Un sueño de ensueño

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Capítulo: 23

Ya nos encontrábamos en la última clase del día. “Por fin”. Dios, no podía seguir soportando las explicaciones tan tediosas del profesor. Movía la pierna con impaciencia, mientras miraba el reloj; observando cómo avanzaba el segundero con lentitud. Faltaban cinco minutos. Cinco minutos, que parecían no terminar nunca. En medio de toda esa desesperación a que avanzaran más deprisa las agujas del reloj, veo que en mi mochila han colado una nota. La abro y comienzo a leer.

-¿Impaciente por salir de clase? ;)

Giré la cabeza, para encontrarme a Ian, mirándome atentamente. Rápidamente volví la atención a mi cuaderno, para escribirle una respuesta.

-Por supuesto, ¿a caso tú no tienes ganas de salir de aquí? –le pasé la nota por debajo de la mesa. Al poco tiempo recibí otra nota.

-La verdad es que no muchas. Después de esto tengo trabajo que hacer con la banda.

-Mmm…, muy interesante. Sales de aquí, y pasas de ser el Ian estudioso, al Ian estrella del rock.

-Yo creo que más bien, paso de ser Ian, a ser Ian. Soy igual aquí, que con mis amigos del grupo –incliné la cabeza hacia atrás para mirarle de nuevo. Su mirada derrochaba sinceridad, y sus ojos me decían que quería que le creyera.

No le mandé mas notas. Por fin el timbre sonó, y todos recogían con prisas, deseosos de poder salir de aquí y empezar cuanto antes el fin de semana. Yo hice igual, recogí mis cosas lo más deprisa que me permitían mis manos agarras mis libros. Cerré la mochila, me la colgué al hombro y despidiéndome de Seth y Miranda salí de la clase a toda prisa.

Por los pasillos se podía ver a todos saliendo de las clases a toda prisa y caminando a toda prisa, deseosos de poder salir de aquí cuanto antes y no tener que pensar en volver hasta el próximo lunes en la mañana. Yo no era menos. Deseosa de llegar a mi moto y marcharme a mi casa, caminaba deprisa por los pasillos, evitando chocarme con la gente. Entonces sentí unas manos en las costillas, provocándome unas fuertes cosquillas, y haciendo que saltara. Me giré para ver quien había sido la persona que me había hecho cosquillas; para encontrarme con Ian, riéndose de mi reacción.

-Vaya. No sabía que tuvieras cosquillas.

-Sí. Tengo bastantes cosquillas, por lo que será mejor que no me vuelvas a tocar en las costillas, o en el cuello. –“O  en cualquier parte del cuerpo”. Pensé yo para mí.

-Tomo nota –dijo sin dejar de sonreír. Por un momento nos quedamos en un incomodo silencio, por lo que decidí romperlo.

-Y bien, ¿querías algo?

-La verdad es que sí.  Quería preguntarte, que si querías quedar este fin de semana, para empezar el trabajo de historia.

-¿Tan pronto?

-Cuanto antes lo hagamos, antes nos quedamos descuidados. ¿No crees?

-Pero el trabajo es del final de trimestre, todavía quedan semanas hasta la fecha de entrega.

-Ya pero…

-Lo que podernos hacer es pensar un tema para el trabajo este fin de semana, y luego si eso, ponernos a hacerlo.

Y dejándole con la palabra en la boca, aceleré el ritmo y salí del recinto.

Una vez ya en casa, dejé mis llaves sobre la mesa de la entrada y subí por las escaleras, para dejar mi mochila en mi habitación. Enciendo el portátil y lo primero que hago es mirar mi correo. Al ver que no hay nada nuevo, lo cierro.

Un toque de rockWhere stories live. Discover now