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Cuando llego a la editorial, me encuentro a Santiago esperando por el ascensor. Me acerco a él para esperar el ascensor también y veo que no le ha dado al botón.

-¿Sabes que si no le das al botón, el ascensor no baja? -pregunto divertida, mientras pulso el botón.

Él me mira algo asustado y yo me río un poco.

-Buenos días, Dede. -dice con una sonrisa avergonzada. -Es que cuando he llegado, el botón estaba iluminado y he dado por sentado que ya estaba bajando.

Las puertas se abren y él me hace una seña para que pase primero. Yo lo hago y le agradezco con una sonrisa. Entramos y él pulsa el botón del piso de los despachos.

-¿Fue bien la reunión con mi madre y Guillermo? -pregunto apoyándome contra la pared del ascensor.

-Si, de hecho ahora vamos a elegir el formato del libro, el diseño, ya sabes. -me dice sonriendo.

-Qué bien, eso es que ya lo publicarán pronto.

-Si. -sonríe contento.

Las puertas se abren y salgo yo primera.

-Ese es el despacho al que tienes que ir. -le digo, señalando el despacho al que debe ir.

-Ahora iba a preguntártelo. -dice riendo un poco. -Muchas gracias. Nos vemos, Dede.

-Nos vemos, Santiago.

Me voy hacia el despacho de mi madre que está al fondo de todo y cuando llego, llamo a la puerta, asomo la cabeza y veo que están Erik, Arturo y Jaime, mi madre y Guillermo.

-Diana, cariño. ¿Necesitas algo? -pregunta mi madre.

-Am... El viernes me mandaste un mensaje diciéndome que hoy viniera a ayudarte con la contabilidad. -digo sonriendo.

-Oh, es verdad. -murmura pensativa. -Pero bueno, no harás eso. Harás otra cosa.

-¿El qué? -pregunto.

-Necesito dos cosas. -me dice y levanta un dedo. -Uno, que ayudes a Erik con el balance de estos últimos tres meses y dos, que a las tres de la tarde vayas con Jaime a su bufete y revisáis el contrato que le hemos hecho a Santiago, a ver si hay algún error.

-¿Y no podemos hacerlo aquí? -pregunto mirándola con súplica.

-No porque el contrato está allí y si se tiene que cambiar algo, tenéis que hacerlo desde allí.

Yo suspiro y asiento con la cabeza.

-¿Vamos, Erik? -le pregunto.

-Claro.

Se levanta de la silla, me despido de todos con un asentimiento de cabeza y salgo del despacho con Erik. Caminamos en silencio hasta mi despacho y cuando estamos dentro, nos sentamos en mi escritorio, lado a lado.

-¿Estás mejor? -pregunta Erik, mientras sacamos nuestras cosas.

-Si, creo que si. -digo sonriendo un poco.

-Me alegro, Dede. Vamos, manos a la obra.

Pasamos dos horas, casi tres, haciendo los balances del último trimestre de su empresa y la nuestra. No hacemos ningún descanso para así poder sacárnoslo cuanto antes de encima. Cuando terminamos, echo mi cabeza atrás y suspiro de alivio.

-Joder, por fin. -murmuro. Escucho la ronca risa de Erik y yo le sonrío.

-Hemos ido bastante rápido. -me dice. Yo asiento con la cabeza y miro la hora en mi ordenador.

LLÁMAME DEDE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora