37. Infierno

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Lo que sucedió en las siguientes horas, días, meses... o minutos, tal vez, nadie sabía en realidad cuánto tiempo pasó, y no lo sabrían hasta varios años después, fue el infierno en vida. De principio a fin. Y parecía no tenerlo nunca.

Frente a loa ojos de Thomas se desartollaba todo como en una nube de niebla densa, asfixiante.

De a ratos lloraba, de a ratos podía sólo sentir dolor en todo el cuerpo, desde la cabeza hasta los pies.

Ver a Leo llorar desconsolado por la pérdida de su hermanita fue desgarrador. Cuando Daniel, su padre, llegó (él no tenía a la mano un jet privado), el niño sollozaba abrazado a Tom, en la cama del hospital y ambos hombres se quebraron.

Anna estaba inconsciente aún. Pero era inducido, tenía golpes y rasguños en su rostro y todo lo que podía hacer él era sostener entre sus dedos la mano tibia y sin fuerzas de su mujer.

-Te necesito Anna, no sé que hacer... Creo que por eso Luke, Christian y hasta mi mamá están haciendo todo por mi. Hoy llegó Daniel, él viene a reconocer el cuerpo de... de... Oh Anna- La voz se le cortaba y los sollozos le ahogaban. -De tu bebé, de su hija, de mi princesa. No puedo Anna, no puedo. ¿Quién me odia tanto para quitarme todo? Por que lo teníamos todo, amor, todo. Y tengo miedo, de no poder salvarte de el hoyo donde estamos, por que sé que cuando despiertes y lo sepas...-

Al parecer se había quedado dormido llorando en la mano de su novia, cuando la puerta de la habitación crujió un poco y levantó la cabeza para ver a Daniel, con el cabello revuelto, sin saco y corbata, la camisa arrugada y el rostro enrojecido. Tal vez así había llegado, pero no lo vio bien.

-¿Han dicho algo los médicos?- Su voz era tan distinta a cómo la recordaba.

-Que estará en coma inducido por lo menos tres días, hasta que la inflamación baje y se corran las pruebas para determinar si habrá algún tipo de daño. Pero que no creen que lo haya, sólo es precaución... Y Leo puede tener el alta en un día más, ¿cierto?, él... no...-

Se sentía estúpido insinuando que le niño era el menos dañado cuando de aquello nadie había salido sin alguna clase de herida (física y emocional).

-Si, él... Bueno, yo...- Daniel suspiró. ¿Qué se supone que le dices al hombre que cría a tus hijos y se va a casar con tu ex? -Gracias. Creo que lo correcto sería esperar a que Anna saliera del hospital pero, no quiero que... Que mi niña...-

-Yo entiendo, y sinceramente no creo que Anna podría soportarlo.- Besó el dorso de la mano izquierda de la mujer que dormía en aquella asceptica cama y se puso de pie para salir y hablar con Daniel.

¿Qué hablaron? Pues a ciencia cierta, visto a posteriori, habrá sido una de las peores conversaciones pero que prefirieron tener entre ellos antes que la tuviera su representante con quién sabe quién.

Y las horas pasaron, él mismo fue a la casa con Daniel y la madre de éste que llegó por el medio día, para entregar los papeles del seguro que Anna guardaba en la caja fuerte de la biblioteca. Les llevó a la habitación de Leo por ropa para el chico y después a la de María.

Que trago tan amargo.

Los tres adultos, llorando en silencio mientras sacaban lo que la niña llevaría en el funeral.

Y ahí los recuerdos golpearon.

"-Tú no sabes esperar, ¿cierto?- Lo había dicho en broma y sonriendo y Anna le había devuelto una mueca de la más absoluto desinterés mientras se ponía los zapatos y el sweter que se había comprado un día antes y haciendo lo mismo con los niños, que estrenaron tenis y chamarras.

Never let me go. FINALIZADA (Tom Hiddleston Fanfic)Kde žijí příběhy. Začni objevovat