me mira asustada y eso me gusta... ¡Que me teman!

—Q-qué estás... —Tapo su boca antes de que continúe hablando, juego con sus senos que quedan a mi disposición, pasando el cuchillo alrededor de estos, y el miedo en su mirada se incrementa, pero aun así no logro excitarme lo suficiente.

—Es una lástima: el placer será solo para mí —digo antes de colocar el cuchillo en su cuello. En este punto ella ya está llorando.

Empujo el arma con fuerza, para que este atraviese su piel. Las vibraciones que ocasiona el metal al abrirse paso entre la carne hacen me estremezca de placer y sienta cómo toda la tensión acumulada se vaya dispersando. La sangre se derrama por mis manos y su textura me relaja aún más.

Cuando retiro el cuchillo, el cuerpo de la chica cae. Es la primera vez que mato a alguien de esta manera; es la primera vez que me veo obligado a arriesgarme a que me vean, y todo es culpa de esa chiquilla.

Miro el cuerpo en el suelo y me pregunto si ese estúpido detective ahora sí tendrá algo para investigar como debe ser. Por último, limpio mi cuchillo y camino de regreso al hospital. Cuando llego y abro la puerta de mi habitación, me quedo parado en el marco, mientras contemplo a la pequeña idiota, que está en el suelo y recargada en la cama. Trae puesta una larga bata que parece de abuelita. De alguna manera lo agradezco, y como ahora lo que menos quiero es verla y hablar con ella, doy media vuelta con la intención de marcharme.

«Cobarde».

—¿As? —ignoro su voz y salgo, pero la escucho venir tras de mí.

—No me sigas.

—Necesito hablar contigo.

—¿Sobre qué? —Me giro hacia ella y la miro con fijeza.

Escruta mi cuerpo lleno de sangre y traga saliva, con nerviosismo. Puedo ver en ella una extraña combinación de emociones; miedo, y un ligero toque de decepción. Me causa gracia; creo que a veces ella olvida lo que soy.

—Quiero que me expliques algo —dice finalmente.

—¿Quieres una explicación de lo sucedido hace un rato? —Sonrío—. Si te preguntas el por qué reaccioné así, realmente no hay mucho que decir. Solo me cansé de jugar.

—¿Qué quieres decir? —pregunta, enarcando una ceja.

—Bueno tú estabas provocándome con esa ropita que usabas, así que quise castigarte y fingir que te deseaba. Solo quería demostrar que puedo hacerte caer ante mí en el momento en que se me dé la gana.

—Ya veo. —Me parece ver que el brillo de sus ojos se desvanece, pero ella se queda ahí como si esperara otra cosa—. No quería hablar de eso. No me importan las razones por las que hiciste lo que hiciste. La verdad no me interesa...

—Ah, ¿no? ¿Entonces qué es lo que quieres?

—Hablar sobre el día que asesinaste a mis padres —dice, y esta vez soy yo quien eleva la ceja. Por nueva cuenta, esta niña me sorprende. En verdad que pensé en todo, menos en esto. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Besos con sabor a muerte© (18+) ¡DISPONIBLE EN FÍSICO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora