Capítulo seis:

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6. Expreso a Hogwarts.

Levantarse a las siete de la mañana después de desvelarse toda la noche, era lo peor del mundo. Los ojos le escocían debido a las lágrimas que habían salido de sus ojos durante la noche.

Ya lista para irse, bajó las escaleras con su baúl a la arrastre y su lechuza en su jaula en mano.

Su padre y su madre estaban en la cocina, ignorandose olímpicamente.

Luego de desayunar, los tres se dirigieron a King's Cross en un auto que el Ministerio había facilitado. Cornelius le repetia las medidas de seguridad que el Ministerio había tomado para proteger Hogwarts, pero ella no le escuchaba.

Seguía pensando en aquel par de ojos grises que le miraron con impotencia antes de desaparecer en la chimenea.

King's Cross a simple vista era una estación de trenes bastante normal en Londres, una de las decenas que funcionaban día a día.

Parecía bastante normal por ser las diez y un cuarto de la mañana. Muggles que iban y venían con direccion a sus colegios o trabajos, invadiendo la mayoria de la estación.

Si no prestabas la atención suficiente, no notarías que entre los andenes 9 y 10, había un pilar por el cual la población mágica se escabullia al andén Nueve y Tres Cuartos, para dejar a sus hijos y familiares en el majestuoso tren de color Escarlata con destino a Hogwarts.

Cornelius, su hija y su ex esposa, cruzaban la aparente barrera sólida para encontrarse con cientos de palabras de despedida, padres abrazando a sus hijos, y niños ansiosos por comenzar sus años en el colegio de magia y hechicería.

Remus Lupin, se dirigió hacia los tres para estrechar a su ahijada entre sus brazos, con un fuerte nudo en la garganta

En estos tiempos no sabías cuando sería la última vez que verías a alguien.

Después la siguió Addisson, quién abrazó a su única hija con ademán sobreprotector, susurrandole en el oído de que ni se le ocurriera participar en otra batalla sola, y que ya se verían en Navidad.

Cuando fue el turno de Cornelius de despedirse de su hija menor, una lágrima solitaria salió de los ojos del exmandatario. Por su terquedad y falta de confianza hacia el regreso del Innombrable, su hija había estado en riesgo de muerte frente a un grupo de Mortífagos. A pesar de que habían pasado un poco más de tres meses y medios luego de aquel incidente, él no había tenido el valor de disculparse. Era ahora o nunca.

Los premios anuales de este año, se les acercaron diciendo de que ya era hora de guardar los equipajes y entrar al tren.

Luego de unas últimas palabras, la muchacha subió al tren y comenzó a buscar un compartimento. Saludó a un par de personas con las cual se encontró en el pasillo, hasta que dio con el compartimiento donde estaba Seamus junto a otros muchachos de la misma generación. Sam entró en él y se acomodó al lado de la ventana, frente a Finnigan.  Éste tenía una la misma cara de sueño que Fudge en esos momentos.

-¿Dónde está Dean?- preguntó ella

-Con Ginny- bufó Seamus, no le hacía mucha gracia que su amigo tuviera novia, y menos antes que él.

Por las ventanas del tren, el clima se veía tan variado como lo había sido todo el verano: atravesaban bancos de fría neblina o pasaban por tramos en que brillaba un débil sol.

Una alumna de tercero llegó al compartimiento y al entrar miró a la muchacha fijamente.

-Traigo esto para Samantha Fudge- comentó esta. La aludida se levantó y tomó el pergamino con una cinta lila en sus manos. Le agradeció a la alumna de tercero y la siguió fuera del compartimiento.

Can't Hold Us (2T-DM)On viuen les histories. Descobreix ara