29. Noche de primavera. Parte 1

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—¡Javiera, apresúrate, tu amigos llegarán pronto! —gritaba mamá desde el piso de abajo. Al parecer estaba mucho más emocionada que yo por el baile de primavera de la escuela.

—Bajo en un segundo —le respondí desde mi habitación esperando que escuchara para poder terminar de arreglarme, aunque solo necesitará subir la cremallera del vestido.

Como podía intentaba subirme la cremallera, pero me era imposible. Rigoberto además de hacerlo a mi medida y a mi gusto, había incorporado un cinturón delgado metálico de color dorado, el cual se veía encantador con el vestido.

—Creo que además de las galletas de la tarde, huelo un poco de nerviosismo en la habitación —volteé para ver a Matilda de pie en la puerta con una enorme sonrisa en su rostro.

—Un poco —le sonreí nerviosamente —, no alcanzo a subirme el vestido bien, ¿me puedes ayudar? —dije ofreciéndole mi espalda.

Esta acepto y se encamino a mí para brindarme una ayuda que no duro más de diez segundos.

—Te ves preciosa —vi cómo me sonreía llena de alegría por el reflejo del espejo —, aun no puedo asimilar que mi pequeñita se vaya la próxima semana —vi como sus cansados ojos se llenaban de lágrimas e intentaba retenerlas, lo cual me hizo sentir pena por un momento —, han sido más de diez años trabajando para ustedes, mi niña, no puedo creer que se marchen.

—Matilda, tranquila —voltee a verla para abrazarla —, han sido diez años donde has sido muy fiel a nosotros y mis padres lo saben, y agradecen mucho —la apretaba contra mí, sintiendo ese olor tan agradable que me encantaba de ella —, diez años que papá te los ha compensado con tu indemnización, estarás muy bien por un par de años —me separé de ella para sonreírle, a lo cual me respondió igual pero con lágrimas cayendo por su rugosa cara —. Te prometo que si todo va bien, y tú estás de acuerdo, que vayas a vivir con nosotros a Madrid, o que al volver vuelvas a estar con nosotros.

—Gracias, mi niña —sonrió —, veremos que se da con el tiempo. Ahora, será mejor que bajemos, sus padres la están esperando.

—Bajaré en un momento, me peinaré y estoy lista —dijo esto la abrace y besé en la mejilla.

Una vez con Matilda fuera de la habitación, volví al espejo para hacerme un peinado sobrio, no me agradaba la idea de ir con el pelo suelto. Tome los mechones de sobre mis orejas y los enrolle en sí mismos para tomarlos en una traba que combinará con el vestido.

Me miré en el espejo, el conjunto estaba perfecto, mi pecho se inflo de la emoción, quería bajar y ver rápidamente a Kevin, acaricié la tela del vestido sintiendo su textura y a vez sentí mi móvil vibrar sobre la cama. Caminé hacia mi cama y lo cogí para dejando ver un mensaje de Kevin.

Kevin: En cinco minutos llegó a tu casa, sería bueno que salieras con tus padres para que veas la sorpresa que tengo.

Me aseguré que todo estuviera perfecto en lo que respecta a mí, y con móvil en mano, salí de mi habitación. Al llegar a las escaleras, vi como mis padres hablaban con Matilda, a los pies de esta, desviaron su mirada para fijarse en mí, mientras bajaba escalón por escalón esperando no tropezar y caer, porque honestamente no era fanática de andar por la vida con tacones.

—Creo que estoy viendo un ángel bajar desde el cielo —dijo papá maravillado con mi presencia.

—Papá, no exageres, me veo bien, pero no es para tanto —reí al llegar abajo, sana y salva.

—Javiera —se aproximó mamá dejando de lado el sentimentalismo de papá —, sabes que será tu última noche con tus amigos, y sé que yo no te diría esto pero —hizo una pausa tomando mis mejillas con sus manos —, disfrútala, disfruta esta noche, tu juventud, pásala de lo mejor con tus amigos.

Soy hermano de una zorra | Troublemakers [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora