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Maratón 1/3💙

Tan solo quedan dos días para que se vayan los chicos. Estos dos últimos días, no hemos salido con los chicos, sino que hemos disfrutado las tres juntas de la isla y, en especial, del spa del hotel. Sólo quedábamos con los chicos por la noche, para ir a algún bar o discoteca, o simplemente, ir juntos a la playa y bañarnos de noche.

Hoy, nos quedamos todas a dormir al departamento de los chicos. Hemos cenado todos en nuestra habitación del hotel y ellos, a cambio, nos han invitado a dormir allí. Ahora, estamos todos en el departamento, tirados por el salón mientras vemos la tele.

Estoy sentada en las piernas de Pablo, mientras vemos una película cuyo nombre he olvidado y no estoy prestado atención. Nosotros estamos en un sillón individual, y el resto en un sofá grande.

-Ayer tuve un sueño. -me susurra en el oído. Apoyo mi espalda en su pecho.

-¿Qué sueño? -susurro de vuelta.

Baja las manos hasta mi vientre y lo presiona un poco, con suavidad.

-Que no habíamos perdido el bebé. -murmura. Yo alzo la mirada y lo miro a los ojos.

-Pablo...-susurro acariciando su mejilla.

-Soñé que me quedaba en Madrid, tu pancita crecía... -susurra acariciando mi vientre. -Luego nacía una preciosa niña, igualita a ti, preciosa.

-¿Te hubiese gustado tener un hijo, siendo tan jóvenes? -murmuro mirándolo a los ojos.

-Si es contigo, me da igual con qué edad lo tuviéramos. -yo sonrío y beso su mejilla.

-Te quiero, Pablo. De verdad que lo hago. -susurro, él sonríe y besa mis labios suavemente.

-¿Vamos a la habitación? -murmura. Yo asiento con la cabeza.

Él se levanta conmigo en brazos y nos despedimos de nuestros amigos. Me sujeto bien en su nuca y me lleva hasta su habitación. Entramos, y cierra la puerta con pestillo. Me deja encima de la cama y me sonríe.

Me mira fijamente, sin apartar la mirada de mis ojos. Llamadme loca, pero cuando se me queda mirando tanto rato y de esta manera, me excito. Veo como se quita la camiseta y yo muerdo mi labio reprimiendo una sonrisa.

Quito mi ropa, quedando en bikini y Pablo no quita la mirada de mí.

-¿Sabes que estás jugando con fuego? -murmura quitándose los pantalones lentamente, dejándome ver su erección cubierta por el bóxer. Miro rápido sus ojos y muerdo mi labio.

-¿Yo estoy jugando con fuego? -pregunto inocentemente. -Sólo me pongo cómoda para dormir.

Bajo mi mirada a su erección e inconscientemente, lamo mis labios y subo la mirada a sus ojos. Estos están más oscuros de lo normal y en ellos se puede apreciar fácilmente la lujuria y el deseo.

Llevo mi mano a mi espalda y desabrocho el sujetador, pero no me muevo para que el sujetador no se me caiga.

-Diana... -advierte mirándome el cuerpo.

-¿Qué pasa, cariño? -murmuro bajando uno de los tirantes del bikini.

Se acerca a la cama y sube encima de mí a horcajadas. Le sonrío con picardía y él suspira. Lleva sus labios a mi cuello y lo besa con suavidad. Sonrío un poco y cierro los ojos dejándome llevar por sus caricias. Sus manos van a mi cintura y se junta más a mí.

El beso empieza a coger intensidad y un poco de urgencia, y sus manos viajan a mis braguitas. Juguetea con el borde y la baja lentamente, quitándola por completo, sin despegar sus ojos de los míos.

LLÁMAME DEDE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora