¿Terco, o perseverante?

5.4K 268 3
                                    

Capítulo: 38

—¿Qué haces aquí?

—Vaya. Menuda forma de darme la bienvenida.

—Perdona. Es que es una sorpresa verte aquí y… —dejo de intentar parecer amable, para preguntar con voz cansada—: Enserio Ian ¿qué haces aquí?

—He venido a verte. ¿Puedo pasar?

Me aparto de la puerta, dejándole espacio para poder entrar. Cerrando la puerta detrás de él, lo veo caminar con lentitud, observando  todo su entorno: las paredes del pasillo, pintadas de un azul claro; con algunos cuadros vistiendo las paredes, dándoles algo de vida.

Se gira y mira detenidamente mi rostro. Observando el corte en el labio, y el hematoma que había comenzado a aparecer cerca del labio; por todo el borde de la barbilla.

—Deberías de tener más cuidado.

Acerca la mano lentamente en dirección a mi magullado rostro. Con los dedos, levanta un poco mi barbilla, para así poder ver mejor mis heridas. Las mira muy detenidamente; en silencio. No sé qué piensa al ver tales heridas. No puedo discernir si siente lastima, o siente miedo al saber de lo que soy capaz. Me gustaría saber, lo que le rondaba por su cabeza. Lo que en verdad pensaba sobre toda esta situación.

Pero… ¿Por qué me preocupo por lo que piense? No debería importarme lo que podría pensar sobre mí. Siempre me ha dado igual lo que la gente pensara de mí. Total, yo no los obligo a tener que relacionarse conmigo.

Él pasa los dedos cerca del corte del labio, produciéndome escozor. Intento apartar la cara, pero no me deja, afianzando su agarre sobre mí. Vuelve a pasar el dedo pero esta vez, con más delicadeza.

—¿Con quién te has pegado?

—Con Westley —digo sin más.

Me quedo mirando sus ojos olivas, mientras siento como pasa su dedo por todo el hematoma, para luego pasarlo por mi labio inferior; una y otra vez. Siento el labio arder, pero no por la herida, sino por el contacto de su dedo. El dolor de la herida y el hematoma han desaparecido como por arte de magia. Su tacto es un bálsamo para mi cuerpo. Ahora que mi cuerpo se relaja, es cuando me doy cuenta de lo tensa que estaba.

Me suelta; bajando la mano hasta situarla a su costado.

—No me gusta ver cómo te ha dejado la cara ese hijo de perra —gruñe muy enfadado.

Lo miro a los ojos, para ver que llamean con ira. No me esperaba esto. Yo creía que estaría impactado, que se lo tomaría a broma, o que incluso llegaría a estar un poco atemorizado. Pero en cambio, más bien parece… furioso. Está enfurecido. Lo veo abrir y cerrar los puños con rabia. Está enfadado —eso se nota—. Pero, no entiendo del todo el por qué. ¿De verdad está furioso, por el hecho de que me hayan golpeado?

Siento la tensión crearse entre nosotros. Y eso no me gusta.

—Pues deberías de ver cómo está él. Esto —Me señalo la cara—, no es nada comparado a lo que le he hecho yo.

Al final sonríe. He conseguido suavizar su humor, y eso me alegra.

Camino al salón con Ian siguiéndome por detrás. Él se detiene al ver el piano de cola negro.

—¿Tienes un piano?

—Sip.

Me tumbo en el sofá, poniendo los brazos detrás de la cabeza para acomodarme mejor.

—¿Y sabes tocar?

Me encojo de hombros y digo—: Un poco.

—¿Por qué no me lo dijiste?

Un toque de rockUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum