36. No quedan lágrimas para llorar

Start from the beginning
                                    

—¿Cómo estuvo el discurso? —rió mientras saludaba a Catalina con un beso en la mejilla.

—Aburrido, como todos los años —respondió la castaña.

—Sí —agrego Alex bordeando el vehículo hacia el asiento del conductor —me causa felicidad no tener que ver a ese viejo en dos meses —tanto como Nicolás y yo, estuvimos de acuerdo con él —. Pero basta de charlas, quiero ir a comprar unas cervezas antes de ir al lago, así que todos súbanse y hablen arriba —sin mucho que agregar, todos obedecimos al rubio y subimos al jeep negro.

Como ya era final de año, y habíamos pasado dos semanas estresados por las pruebas finales, para poder pasar el año, cosa que aunque Alex ya se veía repitiéndolo, logro. Por lo tanto, planeó un paseo al lago Zafiro, para ir a acampar luego de salir de clases el último día, ósea hoy.

Durante el viaje hacia el supermercado, los chicos no dejaban de hablar de cosas las cuales no tomaba en cuenta, pues mi mente se iba en pensamientos mientras miraba por la ventana el paisaje citadino que rápidamente pasaba por nuestro lado.

Me encontraba abrazando de rodillas en el mismo haciendo de siempre, detrás del copiloto en el jeep de Alex, mientras los demás intentaban contactar a Carolina que estaba por algún lado del estacionamiento del aeropuerto.

No lloraba, pero mi nariz ardía con intenciones de hacerlo, solo repetía ese momento en mi mente, el momento en que Javiera volteaba a verme, y quitándome la mirada, volvía a su andar alejándose de mí para abordar el avión. Ahí era cuando las lágrimas salían nuevamente.

—¿Por qué?

—¿Kevin? —la leve voz acompañada de un golpecito en la ventana me hizo secar rápidamente mis lágrimas y levantar la vista.

—¿Kevin? —mire hacia delante despegando la vista de la ventana, por donde se veía el estacionamiento del supermercado.

Catalina me miraba de adelante, arrodillada sobre el asiento del copiloto.

—Háblame, llevamos cerca de diez minutos acá y solo haz mirado la ventana.

—Lo siento, estaba pensado en Javiera —su cara se pareció deprimir rápidamente.

—¿Aún piensas en ese día? —me pregunto fijamente con los labios levemente apretados, también triste por ello.

—sí, creo que...

No alcance a terminar mi respuesta pues Alex comenzó a golpear suavemente el vidrio del conductor señalando con una mano que le abriéramos el maletero mientras que con la otra sostenía y enseñaba las cervezas.

—Nico tuvo una emergencia con su cuerpo —dijo volviendo con nosotros sentándose frente al volante —, y Caro lo está esperando, por si se acaba el confort en el baño.

—Parece que Nico ya es cliente Premium de ese baño —intenté reír para que Catalina olvidara el asunto de Javiera por el momento.

No pasaron ni dos minutos cuando mi hermana junto con Nicolás, llegaron al jeep riéndose de algo a lo cual nadie le dio importancia.

—Si Nicolás no tiene nada más para defecar... —dijo Alex ante de echar a andar el auto.

—Alex, cállate, son problemas serios —respondió el castaño al lado de mi hermana, intentando defenderse.

—Bueno, vayámonos al lago.

***

¿Cómo estás, hijo? —escuche a mamá en el umbral de mi puerta mientras yo estaba recostado en la cama de mi habitación dándole la espalda.

Soy hermano de una zorra | Troublemakers [En edición]Where stories live. Discover now