Sin más, bufa y se va de mi despacho dejándome aturdida y confundida.

🔼🔼🔼

-Diana. -saluda alguien a mi espalda. Me giro y veo a Christian, el hermano de Erik. ¿Qué hace en la cafetería de la editorial?

-Christian, hola. Siéntate si quieres. -le digo señalando la silla. Él viene hasta la mesa pero no se sienta.

-No, tranquila. He venido a traerle una cosa a mi hermano. -dice levantando un portafolios. -Sólo quería saludar.

-Oh, está bien. Penúltima planta, despacho 5. -le digo sonriendo.

-Gracias, Diana. -dice apunto de irse.

-Llámame Dede. -él asiente con la cabeza y sonríe.

Cuando se va, me quedo haciendo mi café de las 11 del mediodía. Me gusta poco el café de esta cafetería, aunque a la gente le encanta y no entiendo el porqué, pero necesito café cada dos horas si no quiero dormirme.

Al terminar, me pido otro para llevármelo arriba y cuando estoy por irme, veo a un chico entrar en la editorial. Un chico de unos 25 años, muy guapo a decir verdad. Es alto, pelo negro y algo despeinado, unos jeans grises y una camiseta blanca de manga corta y cuello en V. En su mano lleva lo que parece un borrador de un libro. Va hasta recepción pero ahora no hay nadie. Me acerco a él.

-Ei, ¿necesitas ayuda? -pregunto mirándolo. Él me mira sonriendo un poco.

-Buenos días, estoy buscando a Miriam Navarro, la directora de la editorial. -me dice.

-Vale, espera. -digo sonriendo.

Me apoyo un poco en el mostrador de la recepción y cojo el teléfono. Marco el número del despacho de mamá y lo pongo en mi oreja.

-Miriam. -dice.

-Mamá, hay un chico preguntando por ti.

-Santiago Martín. -me susurra el chico. Yo asiento con la cabeza.

-Santiago Martín. -le digo a mi madre.

-Acompáñalo hasta la sala de juntas, ahora voy allí con Guillermo. -me dice.

-Bien. -cuelgo el teléfono y lo miro. -Vamos, te acompaño hasta la sala de juntas.

Él asiente con la cabeza y empezamos a andar los dos hasta el ascensor. Entramos y marco el penúltimo piso.

-Por cierto, me llamo Diana pero llámame Dede. -le digo sonriendo, mientras me apoyo en la pared del ascensor.

-Un placer, Dede. -sonríe. -¿Eres la hija de Miriam?

-Si, no suelo llamarle mamá a todas las mujeres. -digo divertida. Él se ríe.

-Qué pregunta más tonta te he hecho, por Dios. -murmura.

-Tranquilo, me han hecho de peores. ¿Mi madre te va a entrevistar? -pregunto.

-Hace dos meses le mandé un borrador de mi libro y le gustó, así que más que una entrevista es una reunión. -me dice sonriendo.

-¿Eres escritor o es afición? -pregunto. Las puertas del ascensor se abren y salimos los dos.

-Afición, yo soy cirujano. -me dice sonriendo un poco. Empezamos a andar por el infinito pasillo.

-¿Pero qué edad tienes?

-28. -responde.

-Oh, te echaba 25 como mucho.

-No, no. -dice riendo. -¿Tú cuántos tienes?

-23 años. -respondo sonriendo.

-Bien, te echaba 19. -murmura rascando su nuca.

Yo me río y justo sale Christian y Erik de su despacho hablando, a dos metros de nosotros. Cuando nos ven, se quedan quietos.

-Buenos días. -saludamos los dos sin dejar de andar.

-Buenos días. -dicen ellos. Erik mira a Santiago con el ceño fruncido.

Seguimos andando hasta la sala de juntas que lastimosamente la han puesto al final del pasillo.

-Aquí es. -le digo señalando la puerta. La golpeo dos veces y abro, aquí está mi madre, mi tío y el director gráfico. -Os dejo a Santiago aquí, yo vuelvo a mi despacho.

Abro la puerta del todo y Santiago me sonríe.

-Gracias, Dede. Nos vemos. -me dice.

-Adiós, Santiago.

Cierro la puerta cuando ya está dentro y voy de vuelta a mi despacho. Los dos Pettersson siguen allí hablando. Paso por delante de ellos.

-Dede. -me llama Erik. Me giro y lo miro con una ceja arqueada.

-¿Necesitas algo o vas a besarme y vas a huir como un cobarde? -pregunto sonriendo inocentemente. Su hermano abre la boca hasta tal punto de casi tocar el suelo. Erik no contesta. -Adiós. -canturreo.

Voy hasta mi despacho y me encierro en él. Dios santo, qué día llevamos. 

LLÁMAME DEDE ©Where stories live. Discover now