Capítulo siete.

5.2K 371 18
                                    

7. La primera noche.

Al bajarse del carro tirado por los thestral (que luego de la muerte de Sirius, Sam veía) el camino al Gran Salón se hizo largo e insoportable. Luego de dejar a Blaise en el compartiemiento y ver a Draco de la misma manera, había logrado que un par de lágrimas salieran de sus ojos.

Ahora lo veía de reojo, intentando acercarsele, le hacía sentir un amargo sentimiento. Ella había tenido una salida amistosa con Fred, nada comprometedor. En cambio él se dejaba acariciar por Pansy, lo cual era realmente injusto.

Samantha no prestó mucha atención ni a la Ceremonia de Selección, ni a lo que el Sombrero Seleccionador cantó. Tampoco se fijó en la cantidad de alumnos que llegaban a la mesa de Gryffindor ni eln la comida que estaba frente a ella, su mente iba más rápido de lo que podía procesar.

Volvió a la realidad para mirar a Seamus, ya que este le proporcionó un sutil codazo. Siguió la mirada de Finnigan hasta Harry, quién recién llegaba al Gran Salón con una cantidad impresionante de sangre seca en el rostro. Instintivamente miró hacia la mesa de Slytherin, Draco Malfoy describía mediante mímica, ante las carcajadas y los aplausos de sus compañeros, cómo le rompía la nariz a alguien.

Unir ideas era un tanto difícil. Unir evidencias, no.

Malfoy volvía a ser el imbécil y arrogante de siempre.

El silencio se apoderó del Salón cuando Dumbledore se levantó de su asiento para proporcionar el típico y esperado discurso de bienvenida.

-¡Muy buenas noches a todos!- dijo el director del colegio con una amplia sonrisa y los brazos extendidos como si pretendiera abrazar a los presentes. La mano derecha de Dumbledore estaba completamente ennegrecida y marchita. Y ella no había sido la única en notarlo, los susurros recorrieron la sala, el director, interpretandolos correctamente, se limitó a sonreír y tapó la herida mano con la manga de su túnica morada y dorada.- No es nada que deba preocuparlos. Y ahora... A los nuevos alumnos les digo: ¡bienvenidos! Y a los que no son nuevos, les repito de nuevo: ¡bienvenidos otra vez! Los espera un añomás de educación mágica (...) Y el señor Filch, nuestro celador, me ha pedido que les comunique que quedan prohibidos todos los chascos procedentes de una tienda llamada Sortilegios Weasley. Los que aspiren a jugar en el equipo de Quidditch de sus respectivas casas tendrán que notificarles a los respectivos jefes de éstas, como suele hacerse. También estamos buscando nuevos comentaristas de Quidditch, rogamos a los interesados que se dirijan a Madame Hooch, profesora de dicho deporte. Éste año nos complace dar la bienvenida a un nuevo profesor: Horace Slughorn— Este se puso de oye; la calva le brillaba a la luz de las velas y su prominente barriga, cubierta por el chaleco, proyectaba sobra sobre la mesa- Es un viejo colega mío que ha accedido a volver a ocupar su antiguo cargo de profesor de Pociones.

-¿De pociones?

-¿De pociones?

-¿Dijo de pociones?

Las preguntas resonaron por el comedor; todos querían saber si habían oído bien.

—El profesor Snape, por su parte- siguió Dumbledore, elevando la voz para acallar los murmullos- ocupará el cargo de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.

—¡No!- exclamó Harry, haciendo que muchas cabezas se giraran hacia él. La muchacha igual quedó sorprendida ¿por qué le daba ese puesto después de tanto tiempo? ¿Acaso no todos sabían desde hacía años que Dumbledore no confiaba em Snape para ese cometido?

Snape, que estaba sentado a la derecha de Dumbledore, no se levantó al oír su nombre como lo había hecho Slughorn; se limitó a alzar una mano para agradecer vagamente los aplausos de la mesa de Slytherin.

-Bien- siguió el viejo director- Como todos los presentes sabemos, Lord Voldemort y sus seguidores han vuelto a las andadas y están ganando poder- Sam no aguantó mirar hacia Draco, quién no miraba a Dumbledore y se dedicaba a mantener su tenedor suspendido en el aire con la varita, como si considerara que el discurso del director no merecía su atención- No sé qué palabras emplear para enfatizar cuán peligrosa es la situación actual y las grandes precauciones que vamos a tomar en Hogwarts para mantenernos a salvo. Este verano hemos reforzado las fortificaciones mágicas del castillo y estamos protegidos mediante sistemas nuevos y más potentes, pero aún así debemos resguardarnos escrupulosamente contra posibles descuidos por parte de algún alumno o profesor. Por lo tanto, pido que respeten todas las restricciones de seguridad que les impongan los profesores, por muy fastidiosas que resulten, y en particular la norma de no levantarse de la cama luego de la hora establecida- las mejillas de Fudge adquirieron un leve tono rosaseo al recordar las veces que llegaba en la madrugada a su sala común luego de haber estado con Draco- Les suplico que si advierten algo extraño o sospechoso dentro o fuera del castillo, informen inmediatamente de ello a un profesor. Confío en que se comportarán en todo momento pensando en su propia seguridad y en la de los demás. Pero ahora los esperan sus camas, cómodas y calentitas, y sé que en este momento su prioridad es estar bien descansados para las clases de mañana. Así pues, digamos buenas noches. ¡Pim, pim!

Fudge fue la primera de su mesa en levantarse y escabullirse lo más rápido que pudo para marcharse del Gran Comedor, sabía que no había forma de que Draco la siguiese, debía guiar a los de primer año, así que por lo menos se salvaría de la incómoda conversación que les vendría a continuación. Llegó con rapidez al Retrato de la Dama Gorda y pronunció la contraseña que Hermione le había dicho en el carruaje. Subió a su dormitorio de los últimos seis años, y encontró, en su cama de siempre, su baúl y su lechuza.

Comenzó a desempacar sus cosas cuando Lavander, Parvatil y Hermione llegaron. Conversaron un par de minutos antes de que las cuatro cayeran dormidas.

Can't Hold Us (2T-DM)Where stories live. Discover now