Capítulo 7

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Red Sullivan destellaba alegría con un solo gesto amigable, tuve el gusto de conocerlo mientras caminaba por los pasillos de la institución. Se notaba que era un chico de bien, un chico común y corriente tratando de vencer sus miedos para declararle su amor a la pelirroja Huff. Tenía una sonrisa contagiosa, el tono de sus ojos eran marrones y su cabello rubio con algunos mechones cafés hipnotizaban a cualquiera que los viera. Red y Park eran inseparables.

—Del uno al diez, elijo el ocho.

—¡¿Ocho?!

¡¿Ocho?!

Mi postre merecía más que un ocho y diez, en definitivo quería darle un pastelazo en ese rostro de ángel endemoniado. Park se llevó de nuevo la cuchara con un pedazo de mi pastel a su boca. Era un mentiroso, le había gustado. Rowan y Red también estaban deleitándose con el manjar.

¡Ten! Me encanta —Rowan pronunció en español y sonreí. Le mostré esa sonrisa triunfante a Park quien rodó los ojos y miró a Red.

—Red, ¿te gusta?

El rubio asintió con la cabeza mientras plasmaba gestos extraños demostrando que en verdad le había gustado. Alzó su pulgar reafirmando.

—¿Ves? Ellos si saben apreciar el arte culinario —se echó a reír y despeinó su cabello.

—Eres una infantil.

—¿Infantil?, por favor tú no sabes disfrutar la vida.

Enseguida su felicidad se vio opacada por una de disgusto y sin mencionar una palabra, recogió su mochila del césped para irse rápidamente sin despedirse de los tres. Observé a los tórtolos que seguían con la mirada a su amigo y después intercambiaron miradas dubitativas.

—¿Dije algo malo?

Red se encogió de hombros.

Don't worry, Violet.

Caminé entre los pasillos sin importar que los demás que pasaban a mi lado me golpearan con sus hombros intencionalmente, el mar de estudiantes era un caos.

Me detuve entre la puerta de un salón, ahí estaba mi raro compañero Park charlando con un profesor: El entrenador de natación. Asentía cada vez que el profesor terminaba de hablar, me escondí detrás de la puerta asomando solo mi cabeza para no ser descubierta.

Park Winston estaba listo para participar en unas olimpiadas anuales que realizaban las diferentes preparatorias de la ciudad. De verdad que no comprendía como podían entrar a la alberca y nadar como si nada cuando el agua se encontraba fría.

—¡Por todos los cosmos! —Sentí el impacto de la puerta de madera contra mi rostro.

—¡Violet! ¡Oh Dios mío! —Cerré los ojos del dolor. En ese momento sentía algo caliente deslizarse desde mi nariz hacia mis labios.

—No quiero abrirlos. ¿Tan mal se ve?

—Vamos, debemos de ir a la enfermería, estás sangrando.

Maldita suerte.

Con mis ojos rojos y una nariz desangrándose, la enfermera me indicó con un ademán que me sentara en la camilla, hacía gestos de dolor y aunque no podía verlo sentí como mi nariz se hinchaba, teniendo poco a poco un parecido a las narices de los siete enanos de Blanca Nieves. O peor, me quedaría como Voldemort, sin nariz.

La enfermera habló y salió de la habitación, me quedé ahí sin entender ni una sola palabra de sus indicaciones. Enseguida, Park se asomó en el umbral de la puerta con una sonrisa de oreja a oreja. Sabía que lo estaba gozando.

El universo en tu miradaWhere stories live. Discover now