Capítulo 36

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Porthleven era un pequeño pueblo costero ubicado en el meridiano de Inglaterra. Sus grandes acantilados se podían ver desde el puerto pesquero y las columnas de olas chocaban sin piedad contra las rocas. Era el condado donde la señora Josefine había vivido gran parte de su infancia y adolescencia antes de mudarse a Londres, era el lugar donde quería ser enterrada y su familia no le iba a fallar.

Perder a una persona, quema y destruye por dentro, porque sabes que a pesar de que ya no esté, solo quedarán recuerdos, risas, momentos buenos y malos. Todo se queda en la memoria para siempre.

Miré todo lo que estaba del otro lado de la ventana mientras el auto avanzaba rumbo al cementerio. Park y su padre se habían ofrecido a acompañarme a la despedida.

Fueron las cuatro semanas más divertidas que compartí con ella y tenía miedo de llegar y ver los rostros tristes de su esposo y su hijo. Sentía ese dolor en el alma, se suponía que no debía dejarme llevar, pero era demasiado empática, podía ponerme en el lugar de los demás.

Park me atrajo consigo y besó mi sien, sentir su cálido aliento contra mi cabeza fue de gran ayuda. Él estaba conmigo en esos momentos y no se lo había pedido, no quería involucrarlo, pero agradecí su compañía incondicional. Al bajarnos del auto a los pies de una vereda que se perdía en la entrada del cementerio, sentí mi piel erizarse y retrocedí ocasionado que chocara contra el pecho de Park.

—Respira —me dijo abrazándome— ellos te necesitan, él te necesita en estos momentos, Violet.

—Yo..., tengo miedo, no pude..., yo no pude despedirme... —me percaté que mis manos me temblaban, yo no controlaba mi cuerpo en ese momento— ¿Qué voy a decirles? ¿Qué le diré a Aspen?

—No tienes por qué hablar si no te sientes preparada, la compañía es el mejor remedio para ellos, tú ya eres parte de su vida, las cosas que me contabas después de ver a la señora Lennox, basta para saber qué hiciste lo posible para hacerla sentir cómoda y segura. Eres una gran persona, sabes lo que tienes que hacer.

Asentí. Su mano encontró la mía y entramos juntos, el señor Winston nos siguió después y fue el primero en acercarse al señor Lennox.

—¿Te molesta si me separo?

Le miré a los ojos, tuve que apretar los labios con fuerzas para que no se me escapara un quejido. Park entendió lo que quería hacer y asintió.

—Ve, tómate el tiempo necesario, yo estaré con mi padre.

Le susurré un gracias antes de llegar a la par del señor Lennox, una pequeña sonrisa invadió su rostro junto con un pequeño brillo en los ojos.

—Gracias por venir, he tratado de hablar con él, pero no ha dicho nada desde ya dos días, cuando nos dieron la noticia, él se fue del hospital y volvió a casa hasta la madrugada y... —la voz se le quebró al instante y negó con la cabeza alejándose para reunirse con el resto de la familia.

Tuve que llegar por mi propia cuenta hasta dar con la lápida. El único que se encontraba demasiado cerca y arrodillado era Aspen. El cabello que siempre lo llevaba suelto, lo había amarrado en una coleta. Me acerqué y quedé justo a su altura sin importar que el pantalón se me ensuciara, al percatarse de mi presencia, se tensó por completo, pero no pronunció ni una sola palabra por un buen rato, me percaté que tenía los ojos cristalizados y unas grandes ojeras oscuras.

—¿A si se siente perder a alguien que amas? —soltó después de un silencio y volteé a verlo, una parte de mí dudaba en responderle— ¿Te consume por dentro y sientes qué el mundo se ha detenido?

El universo en tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora