35. Hasta luego, Troubles

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—Hijo, ¿Cómo estás? —dijo una vez a mi lado.

—Bien, tengo la mente algo más despejada luego de la ducha —sonreí, sacando la toalla de mi cabeza para jugar con ella en mis manos —, pero aun así no logro sacarme a Javiera de la cabeza —apreté los labios.

—Tranquilo, sé que es difícil, Kevin —coloco un brazo sobre mi hombro para luego acercarse y abrazarme —. Pero, no dejes que esa pena y orgullo invada tu corazón y no te dejen hacer lo que en verdad quieres, para que luego te arrepientas de no haberlo hecho —al separarse de mí, dejo su mano en mi mejilla mirándome con cierta pena en sus ojos —, sé que tal vez no quieres, pero baja a comer algo, por favor. ¿Por mí? —sonreí mirándola a los ojos.

—Está bien, a Carolina le puedo decir que no, pero a ti no puedo negarte algo para comer —me devolvió la sonrisa asintiendo aún con pena en el rostro.

—Está bien, ya es algo tarde para que desayunes, pero prepararé el almuerzo pronto para que comas, ¿Okay? —asentí alejándome de ella para ir a vestirme.

Al entrar, revisé mi móvil pero seguía sin notificarme nada, ningún mensaje, ni llamada ni nada de nadie, y eso en aparte me hizo sentir mal, pues sentía que en realidad era mi culpa el que nadie me hablara para saber que era de mí.

Me vestí con algo simple, unos jeans negros acompañados de una playera roja oscura, y para cuando estuve listo, el grito de mamá para indicar que estaba listo, resonó en toda la casa, recibiendo un grito al unísono de Carolina y mío de regreso.

—¡Ya vamos!

Una vez abajo, mamá nos tenía servido en la mesa la comida, un estofado que estaba muy delicioso para este mundo, a pesar de que fue preparado en poco tiempo. Para cuando ya eran las dos y media de la tarde, estábamos todos sentados comiendo y conversando.

—Esta mañana hable con la directora Celeste por correo —comunico Carolina a toda la mesa, antes de llenar su boca con estofado. Mamá dejo el servicio en el plato para ponerme más atención —, acerca de volver este lunes a Crawfield, como es mi último año, no quiero dejar de lado el último mes que me queda para estar en la escuela.

—Me parece bien, retomarás todo para terminar el año —asintió mamá para luego inclinarse levemente sobre la mesa y tocar el brazo de Carolina —, pero que no te sientas obligada a hacerlo, aún podemos ver que te envíen las pruebas a casa y las hagas acá.

—Tranquila mamá, estoy bien.

—¿Y qué pasará con Daniel? —agregué mirándola fijamente con algo de pánico de solo imaginar que se pudiesen topar en el pasillo.

—Bueno, según Celeste, desde la siguiente semana, Daniel tendrá que asistir a un instituto fuera de la ciudad, por un arreglo que hizo la fiscalía, como es menor, no puede ser llevado detenido ni nada —su voz sonó como si estuviese decepcionada de ello, pero en parte tenía razón, Daniel seguía siendo menor de edad a pesar de todo lo sucedido —. De todas formas, Stillfried ya me lo había advertido; que eso era lo que más que podríamos lograr.

—El lado bueno, es que ya no lo verás al ir a la escuela —sonrió aliviada mamá, recibiendo de Carolina una sonrisa similar, pero más incomoda

Preferí omitir lo que nos había contado Alex acerca del padre de Daniel, probablemente no importara mucho en el caso, o se enterarían más tarde, si salía en las noticias.

Luego de comer volví a mi habitación, para aprovechar de ordenarla y poder ponerme a estudiar, o al menos intentarlo, aunque una parte de mí deseaba ir con Javiera. Sobre una cómoda, tenía una fotografía enmarcada de los chicos el día de la fiesta de Fede, lo que además de recordar esa noche al tomar la fotografía, me hizo pensar si en ese momento Javiera ya sabía si se tendría que marchar de la ciudad.

Soy hermano de una zorra | Troublemakers [En edición]Where stories live. Discover now