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Mi resfriado ya ha pasado, sólo me han bastado tres días para recuperarme. Como hoy es domingo, no debo ir a la editorial y me he quedado en casa. Por la mañana me he dedicado a limpiar la casa para liberarla de bacterias y esas mierdas del resfriado, y ahora estoy vistiéndome con algo cómodo para estar por casa, esperando a las chicas que me han dicho que vendrían.

Me visto con un short deportivo negro, una camiseta de tirantes y una sudadera de la universidad que es dos tallas mayor que la mía. Me pongo unos calcetines grises altos hasta encima de la rodilla y mis zapatillas de estar por casa.

Voy hasta el salón, enciendo la tele y me lanzo encima del sofá, justo cuando suena el timbre.

-Tiene que ser una broma. -gruño. -¿Quién es?

-Tu amiga la guapa. -canturrea Alba.

-Entonces eres Carol. -digo en voz alta, mientras me levanto.

-¡Eh! -se queja Alba. Yo me río y abro la puerta.

Cuando veo quién está en la puerta, abro mucho la boca y luego sonrío. Me lanzo a los brazos de mi hombre y enrollo mis piernas en su cuerpo.

-Pero si venías mañana. -murmuro en su oído sin dejar de abrazarlo. Erik se ríe envolviéndome con sus brazos.

-Eso te dije, pero desde un principio teníamos que venir hoy. -me dice. Yo separo mi rostro de su cuello y beso sus labios con una sonrisa.

-Aww, pero qué bonito. -dice la voz de Emil. Yo gruño por lo bajo y bajo de los brazos de Erik. Veo que Alba y Carol ya han entrado en casa y fuera con nosotros están Chris, Emil y Lukas.

-Lukas, no sabía que también venías. -digo sonriendo. Lo abrazo y le doy un beso en la mejilla.

-Ya era hora de que me dejaran pisar España. -dice sonriendo. Yo me río un poco.

Abrazo a Chris y beso su mejilla, y hago lo mismo con Emil, por mucho que me cueste. Le doy una mala mirada y entramos en mi departamento. Cierro la puerta y todos se sientan en los sofás.

-¿Isak no ha venido? -pregunto.

-Él se ha quedado trabajando. Es el director gráfico, no ha podido venir. -dice Lukas con una mueca.

-Vaya. -murmuro.

Me siento en las piernas de Erik y lo abrazo por el cuello, mientras dejo un beso en su cuello.

-Hoy te vas a quedar aquí a dormir. -le susurro. Él se ríe un poco.

-Cuenta con ello. -murmura.

-¿Que cuente con qué? -pregunta Emil, el cotilla.

-Que cuente con que eres un idiota quita madres. -le digo, sacando el rostro del cuello de mi hombre.

El moreno de ojos azules pone la mano en su pecho.

-Auch. Directo a mi corazón. -murmura.

-Así que te gusta Miriam, eh. -dice Carol, mirándolo con la ceja arqueada.

-Mejor no lo digas conmigo aquí delante. -advierto. Erik me da un apretón en la cintura y yo lo miro.

-Tranquila. -me susurra.

Yo bufo y me acurruco en su pecho. Él acaricia mi espalda y todos empiezan a hablar de no sé qué cosa, mientras yo me limito a inspirar el aroma que desprende el cuerpo de Erik. Amo su olor, tan varonil y tan fino a la vez.

Su mano está en la parte de atrás de mi cabeza y acaricia mi cuero cabelludo con sus dedos, haciéndome sonreír. Amo que me haga esto.

-¿Tus padres no vienen nunca? -le pregunto a Erik.

-De momento me encargo yo, ellos van a prejubilarse dentro de pocos años y yo debo saber hacer lo que ellos.

-¿Qué edad tienen?

-Ya tienen 60 los dos.

Yo levanto la cabeza y lo miro.

-No puede ser.

-Si puede ser, si. -dice divertido.

-Wow, no parecen tener ni 50.

-Se conservan bien. -sonríe.

🔼🔼🔼

Los chicos hace una hora que se han ido pero Erik se ha quedado aquí conmigo, como dije, para dormir conmigo. Hemos pedido comida al restaurante chino y hemos cenado los dos mientras veíamos la tele. Ahora estamos viendo una película que se llama "La purga" y que he visto más de una vez.

-Dede. -susurra Erik. Yo levanto la cabeza y lo miro.

-Dime, Erik.

-He pensado que, si tú quieres, podríamos intentarlo. -susurra. Yo lo miro confundida.

-¿Cómo?

-Tú me gustas, mucho.

-Tú también me gustas, Erik. -murmuro acariciando su mejilla.

-Podríamos intentar... ya sabes, salir juntos, empezar una relación.

Yo lo miro a esos preciosos ojos azules que tiene, que me miran fijamente sin apartar la mirada. Amo sus ojos.

-Pero... -suspiro y me siento bien a su lado. -Erik tú vives a más de 3.000km de aquí.

-¿Y qué? Vengo continuamente aquí y tú también vas a tener que venir a Estocolmo para asistir a reuniones. -me dice, acariciando mis manos con las suyas.

-Erik, a mí de verdad que me gustaría tener una relación contigo. Te lo juro, me encantaría, pero no sé llevar una relación a distancia. Sé que iremos y volveremos continuamente, pero nos veríamos dos semanas al mes si hay suerte. Cuando los dos ascendamos al cargo de directores de nuestras respectivas editoriales, ambos viajaremos menos y lo sabes. -murmuro.

-Dede... -murmura con una mueca.

-Podemos seguir así como ahora un tiempo, si vemos que la cosa sale bien, podemos empezar una relación.

Él me mira a los ojos y suspira.

-Es lo mismo. Estar así que estar en una relación es lo mismo.

-No es lo mismo, Erik, y lo sabes.

-Ya, bueno. -murmura levantándose del sofá. Yo lo miro confundida. -Es tarde, debería irme ya.

-Pero dijiste que te quedarías a dormir. -murmuro levantándome. Él se pone la chaqueta, abre la puerta y se acerca a mí.

-Nos vemos en la editorial. -besa mi mejilla y sin más se va.

¿Pero qué cojones...? 

LLÁMAME DEDE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora