Sr. y Sr. Berckley

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Capítulo: 47

Hola a todos!!!!

Aquí estamos con otro capítulo. Antes que nada me gustaría decir un par de cosas. Ejem, ejem (me aclaro la voz).

Primero: 40.000 lecturas ¡OMG! ¡Estoy que no me lo creo! Y si a eso le sumamos los más de 2.000 votos y los casi 120 cometarios… Estoy dando botes por toda la casa de la alegría. En serio, reboto en las paredes como una pelota de ping-pong.

Segundo: ¡Más de 60 seguidores! Por lo que… ¡a rebotar más por toda la casa! Boing-boing-boing (sonido de mi cuerpo yendo de una pared a otra). Jajajjajaja, pero, ahora un poco más en serio (solo un poco). A partir de ahora, dedicare todos mis capítulos a todos mis seguidores, porque sois vosotros los que me dais la motivación para escribir. Porque antes era: pufff, que perrería; no me apetece; ahora más tarde. Pero ahora es: venga, que quieren otro capítulo; céntrate Laura ¡céntrate! Por eso y para poder daros las gracias, os iré dedicando los capítulos, en orden cronológico. ¿Qué quiere decir esto? Que el primero que me siguió, será al que primero le dedicare un capítulo, después al segundo y así sucesivamente.

Tercero: Ya comenté en uno de los capítulos, que uno de los motivos por los que tardaba tanto en subir capítulos, era porque estaba con otra historia. La he publicado ya, pero únicamente la sinopsis. No subiré capítulos hasta mucho más tarde, porque creo, que tiene que estar algo más evolucionada, antes de que comience a subir capítulos. Por lo que, si queréis pasaros y echarle un vistazo, sois bienvenidos. También pondré la foto de la portada, por si queréis verla.

Y… creo que no tengo nada más que decir. Disfrutad de este capítulo y sabed que, ¡os quiero!

Besos.

Capítulo: 47

La casa de los padres de Ian era… espectacular. Se encontraba en dirección al norte, a menos de una hora en coche. Las luces de la casa se observaban desde lejos, centelleando con gran intensidad, como si de un faro se tratase. Con cada segundo que pasaba, me sentía cada vez más nerviosa. Me retorcía los dedos sin cesar, y me miraba constantemente en uno de los espejos laterales del coche, inspeccionando que el maquillaje siguiera en su sitio. Ian en cambio, estaba muy relajado.

Conducía con naturalidad y de forma tranquila. Se encontraba increíblemente guapo esta noche. La ropa elegante y formal le sentaba mejor de lo que me esperaba. Tenía el pelo bien peinado y algo engominado. Y su traje, a pesar de ser muy sencillo y algo clásico, le sentaba divinamente. Era increíble pensar, que en verdad era una estrella del rock. El piercing de su ceja brillaba cada vez que se nos acercaba un coche. Su camisa ligeramente abierta le daba un aire sexy que nunca desaparecía. Toqueteaba el broche del bolso, abriéndolo y cerrándolo sin parar. Mi nerviosismo era palpable. Si no fuera porque estaba dentro del coche, estaría dando botes de un lado al otro. No recuerdo la última vez que estaba tan nerviosa. Creo que fue cuando tenía cinco años. Nuestra clase había organizado una función de teatro. Era sobre “La Bella Durmiente”, y a mí me había tocado hacer de la princesa Aurora; la protagonista. No nos tuvimos que aprender un dialogo, ya que en la corta edad de 5 años, no nos podían pedir mucho, por lo que nos susurraban lo que teníamos que teníamos que decir desde ambos lados de escenario. Pero aun así estaba muy nerviosa, y no dejaba de moverme de un lado al otro. Y lo que sucedió durante la obra tampoco es que fuera muy agradable que digamos, pero eso ahora no tenía importancia.

—Ya llegamos —dice Ian. Su voz me saco de mis pensamientos. Miro la gran casa que tengo en frente. Era una casa ostentosa; se notaba que no tenían ningún reparo en mostrar que tenían dinero.

Un toque de rockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora