Capítulo veintitrés

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23. La orden del Fénix.

"Estimada _________, tu tiempo de espera se ha acabado, siento que hay un par de temas que deberíamos discutir antes de tu mayoría de edad, me gustaría que vinieras esta noche a mi despacho cerca de las siete. Puedes preguntarle a Harry sobre mis golosinas favoritas."

Creo que iba a comenzar a gritar de felicidad, eso significaba que el viejo director estaba al tanto de mis intenciones de unirme a la Orden, y seguramente esta noche discutiriamos aquello. Comencé a caminar hasta la torre de Gryffindor, donde sabía que Harry estaba, sin embargo Malfoy se me adelantó y me bloqueó el paso. Tenía la mandíbula apretada y se distinguía la frialdad en sus ojos.

Dispuesta a esquivarlo, caminé hacia la derecha, pero él fue mucho más rápido y me aprisionó contra la pared del pasillo. Tenía mis dos brazos juntos en su mano, negándome cualquier movimiento.

-¿Qué quiere Dumbledore?

-No te interesa.

-Si no me interesara, no te estaría preguntado.

Una sonrisa traviesa atravesó mis labios.

-No te incumbe.

-Si lo hace.

-Esto no me está haciendo gracia.

-Pues qué lástima, porque a mi sí.

Estaba pensando en qué podía hacer para deshacerme de él, pero el noventa por ciento de mis opciones incluían golpearle, y ya había descubierto qué aquello no funcionaba de lo más bien: Por ejemplo primera vez, cuando le di una cachetada, sentí yo misma la mejilla arder; quizá porque mi conciencia me recriminaba que golpearle me dolía a mi. Bueno, había una posiblidad de que... bueno, quizá no, pero con intentarlo no perdía nada.

Bajé mi mirada hacia sus labios y él pareció notarlo, pues los humedeció discretamente. Sonreí mientras notaba como su agarre flaqueaba un poco. Me acerqué un poco más, las respiraciones se mezclaban, los labios se rozaban, y justo cuando íbamos a besarnos, saqué las manos de un tirón y comencé a correr con destino al retrato de la dama gorda. El ruido sordo de Draco golpeando la pared casi me hizo detener la marcha, y como mi nombre salía de sus labios suplicante también; pero ya estaba dentro de la sala cuando me arrepentí realmente.

**

A las siete en punto, me encontraba subiendo por la escalinata al despacho del director. Tenía una sonrisa en la cara que esperaba, me durara todo lo que quedaba de día. Jamás había entrado al despacho de Dumbledore, y estoy segura de aquello, esta no será la última vez que lo haga. Hice sonar el picaporte y tras un leve "pase" ingrese en la instancia.

El director estaba sentado tras su mesa, mirándome con una mirada apacible tras sus lentes de media luna. Me dedico una sonrisa y me apuntó la silla que estaba frente a el.

-Buenas tardes, ______- comenzó una vez que estuve sentada.

-Hola, señor.

-Por lo visto has recibido mi pergamino- asentí- espléndido. Los fénix, curiosas criaturas, ¿no lo crees? Por lo que se, estás un tanto familiarizada con ellos, ya que son el animal típico de Grecia.

-Si, señor.

Dumbledore me volvió a sonreír.

-Anoche, el fénix de Annabeth ha irrumpido en mi despacho, trayéndome tu expediente de tu estancia en su colegio de verano. Hoy me he dado el tiempo de ojearlo y déjame decirte que estoy impresionado. Son escasos los magos y hechiceras que muestran tu potencial.

-Muchas gracias, director- dije con las mejillas coloradas.

-Tampoco has fallado en los resultados de los TIMOS, lo cual es digno de la hija de Addisson. Ella me ha hecho saber tus intenciones de unirte a la Orden del Fénix cuando cumplas los diecisiete años, ¿estoy en lo correcto?

Can't Hold Us (2T-DM)Where stories live. Discover now