24. Vieja y toxica amistad

616 41 1
                                    

No había tocado la comida. O al menos no lo suficiente como para que no perdiera la elegante forma y decoración en el plato. El ambiente era súper agradable, al menos para mis padres, los cuales hablaban con los de Daniel sobre días en la universidad y de vez en cuando de negocios, tema que se dejaba de lado cuando la mamá de Daniel decía: "¿Pero por qué hablan de negocios? Estamos disfrutando una cena tranquila." Y mi madre la apoyaba.

Daniel actuaba muy natural, me dirigía la mirada de vez en cuando para sonreírme amigablemente, a lo cual solo le respondía con la mirada. Una fría y asesina mirada, con la cual desearía haberle quemado ese pelo sedoso que tiene.

Nadia, su hermana, ex zorra mayor de CHS, comía tranquilamente y seguía la conversación de nuestros progenitores, los cuales de vez en cuando se centraban en ella.

—¿Y Nadia? —dijo mamá cuando se acabó el tema de conversación -¿Cómo te ha ido en tu nueva vida europea? ¿o volviste para quedarte?

—No, solo vine por unos días —intentaba limpiarse la boca sin correr el labial—. Ya habré terminado la Universidad, pero mi vida está hecha allá, no quiero volver a esta aburrida ciudad, Inglaterra es lo mío.

—Al parecer un chico al fin pudo amarrarte —dije alzando las cejas, haciendo que Nadia y Daniel se fijaran en mi, mientras de reojo vi como mi madre sonreía pícaramente.

—No, de hecho los años que allá estuve solo me dedique a estudiar, así que mucha vida amorosa no tengo —rió, pero en el fondo sabía que era una gran y vil mentira.

Note como Daniel tenía plasmada en su cara una sonrisa victoriosa, pero la pase por alto, no quise darle importancia. Con la cena ya acabada, nuestros padres siguieron hablando sin mucho importarles que yo estuviera aburrido sentado a un lado de ellos.

—Permiso, me retiro —cortésmente Daniel se levantó, inclino la cabeza y se marchó, llamando por un pequeño instante la atención de nuestros padres.

—Daniel, lleva a Alex arriba como en los viejos tiempos —dijo su padre, justo cuando Daniel estaba de pie en el umbral de la puerta listo para salir de la habitación. Maldición.

Él volteo a mirarme con una cara seria y sonrió sínicamente, a lo cual le respondí de la misma forma mientras me levantaba de mi lugar y caminaba hacia él. Cuando llegué a su lado el volteo y lo seguí por el pasillo, borrando de mi cara, apenas pase el umbral, esa sonrisa que les hice creer a mis padres. Este mal nacido, le había hecho algo horrible a la chica que amo, de ninguna forma me podría caer bien.

Al llegar a la escalera, Daniel ya se encontraba a la mitad de esta. Al colocar mi pie en el primer escalón vi como Fofo, el gato de Daniel me miraba desde arriba, con toda su barriga al esplendor, sus ojos reflejaban odio puro, y le devolví la misma mirada.

—Nos volvemos a encontrar —le dije alcanzado una ceja, a lo cual el solo bufo sin mover ni un musculo.

Al subir me di cuenta que este estaba en su típica posee de gordo sentado en el sofá, pero a diferencia de que era un gato, y estaba en el suelo. Al llegar arriba, se incorporó apenas bufándome nuevamente, a lo cual con el pie lo empuje nuevamente escalera abajo como la última vez que estuve en esta casa, y seguí mi camino hacia la habitación de Daniel.

Al llegar, me pose en la puerta, y vi cómo se quitaba la camisa para colocarse una sudadera gris, para luego revisar su celular, mientras él se dedicaba a ello, yo me fije en su habitación la cual había cambiado de la última vez que había estado allí. Los posters de superhéroes habían sido remplazados por un horario con lo parecía ser fechas marcadas con nombres de chicas de ultimo grado y unas de segundo.

Soy hermano de una zorra | Troublemakers [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora