Capítulo 4

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No importaba en qué lugar del mundo me encontrara, siempre tenía que enfrentar las situaciones donde aparecían compañeros molestosos. Me había convertido en el blanco fácil del aula para hacerme la vida imposible, sin embargo, era lo que menos me importaba, no iba a victimizarme. Al menos contaba con el apoyo de mi nueva amiga, Rowan Huff, a pesar de que ambas no nos entendíamos al hablar, pasábamos la mayor parte del tiempo juntas y se sentía agradable no estar sola.

Terminé de acomodarme la corbata dentro del saco, me miré al espejo e hice una mueca de disgusto, aún odiaba el uniforme. Tocaron a la puerta y esta se abrió un poco. Theo asomó la cabeza y sonrió.

Hola, hola, my favorite cousin.

Hola, Theo —me familiaricé con sus gestos cuando era tiempo de comer—, enseguida bajo.

Okey —tomé mi mochila y lo pasé sobre mis hombros para salir, cuando llegué a la cocina, en la mesa ya estaba listo el desayuno, había una jarra de naranja, té, que ya no podía faltar y ya me había animado a probar y pan tostado con mermelada de frutos rojos.

Tío Otto entró saludando con unos buenos días en inglés, se acercó a su esposa y le dio un beso en la mejilla para luego tomar asiento frente a la mesa.

Mi estómago ya no podía más con tanta comida que devoré en menos de media hora.

—¡Violet el autobús! —escuché que gritaba Gus tiempo después. Me lavé la cara con cuidado y todos ya estaban listos para irse a la escuela o a sus respectivos trabajos. Cuando salí miré el autobús lleno, respiré hondo y resoplé.

Aquí voy.

Era jueves y de verdad ansiaba que llegara el fin de semana. ¿Por qué el viernes estaba casi cerca de los lunes? No odiaba los lunes, pero tampoco me emocionaban. Era un torbellino dentro del transporte escolar, no dejaban de tirarse aviones de papel o simplemente el papel arrugado, unas chicas cantaban sin importar alterar a los demás. Había un asiento libre alado de una chica, ella mantenía la mochila en el asiento, me acerqué para sentarme y enseguida me miró frunciendo el ceño.

Is taken, go away —me dio un empujón y rodé los ojos, sin importar que me haya dicho, me acerqué—. Go away!

—¡Está bien! —Me tropecé y caí en otro lugar, bufé reincorporándome, al menos estaba vacío—. Dios, pero que dramáticos se ponen por un estúpido lugar, ni que tuvieran escritos sus nombres en el asiento y sus traseros.

...

Rowan me había comentado, con su intento de español y un traductor de voz, que hace un año había un par de profesores de habla hispana y se encargaban de impartir la materia, nadie sabe qué ocurrió, ya que no volvieron a la institución para enseñar.

Si mis teorías no estaban mal, yo creo que los alumnos se quejaban o quizás los demás profesores, con su falta de tolerancia.

Saqué varios libros de mi casillero, Rowan tecleaba en su celular mientras estaba recargada en la pared, no les iba a mentir en verdad creía que la pelirroja era... ¿Lesbiana? No es que no me agradara el hecho de que lo fuera o no, lo respeto, pero era incómodo cuando me miraba con una sonrisa coqueta a cada segundo. Todas mis deducciones se fueron al caño cuando la vi coquetear con un chico de tercer año.

Pensándolo bien, todos los chicos eran muy diferentes a los de mi país, eran mucho más guapos, más amables, con esos dotes físicos muy finos, ojos verdes y algunos azules, ¡caracoles! Y esa voz con ese acento tan seductor, pero no descartaba que algunos tenían cerebro de ardilla o comportamiento de orangután. Sin embargo, la apariencia física era lo de menos, a mí siempre me ha importado más lo que hay en el interior, ya saben, lo mejor de cada persona.

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