23. Zorras en casa

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Es lunes, papá se ha dado el tiempo de traernos en auto a Carolina y a mí a la escuela, el día estaba totalmente nublado, y como ya se me estaba haciendo costumbre, mi cuerpo rogaba un café, tome el móvil que estaba en el bolsillo del pantalón y entre al chat con Catalina

Kevin: Cata necesito un café, si ya estás en la escuela ve a conseguirme uno a la cafetería.

Deje mi móvil de lado y espere un rato, intentando pasar el rato concentrándome en la conversación de mi hermana que iba en el copiloto y mi padre que no despegaba la vista de enfrente. El móvil vibro y volví a cogerlo.

Catalina: Em, intentaré llegar a la escuela primero.

Mire extrañado el móvil y ante de poder responder, papá paro el auto. Nos despedimos de él y nos bajamos apenas. Carolina se acomodó su blusa a mi lado, y la mire de pies a cabeza seriamente, de lo cual ella se percató y me sonrió. Sin más comenzó a caminar y sin siquiera esperarme.

La seguí unos metros detrás, hasta que Daniel se cruzó golpeándome con su hombro y caminando hacia mi hermana, a la cual abrazo y beso sin detenerse. Suspiré pesadamente, y seguí mi camino detrás de ellos. Al entrar y caminar por los pasillos de CHS me encontré con Nicolás el cual estaba sacando algo de su casillero, chocamos los puños y lo espere a que cerrará este.

—¿Así que... estarás castigado? —dijo apartando sus dedos del candado.

—Pues sí, por ser un propenso adolescente alcohólico —empecé a caminar con él.

—Qué triste tu vida, creo que deberías acatar las órdenes de tu mamá, y si es necesario entrar a un convento —no se detuvo para verme, solo siguió.

—Lo tendré en mente, tanto como mi mamá tendrá en la mira a mi amiga alcohólica. Carolina le ha dicho que una castaña la ha vomitado, y se ha vuelto loca al saber que era Catalina —mire el techo, como esperando que todo fuese una broma.

Al bajar la vista, Alex estaba metiendo en su casillero los libros de química que ocupamos el fin de semana, a su lado, apoyada en las demás casillas, e intentando no morir, Catalina, la cual sostenía el libro de lenguaje el cual tendríamos prueba la siguiente semana.

—Hablando de la amiga ebria... —dijo Nicolás mientras nos acercábamos y se paraba al lado de esta.

—Sí, ¿Qué contigo? ¿Tanta resaca tienes? —la miré por un segundo, para luego tomar los libros de química que Alex había guardado —los necesitaremos, la prueba será mañana, así que tenlos a mano —dije entregándoselos, haciendo que este gruñera cabreado.

—Pues sí —dijo Catalina haciendo lo mejor posible para hablar y no vomitar en el intento—, creo que esas mesclas que bebí no eran de lo más sanas

—Pues déjame decirte, Princesa, que no era un tutifruti de frutos del bosque —dijo Alex una vez cerrado su casillero.

—Calla, cara de sapo.

—Me insultas, o eso creo, luego de que fuiste tú la que vomito mi cama a las 5 am —Alex achino los ojos y alzo una ceja, cosa que Cata ignoro dando le un pequeño cabezazo al casillero.

—Será mejor que vayamos a clases, ya estamos en la hora —dije empezando a caminar.

Mientras estábamos en camino al salón, le conté a Catalina lo que había sucedió luego de llegar a casa, y que Caro le conto a mi mamá que ella la había vomitado, y además que ahora la tendría entre ceja y ceja.

—Que se joda tu vieja —dijo terminado el relato, a lo cual la mire enojado—. Perdón es el alcohol que aún me hace efecto —dadas las disculpas, esta eructó, pero un eructo con un olor a pisco increíble.

Soy hermano de una zorra | Troublemakers [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora