Capítulo 30

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Me gustaba el espacio, porque sabía que de alguna manera ahí arriba no había problemas, menos sentimientos. Lidiar con las personas era complicado, sobre todo cuando se trataba de dar explicaciones a grandes rasgos. O al menos a mí me gustaba complicarme la existencia.

Desistí en la búsqueda de Aspen, sabía que el chico no quería ser encontrado, así que no iba a entrometerme, por ahora. No tuve más remedio que ir directo a mi siguiente clase sin ánimos. A pesar de que Rowan trataba de sacarme tema de conversación preferí ponerle atención a la profesora de álgebra para evitar ser vetada de la clase, después de todo en pocos meses sería la graduación. Comencé a sentir un dolor en el pecho, la verdad comenzaba a sentirme mal, era increíble cómo podía arruinar las cosas en unos segundos.

Rowan me arrojó un pedazo de papel en el banco y la miré. Ella simplemente me dijo en un ademán que lo leyera.

¿Quieres ir algún lugar después de clases?

Arrugué el papel y asentí en su dirección. Necesitaba hablar con ella, con mi amiga.

—Fue todo un malentendido —suspiré terminando de contarle lo sucedido. Ambas nos encontrábamos en una pequeña cafetería en el centro de la ciudad. Omití la parte en que Aspen me revelaba sus miedos.

Creo que yo también hubiera estado así de confundido —canturreó la pelirroja para luego darle un sorbo a su café—, debiste habérselo comentado a Park hace tiempo, ¿no lo crees?

Escondí mi rostro entre las palmas de mis manos negando.

—¿Y si piensa qué lo usé?

La situación parece divertirle a Rowan. En verdad le ve el lado bueno a la conversación, porque hacía todo lo posible por animarme.

What? —Elevó las cejas de la sorpresa y rio— no es tu culpa. Él se ofreció a ayudarte en primer lugar.

—Pero nunca le dije que en verdad no necesitaba de su ayuda. No pude, nuestras familias estaban tan felices, que preferí guardármelo.

Y esperaste que te viera con el bravucón de Aspen para que se enterara —blanqueé los ojos.

—No estás ayudando, Rowan.

Lo siento, lo siento. Esto también es nuevo para mí —dijo alzando los brazos a modo de rendición— a veces pienso que soy pésima para escuchar. Ósea, mi hermano me lo repite algunas veces, pero no creí que fue en serio. Escucha, Violet, la manera más prudente de arreglar este lío es hablando y ya.

—No es tan simple —le di un mordisco a mi panecillo de mala gana.

No dije que lo fuera. Habla con Park y lo que sea que haya pasado con Aspen, también. No hay necesidad de armar un drama para cosas simples. Hablo primero del chico con el que tienes una relación, que también es mi mejor amigo. Y, ¿por qué Aspen estaba tan mal?

—Asuntos personales —fue todo lo que dije—, no puedo decir mucho del asunto, pero tengo que ayudar en algo.

Ella asintió.

De acuerdo. No es necesario que me lo cuentes, me basta con saber que te ha confiado algo y que la marea entre ustedes está en calma. Ya Violet, eres mi amiga y detesto verte así de mal.

—¿Tú piensas en la graduación?

—¿Si hablas acerca de que ya no nos volveremos a ver? —Suspiró—. Sí, me parte el alma de tan solo pensarlo, pero bueno, ¿qué podemos hacer? Supongo que es parte de nuestras vivencias.

—Sería grandioso que fueras a estudiar a México, podríamos rentar un apartamento y te enseñaría la ciudad. Aunque no te prometo seguridad al cien por ciento, pero de que la pasarás genial, eso te lo aseguro.

Enseguida apoya su mano en la mía y esboza una sonrisa tan sincera.

Querida, Londres tampoco es una ciudad tranquila. Hemos tenido suerte de no pasarla tan mal. Muchas gracias por la idea, pero siento que no estoy preparada para algo así.

Asentí comprendiendo su miedo. Así es como me sentía en la ciudad.

¡Uh!, ¿pero sabes qué sería magnífico?, ¡ir a visitarte para las vacaciones todo el tiempo!, solo imagínatelo.

—Suena grandioso, Huffi. ¿Qué hay de Red? ¿Ha sucedido algo interesante? —Mi pregunta pareció borrarle los ánimos y apartó su mano— ¿Qué?

—Él me confunde mucho, y a veces lo detesto por ser tan distraído, y como si la suerte no fuera suficiente. Ambos iremos a la misma universidad —blanqueó los ojos— lo besé, Violet, ¿entiendes?

Mis ojos por un segundo se iban a salir de órbita. Qué bueno que no estaba tomando el café, porque me hubiera atragantado.

—¡¿Y qué pasó después?

Huyó —parecía que los papeles se habían invertido de manera repentina. Vaya—. Me sentí muy mal por esa reacción.

—Te rompió el corazón. Cielos, sí que ambos estamos algo...

Jodidas, esa es la palabra correcta para describir la situación.

—Si tú lo dices, estoy de acuerdo.

Ambas comenzamos a reírnos. En verdad que éramos tan jóvenes para tener preocupaciones, que digo, esas no eran preocupaciones como las que tenían otras personas. Nosotras le dábamos el valor.

—Tal vez no conozca a Red como ustedes, pero sé que aún sigue coladito por ti, es solo cuestión de tiempo, él es penoso, lo he notado. Hay veces que quiere tomarte de la mano, pero desiste, por miedo. ¿Y sabes qué? Eso no es malo. No todos los chicos son valientes y eso no los hace de menos.

—Supongo. ¿Sabes lo que haré saliendo de aquí?

—Quiero escucharlo.

—Me subiré a un bus, iré a su casa y le diré absolutamente todo lo que siento. Sé que puedo.

Le aplaudí sin importar llamar la atención de los demás clientes que nos veían raro.

—Pero antes, ¿me prestas cuatro coronas? —Se le escapó una risita—. Me he gastado mi mesada en esto y no es que anduviera con una tarjeta de crédito —bromea.

Saqué de mi cartera el dinero y se lo di. Se veía tan decidida, que en verdad necesitaba ese coraje.

Pero supongo que ese día lo iba a dejar pasar para hacer otra. Así que sé que me iba a arrepentir de hacerlo, pero era necesario, así que sin más preámbulos cuando ambas terminamos la merienda, salimos del lugar y tuve que pedirle una dirección.

—Uy, no me la sé, pero... —comenzó a teclear en su celular— sé de alguien que sí.

Mi celular tintinea y en la pantalla aparece el contacto de Rowan adjunta con la dirección.

—Eso ha sido rápido.

—Contactos, amiga, contactos.

Eso sí me dio escalofríos.

—Querrás decir: La mafia del poder —me reí.

—De acuerdo, ya tengo que irme —me dio un abrazo y se separó —cuando arreglen las cosas, me lo tienes que contar, ¿vale?, porque a veces Park pone difícil la situación para que hable. Tenle paciencia, si no, arrójalo del balcón de mi parte.

—No te aseguro ese acto, pero está bien.

Rowan encogió los hombros fingiendo decepción y se fue corriendo para alcanzar el bus mientras intentaba cruzar la calle con cuidado. Mientras por mi parte, preferí irme en dirección contraria y a pie, porque tampoco cargué con toda la mesada. 


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