Capítulo treinta y dos:

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Capítulos finales: 2/2.

*Everyone wants to rule the. world-Lorde* /Me gustaría mucho que la escuchasen, y como dura poco, escuchenla un par de veces :c.

Luego de que el tren llegase a Londres, vi a mi madre y a Remus entre la multitud. Les dejé mi baúl bajo sus curiosas miradas: tenía la jaula con el fénix tapado en la mano derecha y una pequeña mochila colgada en el hombro contrario. Besé sus mejillas y sin decir nada, giré sobre mis talones, desapareciendo del lugar.

Necesitaba estar sola y tenía por contado de que ellos no me iban a brindar el espacio que necesitaba, probablemente iban a entrar a mi cuarto un par de veces al día, ofreciéndome vasos de agua o diciendo que lo que yo estaba pasando era normal y que él no merecía la pena, pero ¿Cómo iban a saber eso si no sentían lo que yo hacía por él?

El lugar en que aparecí, era un bosque a los pies de los Alpes Suizos; recordando como años atrás aquí había venido a acampar con mis padres, me ubique entre los árboles hasta llegar a un pequeño claro. Aquí el último año que vinimos, le sugerí a mi padre de que Draco nos acompañara la próxima vez, sin embargo nunca la hubo. Mis padres se divorciaron a los seis meses, y ahora él y yo estábamos separados. Saqué al fénix de la jaula, pasándole un pequeño pergamino para Charlotte y Remus; cuando el Fogonazo me indicó que estaba realmente sola, mis pulmones parecieron encontrar el aire que tanto me faltó durante estos días: Di una profunda inhalación antes de comenzar a gritar con fuerza, dejándome caer en la nieve. Esta era la única y jodida manera que encontraba para desquitar lo que llevaba dentro. Grité y grité, haciendo que mi ya delicada garganta me ardiese como mil demonios. Mi boca estaba completamente seca, sin ningún poco de saliva, probablemente tendría los labios pálidos y partidos pero ¿A quién le importaba eso ahora? Ya no tendría a alguien que se preocupara por mi cómo él lo hacía, nadie iba a hacerme sonrojar mientras hacía comentarios algo subidos de tono por lo que llevaba puesto, nadie me haría reír sólo por maldecir a todos sus familiares, vivos y muertos, por seguir estando en el colegio. No tendría a nadie a quién yo le hiciese ver que no era un monstruo: porque eso era lo que iba a hacer con Draco, era lo que me había prometido, necesitaba que él se mirara al espejo y sonriera, no que se diera repelus, necesitaba que viera a aquel muchacho del que yo estaba jodidamente enamorada, no al monstruo que él creía ser, que estuviera consciente de su lado bueno y alegre, ése que sólo salía de vez en cuando generalmente acompañado de una sonrisa que cumplía con sus ojos.

Pero esto ya no podría pasar.

—¡Me prometiste que siempre estarías para mi! ¡Dijiste que nunca me dejarías sola! ¡Maldito Cobarde!

Grité hasta quedarme seca, con las piernas del pantalón completamente mojadas, gracias a la nieve que se había derretido frente a mi calor corporal. Hogwarts ¿seguiría abierto de todas formas? ¿McGonagall tomaría el cargo de directora? ¿Qué pasaría ahora que Dumbledore estaba muerto? ¿Voldemort por fin tomará el poder cómo lo hizo en años anteriores? ¿La resistencia sería igual de fuerte? ¿Ahora que Dumbledore estaba muerto, iba a seguir yo dentro de la orden? ¿Volveré yo a Hogwarts?Cuando el fénix regresó, me tomé una media hora antes de seguir con mi destino.

Sacudí mi cabeza mientras seguía caminando, estaba a tres minutos del hotel muggle que hacía de centro de sky, ni jodida idea qué era eso. Antes de entrar, saqué la identificación falsa que los padres de Charlotte habían hecho a petición de los míos hace algunos años, sólo por si ocurría una emergencia y yo debía esconderme; saqué también una faja de libras esterlinas de la mochila a la que le había aplicado un hechizo de extensión indetectable. El recepcionista me habló en suizo, por lo que le di una sonrisa a medias, hablándole en inglés.

