Capítulo 5

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Tenía el diario de Charlie sobre mi regazo, era un cuaderno viejo, con las esquinas dobladas, pero por dentro las hojas estaban bien conservadas. Charlie tenía la costumbre de decorar sus cosas para que se vieran menos aburridas.

Charlie... A él siempre le fascinó el universo y estudiaba una carrera que le habría dado la oportunidad de cumplir su sueño de trabajar en la NASA, lo hubiera logrado, pero yo arruiné esa oportunidad.

Mis manos me temblaban ¿sería buena idea leer sus anotaciones? Mi mamá me lo había entregado, pero... Negué con la cabeza y lo guardé debajo del colchón para evitar llorar en ese instante.

Escuché el timbre de la puerta principal, enseguida supe que los invitados estaban ya en casa. Bajé las escaleras un tanto temerosa sujetada del barandal de madera, las voces se escuchaban en la sala de estar, me desvié a la cocina por un vaso con agua.

Cuando terminé de beber lo dejé asentado en la meseta y miré por la pequeña ventana que daba justo al patio trasero. Fue entonces cuando vi el reflejo de una sombra a mis espaldas, se hacía más grande y todos mis sentidos se activaron.

—Así que tú eres la chica que quería escaparse de la escuela. ¿No? —Pegué un brinco y giré sobre mis talones. ¡El chico estaba aquí! Creí que era una ilusión, me pellizqué en el brazo disimuladamente para asegurarme si era real lo que estaba pasando.

Hablaba tan fluido el español que su acento inglés era mínimo.

—T-tú —balbuceé. ¿Cómo era posible?

El chico se encogió de hombros con una media sonrisa, vestía una camisa de manga larga en color beige ajustada entre sus pantalones de vestir negros y sus zapatos del mismo color.

—Que pequeño es el mundo —dijo y salió de la cocina, fui detrás de él pisándole casi los talones. Necesitaba otro vaso con agua ¡Él había hablado en español!

Cada quien se reunió con su familia, mi primo Augustus me sonrió y me presentó a la familia invitada.

—Señor Marcus, ella es Violet, hija de mi tío Sebastien, Violet él es Marcus Winston un viejo vecino y amigo de la infancia de nuestros padres —el hombre se levantó del sofá y extendí mi mano para darle un apretón, pero enseguida me rodeó con sus brazos.

—¡Dios mío! Pero que muchacha tan guapa. No sabía que Sebastien se había casado, ese viejo me tiene olvidado como siempre. ¿Cómo estás, Violet?

—Sobreviviendo señor —solté. De nuevo mi imprudencia y torpeza salían a la luz. Quería arreglarlo con otra cosa, no quería ser grosera—: ¿Cómo es que usted puede hablar tan bien el idioma?

—Larga historia hija, pero, en resumen: La sangre latina corre por mis venas. —Me guiñó un ojo.

Asentí conmovida.

Mi primo me presentó a la esposa del señor Marcus —Adelaine—, y a su hijo quien se encontraba distraído en ese momento contemplando la alfombra de la sala.

—Y su hijo Park Winston, ellos hablan español y la señora Adelaine solo un poco, pero todos son londinenses —me susurró a lo último. Mi tía Ava estaba encantada de volver a ver a su viejo amigo. Pasamos todos a la mesa del comedor en donde toda la comida ya estaba lista. El chico, Park tomó asiento enfrente de mí, no volvió a dirigirme la palabra desde el sorprendente encuentro en la cocina y el resto de la cena. Los adultos y mis primos casi adultos, platicaban de no-se-qué en inglés.
De vez en cuando miraba al chico y su raro tatuaje, lo había visto en alguna parte ¿internet, un libro? Películas quizás.

Alzó la mirada tomándome por sorpresa, sentí que mi rostro junto mis orejas ardían como volcán.

—¿Sabías qué es de mala educación ver a una persona fijamente? —susurró inclinándose un poco para adelante. Tragué saliva avergonzada y asentí—. No te preocupes —rio divertido por la situación.

El universo en tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora