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Abro los ojos e intento estirazarme pero no puedo. Un brazo me aprisiona contra un gran cuerpo. Giro mi cabeza y veo a Erik durmiendo. Su pelo rubio, un poco largo, está algo despeinado, haciéndolo ver muy tierno.

Sonrío un poco al recordar lo qué pasó anoche con Erik. Vale, bien, ahora si que me va a dar vergüenza mirarlo a la cara después de esto. Pero tengo que quitarme la vergüenza o vamos a terminar como la otra vez. Deshago su agarre poco a poco, pero al ver que no puedo, me acerco a su rostro y dejo un beso en su mejilla, otro en su mentón, otro en su cuello, otro en su mandíbula y otro en sus labios.

Él sonríe un poco e intenta esconder la sonrisa inútilmente. Me río por lo bajo y vuelvo a hacer lo mismo que antes. Mejilla, mentón, cuello, mandíbula y labios.

-No te hagas el dormido, guapo. -le susurro en el oído. Lo miro y veo que está sonriendo. Abre poco a poco sus ojos y me mira.

-God morgon, Dede. -murmura con una sonrisa.

-Buenos días a ti también, Erik. -digo sonriendo, mientras me siento en la cama, tapando mi desnudez con la sábana gris de la cama del bombón sueco.

Él se sienta y me abraza por la espalda, por encima de los pechos. Me río un poco y apoyo mi cabeza en su pecho. Besa mi cuello dos veces y luego la nuca.

-Este es el mejor despertar que cualquiera podría pedir. -me susurra en el oído. Sonrío levemente.

-No voy a negártelo. -murmuro. Besa mi espalda y luego mi hombro.

-Vamos a comer algo, son las 3 de la tarde. -me dice.

Me levanto de la cama, llevándome la sábana conmigo, y dejando desnudo a Erik. Él se mira su entrepierna, su gran entrepierna, y luego me mira mí.

-Oye. -se queja. Yo suelto una carcajada. Él se levanta y viene hasta mí. -Ahora te doy un bóxer y una camiseta mía.

-Gracias, guapo. -sonrío y beso su mejilla.

Me siento en la cama y él va al armario. Saca dos bóxers negros, una camiseta de manga corta que me irá como un vestido y unos pantalones de deporte. Él se pone uno de los bóxer y el pantalón, y me da a mí la camiseta y el bóxer. Cuando me lo he puesto, peino mi pelo con los dedos y miro mi cara en el espejo. Menos mal que me quité el maquillaje antes de dormirme.

-Vamos. -dice Erik. Me ofrece su mano y yo la tomo.

Salimos de la habitación y huelo un poco a comida. ¿Ha hecho la comida? Vamos hasta la cocina y allí veo a Christian con dos bolsas de comida china, sacando los envases de dentro. No me jodas.

-No me jodas que has dormido aquí. -le digo a Chris. Él nos mira y sonríe.

-Si, en la habitación de enfrente a la de Erik. -dice sonriendo. -Si lo dices por si escuché vuestro sexo desenfrenado, no, no escuché nada. Volví bastante tarde.

-Menos mal. -suspiro. Los dos hermanos Pettersson se ríen y yo me siento en la encimera de un salto.

-He traído comida para los tres. -dice guardando la bolsa debajo del fregadero.

Veo que es comida china. Dios, amo esta comida. Ha traído lo mismo para los tres. Pollo con almendras, rollitos de primavera y arroz tres delicias. Voy a morir, necesito comérmelo. Cojo los tres envases que me corresponden, los cubiertos del cajón y me voy rápido al salón, escuchando las risas de los chicos.

Me siento en el sofá, dejo la comida encima de la mesita, y localizo mi vestido encima del otro sofá. Mierda. Lo cojo, lo doblo y lo dejo encima de la silla en la que está mi bolso. Me vuelvo a sentar veo que los chicos vienen al salón con sus envases.

LLÁMAME DEDE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora