Labio roto

5.2K 282 12
                                    

Capítulo: 36

“¿Dónde está Ian?”.

Cuando llegué a la clase esta mañana, busqué a Ian con la mirada para darle las gracias y preguntarle sobre a qué hora me había traído la moto, y sobre cómo había vuelto a casa. Pero Ian no se encontraba sentado en su silla.

Todas las chicas parecían algo alicaídas a causa de su ausencia.

Poco después de sentarme, llegó Miranda y se acercó a mí para preguntarme sobre lo que pasó al final con Ian. Le conté sobre la confusión que hubo sobre el trabajo, y sobre cómo me trajo de vuelta a casa. Pero no le cuento lo del beso. Eso, mejor en privado. Ella me escucha atentamente, pero parece que presta más atención a mi persona, que a lo que estoy diciendo. Luego ella dijo algún que otro comentario, algo extraño, para luego volver a su asiento en cuanto entró la profesora, sin decir nada más.

Raro.

La mañana transcurre con normalidad, a pesar de su ausencia. De vez en cuando, giro para mirar hacia atrás, para luego volver a mirar al frente, y sentirme estúpida por el hecho de haber intentado buscarlo, aun sabiendo perfectamente que él no se encontraba ahí.

No sé por qué lo busco.

Simplemente lo hago.

Durante el almuerzo lo busco con la mirada, a la espera de que apareciera en cualquier momento, pero no aparece. No debo de depender tanto de su presencia. Debería de estar feliz por el hecho de que él no estuviera ahí para atormentarme. Pero no era así. Y eso, era extraño.

Otra cosa bastante extraña, era que tenía la sensación de que las personas a mi alrededor me miraban; más de lo normal. Siento sus miradas sobre mí, curiosos por algo sobre mí. A más de alguno lo he pillado mirándome detenidamente, a lo que yo le lanzaba miradas envenenadas y amenazantes, haciendo que rápidamente apartaran la mirada. Estuve lanzando miradas durante toda la mañana.

Las clases avanzan, y yo cada vez me siento más nerviosa y más enfadada. El no saber por qué todo el mundo me mira, me estaba sacando de quicio. Miranda y yo caminamos en dirección a los vestuarios para E.F hablando sobre el extraño comportamiento —ya más extraño de lo normal— de Jennifer y las fans de Ian.

—Por Dios. No puedo creer que estén tan deprimidas. Es sólo un chico  —digo incrédula.

—Oh, vamos. No me digas, que tú no lo has echado en falta.

—No.

—¿Seguro? Porque te he visto mirar hacia el asiento de Ian bastantes veces.

—He de reconocer —digo—, que es bastante raro volver a la tranquilidad que sentía antes en las clases, ahora que comenzaba a acostumbrarme a sus incordios.

—¿Estas segura que eso es lo único que has echado en falta? —pregunta curiosa.

Me quedo un momento en silencio, mirándola atentamente.

—Eh… No sé si llego a comprender lo que quieres decirme.

—Pues que por lo que se ve, habéis hecho muy buenas migas.

—Miranda. Esta mañana también me has dicho comentarios similares. Déjate de evasivas y dime lo que pasa.

—Hablo de la marca.

—¿Marca? ¿Qué marca? —pregunto, estrechando los ojos.

Ella abre los ojos sorprendida.

—¿No la has visto?

—¿Ver el que?

—Ven.

Me agarra del brazo y me arrastra hasta el baño. Al entrar, Miranda mira dentro de cada cabina, comprobando si nos encontrábamos solas. Cuando acaba con su registro me agarra por los hombros y me sitúa frente a uno de los espejos. Sigo sin comprender lo que pasa, hasta que mueve un poco el cuello de la chaqueta. Y entonces lo veo…

Un toque de rockWhere stories live. Discover now