—No hablo suizo- el hombre sonrió y aclaró su garganta, hablándome en el mismo idioma.

—¿En qué la puedo ayudar?

—¿Tiene una habitación disponible? Por tres noches.

—Por supuesto.

Comenzó a teclear cosas en una rara caja, y luego volvió a centrar su vista en mi.

—Preciso su pasaporte o su cédula de identidad- lo revisó unos segundos para luego seguir tocando la caja- ¿Efectivo o cheque?

—¿Recibe libras esterlinas?

De nada sirve el cambio para tan poca acción, el camarón se levanta buscando el cambio, la corriente no es opción

****

Draco:

Hoy sabía que era el último día de clases en el castillo, y las ganas de aparecerme en King's Cross sólo para verla me mataban. Mamá me había especificado que no podía salir de los terrenos de la casa ya que el Ministerio me buscaba para un interrogatorio; al parecer Potter había confesado de que Snape fue quién mató a Dumbledore, y yo me había arrepentido, por lo que todo cargo se había eliminado. En primera instancia pasé de la sorpresa a la curiosidad, San Potter y yo nos odiabamos desde que iniciamos Hogwarts entonces ¿Por qué me había salvado el pellejo? Tenía por seguro de que si él no hubiese abierto la boca, el Ministerio hubiese irrumpido en mi casa, buscándome y llevándome a Azkaban a pudrirme con mi padre. Odiaba admitirlo, pero estaba en deuda con Cara-rajada.

Había estado bastante enfermo desde que había llegado, y más aún cuando Voldemort me había recibido con los brazos abiertos, diciendo lo bien que lo había hecho; había tenido pesadillas desde entonces.

En "honor a mi victoria" el jodido pálido con ojos que te hacen morir de miedo en solo media fracción de segundo, había designado mi casa como su nuevo cuartel general. Cuando mi madre y yo lo supimos, hubiésemos preferido la muerte antes de aceptarlo, el problema es que no teníamos opción.

La parte interesante es que muy pocas veces eso estaba acá; generalmente se iba por un par de días y regresaba una noche para desaparecer a la mañana siguiente, mi madre y yo estábamos muy agradecidos de aquello.

Ahora tenía la foto de nuestro primer aniversario juntos entre mis manos. Salíamos riendo, ya ni siquiera me recuerdo del porqué, pero de la nada le tomaba las mejillas y le deba un profundo beso.

El nudo en mi garganta comenzaba a crecer y las lágrimas amontanarse en mis ojos, sin caer. Porque dolía, dolía como el infierno dejarla ir. ¿Sabes lo que se siente mirar hacia el sol? ¿La forma en que te ciega y no puedes ver nada más? Así es ella una Jodida luz en toda esta oscuridad. Y la había dejado ir. Unos golpes en la puerta me hicieron desviar la atención: mamá me miraba desde el marco de la puerta, con una melancólica y triste sonrisa en los labios, había sido ella quién recurría a mi cuando las pesadillas me atrapaban mis noches, donde la persona que mataba Snape era ella, y no Dumbledore, dónde la veía caer desde lo alto de la torre de Astronomía, donde ella me decía que me moviera al otro bando, que podríamos estar a salvo.

Mamá acarició mi mejilla suavemente. Se había emocionado tanto por el hecho de que yo siguiera vivo y la misión no la había llevado a cabo fue tan grande, que durante los dos días que siguieron a mi regreso, me abrazaba a cada segundo.

—Blaise ha venido a verte, cielo. Está esperando en el recibidor, ¿Quieres que lo haga subir?

Asenti levemente, algo más aliviado, que Zabini estuviese aquí sólo significaba que iba a ponerme al tanto de ella, eso o yo mismo lo haría hablar.

Nothing last forever.

Can't Hold Us (2T-DM)On viuen les histories. Descobreix ara